La idea de que “a mí no me va a pasar” o que “si me pasa será leve”, la repetición de conductas sin haber internalizado cuidados mínimos, sumado a la necesidad del encuentro físico, son algunas de las razones que los especialistas consultados identifican como origen de la “relajación” de los cuidados, que, junto al incremento de la movilidad, provocaron un incremento de casos de coronavirus en las últimas semanas.
“Cuando se realiza una análisis de este tipo uno plantea algunas hipótesis y lo importante sería poder llegar a una explicación interdisciplinaria”, indicó a Télam la psicóloga Alicia Stolkiner, docente de la Cátedra II Salud Pública y Salud Mental de Facultad de Psicología (UBA) y de la Maestría en Salud Mental Comunitaria de la Universidad Nacional de Lanús.
Stolkiner, quien es además miembro del Comité de Expertos que asesoran al Gobierno nacional, señaló que “el aumento de casos con la llegada del verano es una situación que uno observa en países con conductas muy similares a las nuestras como Italia o España”.
“Hay diferentes formas de ‘relajamiento’. Muchos apuntan solo a los jóvenes, entre quienes efectivamente está habiendo una mayor circulación del virus y cuyo efecto sobre la población mayor se verá en 15, 20 días con aumento en terapias intensivas y mortalidad”, sostuvo.
Y continuó: “En este grupo lo que uno puede analizar es una conducta que tiene que ver con la sensación de que no se corre un riesgo personal, una necesidad del encuentro de los cuerpos, el erotismo, y una falta de conciencia sobre que pueden ser un vector de transmisión del virus hacia personas mayores”.
Según notificó ayer por la mañana el Ministerio de Salud en su reporte diario, el 43,3 por ciento de los casos notificados de coronavirus en Argentina se dieron en personas de entre 20 y 39 años; el 31,2 por ciento, en las de 40 y 59 años; el 15,3 por ciento, en las mayores de 60; y el 10,1 por ciento, en los menores de 19.
La semana pasada, la media de casos diarios de coronavirus informados en la Ciudad de Buenos Aires (CABA) y en la provincia de Buenos Aires respecto de los últimos 21 días aumentó 190% y 120%, respectivamente, pasando en el primer distrito de 260 a 755 y en el segundo de 1.241 a 2.767.
Frente a ese escenario epidemiológico, el presidente Alberto Fernández se reunió el jueves pasado con el gobernador bonaerense, Axel Kicillof; y con el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, para analizar nuevas acciones oficiales para revertir la suba de casos en el Área Metropolitana Buenos Aires, así como el impacto en las estadísticas del movimiento turístico, en particular el de la Costa.
“Diciembre fue un mes de mucho relajamiento” en cuanto a las medidas de cuidado para evitar los contagios, dijo en aquella oportunidad el Presidente, para quien esa situación llevó a “reuniones sociales y marchas de distintos tipo y por distintos motivos, todas cosas que pudieron favorecer que el virus circule”.
Fernández calificó de “caldo de cultivo para el virus” a las reuniones de “jóvenes en las plazas sin barbijos, hacinados”, y a “las fiestas clandestinas que se están promoviendo por las redes sociales”.
Con todo, según Stolkiner, “no es solo responsabilidad de los más jóvenes, en adultas y adultos lo que se ve es que ante la falta de control externo se relajaron completamente los cuidados básicos, como si no se hubieran internalizados determinadas conductas”.
A modo de ejemplo, Stolkiner citó las aglomeraciones que se dan adentro de los sectores bancarios donde están los cajeros automáticos donde “la gente hace las colas adentro, sin ventilación, en lugar de esperar afuera” o los amontonamientos de personas que se dan en el interior de los comercios.
“Aquí uno no identifica que haya un goce o un deseo; es simplemente una conducta automática que implica un riesgo enorme”, señaló.
De los mecanismos que intervienen en esos procesos, la especialista mencionó en primer lugar la negación: “Hay una que es grave aunque no está tan extendida que es la de aquellos que expresan que el virus ‘no existe’, ‘es una mentira’, y que si bien no cuenta con tantos adeptos imprime una puesta en duda sobre las medidas de seguridad”, sostuvo.
Y continuó: “La otra es la de que ‘a mí no me va a pasar’, como sucede a los fumadores que conocen los posibles efectos pero creen que no no van a tener cáncer, porque si no no fumarían”.
“También hay responsabilidad de quienes ocupan roles de representación, ya sean políticos, dirigentes sociales o comunicadores, porque si en lugar de plantear qué decisiones habría que tomar para generar un resguardo de la salud colectiva se dice “Alberto nos va a volver a encerrar” se está tergiversando el sentido y la causa de la acción”, señaló.
Estas observaciones van “más allá de quienes tuvieron que salir de sus casas para poder subsistir a los que se suman la cantidad de personas que se tiene que movilizar en transportes públicos para ir a sus lugares de trabajo”.
Para el sociólogo Daniel Feierstein, en tanto, distinguió tres variables al momento de analizar el actual comportamiento colectivo frente a la pandemia.
“Primero, hay un relajamiento general de mucha gente que antes que antes se cuidaba poco y ahora se cuida menos y quien se cuidaba ahora lo hace menos”, señaló ante Télam Feierstein, quien es doctor en Ciencias Sociales por la UBA y dirige el Centro de Estudios sobre Genocidio de la Universidad Nacional de Tres de Febrero.
“Segundo -añadió-, hay una dificultad de percibir cuáles con los tipos de cuidado más importantes a partir de lo que se conoce los últimos seis meses, como por ejemplo evitar los lugares cerrados, la prolongación de tiempos de encuentros y mala ventilación al lado de los criterios que quedaron de febrero y marzo, que tienen que ver con la desinfección de las superficies o el alcohol en gel que terminaron quedando como más importantes para las hipótesis de otro momento y que no aparecen como más relevantes hoy”.
La tercera variable, conforme a Feierstein, está vinculada a “la falta de claridad con las normativas, qué se puede y qué no se puede (hacer) o cómo se controla aquello que se puede o no se puede (realizar). Aquellos que incluso tienen más voluntad de cuidado no le encuentran el sentido a ese cuidado cuando hay sobre todo una insistencia en los medios de comunicación que quieren mostrar permanentemente el descuido. La gente que se cuida siente que está fuera de lugar”.
“Cada vez crece más la naturalización y la negación -dijo a Télam Feierstein- y lo más preocupante es que (ambas) van creciendo cada vez en más sectores de la población. Hubo un sector de la población que siempre negó la pandemia, pero un sector minoritario. En la medida en que esta negación va aumentando y el peligro se ve cada vez menos, aunque no es así, va generando una relajación y cada vez más contagios”.
Según el sociólogo, “entre los factores que jugaron en ese sentido está el fin de año, que es un elemento que no tiene nada que ver con la pandemia, y el nuevo año con la llegada de la vacuna. Esto genera como una representación de fin de ciclo y esto no es real, pero al virus no le importa en qué año estamos y tampoco si la vacuna va a llegar o no”.
Una estrategia posible de reversión, planteó Feierstein, es “llegar llegar a la población que se venía cuidando y que pueda sostener esos cuidados. Solo con volver a la situación de noviembre en relación a los cuidados ya tendríamos un efecto muy importante en la curva de contagios. Eso tiene que ver con hablarle a la población más responsable”.
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