Juan Schiaretti es un hombre que conoce los vericuetos del poder como pocos. Ha edificado, junto al fallecido ex gobernador José Manuel De la Sota, un sistema político cerrado, capaz de repeler cualquier embate exterior. Uno de los pilares de esa sólida construcción, es el control del Poder Judicial.
La puesta en escena de Juan Manuel Delgado en este húmedo mes de marzo de 2021, no puede disimular que apunta a cerrar cualquier frente judicial cuando Schiaretti abandone el gobierno dentro de dos años. El mandato del fiscal general es de cinco años y si la mayoría de Hacemos por Córdoba actúa como de costumbre, ingresará para ser fiscal General hasta el lejano 2026.
El peronismo ya cuenta con superioridad numérica en el Tribunal Superior de Justicia. Los conocedores de tribunales precisan que a los vocales schiarettistas Sebastián López Peña y Luis Angulo, el PJ suma a Luis Rubio, Domingo Sesin y Marta Cáceres de Bollati cuando necesita jugar cartas fuertes. En ese bloque se apoya una parte importante de la capacidad que muestra el oficialismo para conducir a la política local.
La trama se completa con el Ministerio Público Fiscal, comandado en los últimos dos años (luego de la salida de Alejandro Moyano) por los adjuntos José Antonio Gómez Demmel (schiarettista) y Héctor David (delasotista).
“El Negro”, como le dicen a Delgado, el hombre propuesto por el gobernador y su ministro de Justicia y Derechos Humanos, Julián López, viene a ocupar el cargo de jefe de todos los fiscales de la provincia. Es decir, el hombre que tiene, en términos teóricos y “reales”, el poder de decidir qué causa se investiga y cuál no.
Delgado representa varios intereses a la vez. Que tenga un bajo perfil y una vasta formación académica, no excluye su rol en otros escenarios. En realidad, ese papel en los otros ámbitos es el que explica su aterrizaje en la Fiscalía General.
Su curriculum permite analizar con claridad su formación y sus intervenciones principales:
Desde el 6 de junio de 2019 integra la estructura formal del Estado como procurador del Tesoro.
Próximo a cumplir 50 años (nació en Córdoba el 23 de marzo de 1971), egresó de la Universidad Católica de Córdoba (UCC) como abogado y escribano en 1995 y luego obtuvo su magíster en derecho empresarial en la Universidad Austral (UA), en 2010. Un dato central: la Austral es una casa de altos estudios ligada al Opus Dei, uno de los sectores más conservadores de la Iglesia Católica en el mundo y, también, con más poder económico.
Señala la UA en su sitio Web, que “los valores de la Universidad Austral se desprenden de la visión cristiana de la cultura y del mundo, que incluye: la dignidad de cada persona, su desarrollo integral, el respeto a la vida, la importancia de la familia, la justa igualdad de todos, la ayuda a los más necesitados, la consideración de los principios éticos en el trabajo profesional, la primacía de la caridad, la libertad y la paz”.
Y agrega: “Para asegurar esta orientación cristiana, la Prelatura del Opus Dei brinda su asistencia a la Universidad. La comunidad educativa –integrada por el claustro de profesores, directivos, personal no docente, alumnos y graduados– promueve, comparte, o al menos respeta, los valores propios del quehacer educativo que responde a su misión”.
A ello, Delgado suma que es profesor adjunto de Derecho Bancario en la Facultad de la Universidad Nacional de Córdoba y profesor titular de derecho comercial I en la UCC.
Publicó en un artículo La Voz del Interior, que “como experto en derecho comercial, particularmente lo vinculado a los vericuetos financieros, condujo el Tribunal Arbitral de la Bolsa de Comercio, entidad de la que fue su secretario en 2018. A este último cargo llegó como representante de un importante estudio de empresas y sociedades: Pereda, González Leahy, Delgado, Arroyo Abogados”.
Agrega la nota, que firma el periodista Juan Manuel González, que “en la Bolsa también participó de Avales del Centro, una sociedad de garantía recíproca, impulsada por la Bolsa, y destinada a canalizar el ahorro de las empresas a través del mercado de capitales; ese es su expertise”.
Es socio de los abogados Ferrer y González Leahy y si bien, las fuentes consultadas señalan que tienen clientes de todo el arco empresarial, Delgado ha sido representante, sobre todo, de los desarrollistas inmobiliarios.
Se trata de un sector que ha podido actuar sin grandes dificultades en la ciudad de Córdoba, a la que ha moldeado a lo largo de los años a gusto y placer, y que es depositario de muchos de los dólares generados por el campo cordobés, luego invertidos en edificios y urbanizaciones de todo tipo, aquí, y también en Miami, Estados Unidos, entre otros lugares.
Uno de los clientes del “Negro” ha sido Edisur, donde intervino como sindico de la emisión de obligaciones negociables de hasta 5 millones de dólares en 2016. Uno de los tres socios de la compañía desarrollista es Horacio Parga, contador recibido en la UNC y especializado en la universidad del Opus Dei. Parga es, además, un hombre clave del pensamiento neoliberal en Córdoba, a través de su rol directivo en la Bolsa de Comercio de Córdoba.
Y otro cliente recordado, es el ex yerno de De la Sota, Carlos Laje, que fue sancionado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), cuando era director del Observatorio de Salud de la Provincia, por “prácticas fraudulentas”. Cuentan los que conocen lo sucedido en los primeros años del delasotismo, que Delgado fue clave para que el BID no hiciera una denuncia penal y el asunto quedara en una sanción interna, una de las opciones previstas para estos casos.
Además, Delgado, en sus inicios, se desempeñó en el estudio de Jorge Scala, un abogado ultra-católico, que junto al ahora ex legislador Aurelio García Elorrio llegó a frenar, en 2002, la comercialización de la píldora del día después en 2002. Es, en consecuencia, según indican las fuentes consultadas, un jugador de los “pañuelos celestes”.
A todo ese recorrido hay que sumarle la amistad con Gómez Demmel y, sobre todo, con uno de los hombres del Estado mayor “histórico” de Schiaretti: el ministro de Obras Públicas, Ricardo Sosa.
Por lo tanto, Delgado no es un improvisado ni un advenedizo. Es un abogado experimentado, influyente y de confianza del primer mandatario, del sector conservador de la Iglesia Católica y de los desarrollistas inmobiliarios. Representa, de manera fiel, al sujeto político, social y económico del famoso “cordobesismo”.
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