No sólo Sergio Massa tendrá la suma del poder del peronismo, sino que además, con ello regresará un modelo que Néstor Kirchner había sepultado cuando asumió como presidente en 2003: el que hubiera un súper ministro de Economía. El último ministro con el control que tendrá el tigrense fue Domingo Cavallo, en la década de los ’90 con Carlos Menem, y a principios de este siglo, con Fernando De la Rúa.
La diferencia entre ambos, es que Cavallo era un economista con poca cintura política que necesito del presidente Menem, el hombre que hacía política y construía gobernabilidad para imponer, en ese entonces, el modelo neoliberal. Massa, por el contrario, es un político con conocimiento económico. Llega a la cúspide del poder político casi como un “salvador” del peronismo y del país. Si lo consigue será “Gardel”. Si por alguna razón fracasa, no hay plan B en el oficialismo. Lamentablemente, como sucede en todas las crisis, no hay demasiado tiempo para tratar de salir de ella. De hecho, salir depende de los golpes iniciales y de la tendencia que se produzca a partir de ellos. Las que vienen son, por lo tanto, semanas determinantes.
Llega a la cúspide del poder político casi como un “salvador” del peronismo y del país. Si lo consigue será “Gardel”. Si por alguna razón fracasa, no hay plan B en el oficialismo.
El ex ministro de Economía de Carlos Menem y Fernando De la Rúa, Domingo Cavallo.
El titular de la Cámara de Diputados era el tercer socio principal del Frente de Todos (FdT) junto con el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Luego de la crisis económica desatada por el golpe de mercado de estos últimos dos meses, sólo quedaron dos accionistas en condiciones de participar de las decisiones centrales: Cristina y Massa.
Se trata en los hechos de una intervención del poder presidencial. Es una experiencia inédita en Argentina. Tanto como que el poder político y electoral residiera en la vicepresidenta. Normalmente, el poder tiene una sola cabeza, nunca dos, ni tres. En todo caso, el principal foco de poder tiene satélites, pero nunca estrellas iguales. Parte del turbulento camino recorrido hasta este 28 de julio por el FdT tiene una explicación allí. Alberto no pudo establecer una sustitución del liderazgo de CFK en el frente y la vicepresidenta no encontró el modo de recuperar el volante a tiempo. La aparición de Massa para intentar iniciar un nuevo ciclo exitoso, es un producto del contexto desesperante del país y de la alianza oficialista.
La aparición de Massa para intentar iniciar un nuevo ciclo exitoso, es un producto del contexto desesperante del país y de la alianza oficialista.
Así, el gobierno, el peronismo y CFK están en las manos del hombre que supo edificar cada vez más poder a partir de su pragmatismo, ambición y sentido de la oportunidad. En el automovilismo suele haber una maniobra que se ve pocas veces: que un piloto pase dos autos en una misma maniobra, el famoso 2×1. Pues Massa ha hecho eso dentro del FdT, ha hecho un 2×1, ha puesto detrás de su estela a Cristina y a Alberto. Sin embargo, es una maniobra, no es toda la carrera. Para quedarse con el premio mayor necesitará derrotar a la inflación, que es un virus corrosivo de la adhesión popular y ha sumido al FdT en el peor de los infiernos.
Cristina Fernández, Alberto Fernández y Sergio Massa saludan a los manifestantes frente al Congreso. (Foto: Pablo Añeli / Télam).
No llega a esta posición de súper ministro por su popularidad, porque todo el FdT está afectado y reducido por la crisis, sino por sus vínculos con el establishment económico y mediático y con la embajada de Estados Unidos. La apuesta de Massa es gestión 24/7 y un plan alineado con estos sectores, sin contradicciones como hasta ahora. De las crisis se sale con volumen, de poder y simbólico. Massa cree tenerlo en estos aliados al primero de ellos; y confía en él para el segundo término de la definición. Al peronismo de 2022 lo une, en este momento histórico, el espanto de verse eyectado del poder y no la oportunidad de una elección o un cambio de época como pudo haber sido el que impulsó Néstor Kirchner. Por eso alineó a todos los actores con Massa.
No llega a esta posición de súper ministro por su popularidad, porque todo el FdT está afectado y reducido por la crisis, sino por sus vínculos con el establishment económico y mediático y con la embajada de Estados Unidos.
Su jugada tiene varias virtudes. La primera es que llega con el aparato productivo de pie, es decir con la economía real en un punto alto. La segunda es que la incertidumbre es fruto, por un lado, de las dificultades para conseguir dólares que sostengan el crecimiento y el consumo; y por otro, de la alta inflación. Los dos problemas tienen más posibilidades de solución con volumen de poder porque dólares hay. Pero la proyección política se levanta, sobre todo, con apoyo social y para conseguirla se requiere domar la inflación o ponerla en valores razonables. Si lo logra, tendrá la oportunidad de iniciar un nuevo ciclo político como socio clave del FdT y el peronismo tendrá mayores chances en 2023. Si el movimiento le sale bien, también producirá modificaciones en el escenario político, tanto hacia adentro del peronismo, como hacia el interior de su adversario principal, la alianza entre el Pro y la UCR. Pero hoy, esa proyección es ciencia ficción. El futuro, en esta Argentina, se escribe día a día.
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