Hace más de un año, gran parte de la opinión pública, incluidos no pocos referentes y líderes de opinión, aún no salía del asombro provocado por el contundente resultado de las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) de agosto, cuando el Frente de Todos obtuvo 49,49% de los votos positivos contra 32,94% de Juntos por el Cambio.
Parte del estupor se debía a las operaciones de prensa previas a las PASO, cuando varias encuestas de consultoras cercanas al gobierno de Mauricio Macri planteaban un escenario de empate técnico o incluso de victoria para el oficialismo, que terminó 16,55 puntos porcentuales detrás de Alberto Fernández. Esa derrota resultó irreversible, al punto que pese a que en la elección general de octubre Macri logró trepar al 40,28%, Fernández lo derrotó en primera vuelta al alcanzar 48,24%, sellando así la suerte de Macri como el primer presidente argentino que perdió en su intento de reelección.
Sin embargo, ese asombro podía haberse evitado con sólo revisar el promedio de las encuestas publicadas previo a las PASO. Sin necesidad de acceder a los estudios de carácter confidencial ni los realizados durante la veda electoral, ese promedio daba a Fernández una ventaja que oscilaba entre los 5,5 puntos porcentuales y se estiraba hasta 8 en mediciones con representatividad por provincia. Bastaba con esa aproximación para prever que un empate técnico era improbable y una victoria de Macri lo era aún más.
Encuestas y elecciones.
Si además de agregar los resultados blandos de encuestas de intención de voto y opinión pública se cruzaban los registros de encuestas de consumo y datos duros de la actividad económica y sectorial, quedaba aún más en claro que el gobierno de entonces tenía más chances de perder que de ganar, ya que enfrentaba a un espacio pan justicialista unificado desde la decisión de Cristina Fernández de acompañar como candidata a vicepresidenta a Alberto Fernández.
Hoy, un nuevo gobierno está en funciones, en el contexto inédito de una pandemia, lo que plantea al desafío de revisar los marcos de análisis con los que cada uno de nosotros se orienta y toma decisiones a diario. Al mismo tiempo, el proceso electoral 2021 ya se asoma en el horizonte. En un entorno con abundancia de datos es fácil encontrar patrones que coincidan con nuestras creencias previas, pero la clave es saber si esos patrones son ruido (como las operaciones que se vieron en 2019 y se ven hoy) o señal.
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