(Carlos Cafure y Diego Caviglia) En la República Argentina, la actividad sindical tiene su marco legal principal, en las disposiciones de la Ley N° 23551 (Ley de Asociaciones Sindicales). Pero más allá de esta y otras normas, que alcanzan a la actividad sindical (Constitución Nacional Argentina, Tratados Internacionales, entre otros), hay que destacar que la función principal de un sindicato, es la defensa de los derechos y conquistas de quienes representan.
En nuestro país, existen organizaciones sindicales que realmente, tienen dirigentes que no solo son orgullo de sus propios afiliados, sino también de trabajadores de otras ramas.
Los argentinos, a lo largo de la historia, hemos tenido dirigentes gremiales de enorme talla, como los casos de Agustín Tosco, Atilio López, René Salamanca, Raimundo Ongaro, o Saúl Ubaldini, entre otros. Ellos, supieron llevar al sindicalismo a los lugares más altos de reconocimiento, no sólo nacional, sino también mundial. Fueron grandes líderes, caracterizados por su tenacidad, por su firmeza, por su convicción y sobre todo, por su gran humildad. Fueron dirigentes, vivieron como lo hacían sus afiliados (igual nivel económico), es decir, vivían como otros trabajadores y no como empresarios.
En los tiempos actuales, existen muy buenos dirigentes sindicales como los casos de Hugo Moyano y Pablo Moyano (Camioneros), Sergio Palazzo (La Bancaria), entre otros; y jóvenes secretarios generales como el caso de Cristian Lopez (S.U.T.C.A.), que han tenido, y vienen teniendo grandes gestiones en sus organizaciones sindicales.
Pero también existen casos de dirigentes, que ya han cumplido su ciclo.
Ellos, deben entender que nada es para siempre y que en el sindicalismo, quienes conducen, deben trabajar en la capacitación y en la formación de los mejores cuadros del mañana, para la renovación.
Deben darles espacio a los jóvenes, y no tenerles miedo. Deben darles espacio a todos, y no solo al círculo de amigos. Deben formar a los mejores cuadros, porque con el tiempo ellos se irán, pero los sindicatos deberán continuar sin ellos. Para eso, hay que terminar con los exacerbados personalismos y egos de algunos dirigentes, que piensan que son imprescindibles, que son los mesías o los únicos capacitados para conducir. Eso obviamente no es así.
Deben aprender, de esos dirigentes que hicieron historia con sus conquistas, pero que nunca perdieron la humildad, y se ganaron el afecto y cariño de propios y ajenos.
Deben entender, que los sindicatos no son propiedad ni de una persona, ni de un grupo. Los sindicatos, son de todos y cada uno de los afiliados que mes a mes con sus aportes, mantienen la organización sindical, para el adecuado funcionamiento para todos.
No existe nada mejor para un afiliado, que estar orgulloso de su sindicato, y sentir una enorme pertenencia a la organización gremial. Un claro ejemplo de un sindicato, en el que sus afiliados lo demuestran por convicción y no por conveniencia, es el sindicato de Camioneros.
Si bien, quien hace se equivoca, es importante nunca perder la humidad. Ningún sindicato, debe olvidarse de defender a los jubilados (que desde hace años, vienen postergados y golpeados por políticas de los distintos gobiernos de turno). Allí, es donde las organizaciones gremiales, deben también estar presente y luchar para que los pasivos, vivan con la dignidad que se merecen.
Será clave para el futuro de los sindicatos, las nuevas generaciones, los jóvenes, y como muchos decimos, la llegada de los emergentes.
Carlos Emanuel Cafure es abogado y Diego Caviglia, medico laboralista y legista.
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