Una investigación realizada en el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) y publicada recientemente en la revista Animal Behaviour, demuestra que los ratones de campo (Apodemus Sylvaticus) tienen “personalidad”. Estos animales, al igual que los humanos, ante la misma situación toman decisiones diferentes según su “forma de ser”.
Mariona Fernández, investigadora del CREAF y de la Universidad Autónoma de Barcelona, ha liderado el estudio y subraya que lo más relevante es “haber mirado a nivel individual cómo se comportan los ratones y comprobar que cada individuo aporta una cosa diferente, es único”.
Para ello, los científicos capturaron 25 ratones en Collserola, Barcelona y diseñaron dos experimentos. En el primero analizaron el comportamiento de cada ratón, antes, durante y después de añadirle al terrario un algodón con el olor de su depredador más voraz, la gineta (una especie de gato de la Península Ibérica). Medían el tiempo que los ratones pasaban fuera de la madriguera y cómo se comportaban, si los ratones permanecían vigilantes e inmóviles, intentaban escapar o buscar y destrozar el algodón empapado con olor de gineta, se consideraba que estaban estresados. Si comían tranquilamente, realizaban auto-aseo y excavaban la madriguera, estaban relajados.
La investigación demostró que respondían de forma diferente al olor de gineta y que, según nos explica Mariona, “había una variabilidad muy importante entre los ratones, por ejemplo, el tiempo que pasaban fuera del refugio variaba de 45 minutos un individuo poco activo a más de 5 horas un individuo muy activo”. Por tanto, las características individuales de cada uno de ellos tienen más peso que el ambiente externo.
En el segundo experimento estudiaron cómo distribuían los ratones las bellotas. Para ello, midieron el tiempo fuera del refugio, la distancia de dispersión y el peso de las bellotas que escogían en dos condiciones diferentes, con y sin olor de gineta.
Con ello comprobaron que los ratones más estresados son los más valientes y los mejores dispersores, ya que deciden correr un mayor riesgo, coger bellotas más pesadas y nutritivas y recorrer mayores distancias. Los ratones un poco más relajados no se arriesgan tanto, cogen semillas más ligeras y con menos nutrientes y recorren pequeñas distancias.
Los ratones de campo y las encinas se ayudan mutuamente. Los primeros porque las bellotas forman parte de su dieta y los segundos porque gracias a los ratones, que dispersan sus semillas, llegan a lugares a los que nunca llegarían sin esa ayuda. En el contexto de cambio climático la preocupación de estudiar la supervivencia de la vegetación y el papel de las semillas y de sus animales dispersores ha aumentado.
En el caso de los ratones, las investigaciones asumían que todos los ejemplares seguían el mismo comportamiento y que cambios en decisiones como: qué distancia recorrer o coger una semilla más grande o pequeña, dependían de situaciones externas como el riesgo de que otros animales les robasen las bellotas o si olían a un depredador cerca. Con este estudio se demuestra que ‘la forma de ser’ de cada ratón también influye en este proceso.
Aunque este trabajo aporta un poco de luz en comprender la dinámica de estos pequeños individuos, las investigaciones no terminan aquí. “Ahora empezamos otro estudio en el que compararemos los patrones de dispersión en un bosque muy maduro con un bosque que se está regenerando, entonces miraremos si existen patrones diferentes en los dispersores. Entender estos patrones, nos podría permitir planificar la regeneración de un bosque o pensar estrategias. Por ejemplo, si el bosque no tiene dispersores podríamos pensar en qué hacer para favorecerlo”, finaliza Mariona.
Fuente: Agencia SINC.