La contundente victoria del peronismo cordobés en el comicio provincial y por extensión en la capital provincial, tiene un correlato político interno: el ascenso de dos figuras de la generación de los 40 años: el electo intendente de Córdoba, Martín Llaryora y el vicegobernador electo, Manuel Calvo.
Hacemos por Córdoba leyó en las encuestas una fuerte demanda de renovación y lo resolvió exitosamente a partir de la introducción en sus listas de candidatos de numerosos dirigentes de la generación intermedia. Además de los citados, se destacan Daniel Passerini (vice-intendente electo de Córdoba) y Natalia De la Sota (legisladora provincial en primer término por distrito único), entre otros. Luego, numerosos intendentes aparecen en la misma fila renovadora.
Se trata de un influjo renovador de mayor grado al que se imprimió al gabinete, donde luego de la derrota de 2017 la mayoría de los funcionarios siguieron en sus cargos. De ese tenúe movimiento se destacó el ingreso como secretario de Comunicaciones y Conectividad, de Manuel Calvo.
Calvo, nacido en Las Varillas, ha estado en el gobierno provincial en diferentes cargos desde 2007. En 2011 fue electo legislador provincial por el departamento San Justo y ocupó el cargo de Ministro de Agua, energía y Ambiente del gobierno provincial hasta el regreso de Fabián López al Ejecutivo. Ha sido un cuadro político de bajo perfil público, pero alta valoración interna. Fuentes del PJ señalan que fue elegido para contrapesar a Llaryora si este triunfaba en la capital de la provincia como sucedió. Originalmente delasotista, Calvo es un hombre de confianza de Schiaretti desde hace mucho tiempo.
Llaryora, por su parte, es vicegobernador y diputado nacional en uso de licencia. Su elección como intendente de la ciudad de Córdoba lo eleva a un lugar fundamental en el esquema de poder de la provincia. Es el primer dirigente que ha sido intendente de una de las principales ciudades de la provincia, como San Francisco, que es electo jefe comunal de otra ciudad, como Córdoba capital.
También es el primer peronista 100% que llega al gobierno de la capital desde 1983. El anterior triunfo de Unión por Córdoba en Córdoba, fue en 1999 con Germán Kammerath, un dirigente liberal de la UCEDE (Unión de Centro Democrático) que se convirtió al menemismo en los ’90, y fue la prenda de unidad entre Carlos Menem y José Manuel De la Sota para que el peronismo derrotara a la UCR en 1998. Tanto Kammerath como Llaryora comparten el contexto: llegaron al poder con un radicalismo dividido. En 1999, fue Carlos Rossi el armó una colectora que derivó votos no peronistas y dañó las posibilidades de Mario Negri. Esta vez, fue el propio presidente Mauricio Macri, que al dividir a Cambiemos, le sirvió en bandeja la victoria al oficialismo provincial.
Sin embargo, en el arranque deberá lidiar con una ciudad difícil de gobernar y con el hecho de haber sido elegido con 13 puntos porcentuales menos que Schiaretti en la ciudad. Es decir, que hubo fuga de votos por su carril. Un dato que índica la dependencia de Schiaretti para ganar el gobierno. Por eso, el sanfracisqueño agradeció en su discurso el liderazgo del gobernador reelecto, en un gesto político claro de su lectura del resultado.