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Cultura

Jorge Villegas: “El teatro es como un acto terrorista”

Jorge Villegas, ganador del Premio Podestá, que otorga la Asociación Argentina de Actores entrega los Premios Podestá a la trayectoria honorable.

Jorge Villegas, ganador del Premio Podestá, que otorga la Asociación Argentina de Actores entrega los Premios Podestá a la trayectoria honorable.

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“Lo bueno es que los Premios Podestá dejaron de ser un premio geriátrico y ahora son actualizados también, se le da a gente que está produciendo, que no tiene cincuenta años con el teatro, sino de edad”. Como él que, de sus cinco décadas, tres las lleva dedicadas al teatro. Es dramaturgo y director, y creó, hace veintidós años el  grupo Zéppelin Teatro.

Junto con Villegas serán distinguidos Pompeyo Audivert, Cluadio Rissi, Betiana Blum, entre otras personalidades de la escena. “Es como conformar la selección, es como si me llama Jorge Sampaoli para estar al lado de Messi. Voy a estar con todos estos maestros”. Entre ellos también está Mauricio Kartún, el autor de Chau Místerix, obra de la que hizo su propia versión, Maldita Luna, y significó su debut profesional.

Para el cordobés no es casualidad. Es sincronía. “Era un pibe muy rebelde en aquel momento; todo el tiempo quería dedicarlo a hacer teatro, escuchar música, caminar las calles. Sigo siendo ese pibe a los 50 años, no soy un artista burgués que se compró su casa y su auto, y junta unos pesos para jubilarse. Todos los días, apuesto a inventarme a mí mismo cada mañana, para ser creativo durante el día. Es mi modo de ser feliz”.

FRUTO DE LA POLÉMICA

El premio lo tomó por sorpresa, porque dice que el no hizo nada para obtenerlo. Piensa que “un poco” influyó la polémica tras los dichos del director del Festival Internacional de Buenos Aires, Federico Irazábal, quién señaló que la edición 2017 no había obras del interior porque priorizaban la calidad. “Este debate llegó al seno de quienes entregan el Premio. Se ve que decidieron mirar al interior y no caer en la misma trampa”, cuenta. Sin embargo, asegura que no le hace sentir nada en particular: “No me cambia la vida. Me sigo levantando a las siete de la mañana para ir a laburar. Es un reconocimiento, es una palmada, una aventón a 29 años de dirección teatral interrumpidos, y la mayoría de mi carrera la he hecho en Córdoba”, confiesa.

“Ser mirado y observado, recibir ese aventón me encanta. Aunque también este premio le hubiera podido corresponder a otros teatristas enormes de Córdoba. Que también llevan décadas ininterrumpidas y que hacemos teatro acá, porque tenemos una identidad de donde somos. No es que estamos en Córdoba porque no pudimos llegar a otro lado”, aclara.

El abanico es extraordinario, ésa es la ventaja con Buenos Aires: que no tenemos que parecernos a nada para pertenecer, porque ya somos parte de un movimiento teatral”.

Desde sus comienzos, al teatro lo concibe ligado a la realidad y comprometido con su aquí y ahora, y son su manifiesto -por ejemplo- su serie de obras vinculadas a momentos de la historia reciente: KYS, sobre Kosteki y Santillán, Operativo Pindapoy, sobre el secuestro de Aramburu, Man in Chat o la historia del soldado afortunado, sobre el general San Martín, Argentina Hurra!, sobre el regreso de Perón. También, es el creador de Escena y memoria, la iniciativa que lleva obras a los Centros Clandestinos de Detención de la última dictadura militar.

Además de labor en el teatro, es docente en de 1º y 3º año en la escuela cooperativa Brigadier de San Martín, lo cual para él es “otra práctica alternativa al capitalismo”.

-¿Qué crees que premian de tu trayectoria?

-Que pude correrme; también con Zépellin, pudimos corrernos de hacer sólo obras de teatro, no sólo artistas, sino que también somos ciudadanos, que se comprometen con las cosas que pasan y los que menos tienen. Nosotros somos de clase media, intentamos influir en nuestro espacio, por eso siempre vinculados con organizaciones sociales, por ejemplo. Ese tipo de mirada artística de no aflojarle al trabajo en la forma, porque es importante, no sólo lo que decís sino cómo le decís, hay que ser estéticamente preocupado en ser un artista que intenta no repetir fórmulas de otras épocas, y estar consciente de tu propio tiempo. El hecho de la saga de obras y propuestas, como Escena y Memoria. Ser un curioso permanente, y un artista que construye un sentido de teatro político y que está en ebullición permanente. Por ahí es lo que hace que se destaque más que un artista encerrado en un departamento pensando cosas locas.

Esdrújula, obra de Jorge Villegas, ganador del Premio Podestá.

-¿Como ves el teatro cordobés en particular?

-El teatro cordobés es uno de los mejores de la región, hablando de Sudamérica. Tiene una gran historia que comienza fuerte a fines de los `50. Muchos grupos se exiliaron o se disolvieron, o nunca regresaron con la democracia. Sin embargo, es la constancia la que ha ayudado. Los festivales lo dejan ver. Estamos en contacto con cosas que suceden en la región. Acá hay de todo: una estética muy importante, de danza, a teatro en movimiento, de muñecos, de texto, de actor, nuevas dramaturgias, circo. El abanico es extraordinario, ésa es la ventaja con Buenos Aires: que no tenemos que parecernos a nada para pertenecer, porque ya somos parte de un movimiento teatral. Y estoy orgulloso de que Córdoba no detiene su marcha. En la era digital, el teatro es un acto terrorista en sí mismo, porque para acceder al teatro tenés que apagar al teléfono. Es algo antiguo y al mismo tiempo innovador, te exige presencia y concentración.

-¿Cómo te describís como dramaturgo, y cómo lo hacés como director?

-Se ponen en juego distintas cuestiones. Si bien uno es el mismo, un trabajo es como director y otro como poeta o dramaturgo. En el caso de la escritura, trato de buscar, de plasmar imágenes a poéticas, la posible relación de enrarecimiento de lo cotidiano. También leo mucho sobre lo que voy escribiendo, para ver si tiene la sonoridad para que valga ponerla de pie. Como director, el trabajo es con el movimiento espacial del actor, con su aquí y ahora, y en los ensayos requiere estar atento y creativo, trabajar con un material que te habla, te contesta, se enoja, se emociona. Es un trabajo absolutamente humano, hombre con hombre. Y las certezas que había carecen de valor; hay que volver a cuestionarse. El teatro es un hecho vivo que acontece frente a otros. El director es el que tiene que generar condiciones para que otro cree. Cuando sucede, se cumple.

 

Sobre el Premio Podestá

La Asociación Argentina de Actores entrega los Premios Podestá a la trayectoria honorable desde 1991 como reconocimiento a los actores y personalidades del quehacer cultural argentino. El nombre del premio es un homenaje a la familia Podestá, la precursora de la historia teatral de nuestro país, constituyendo el circo criollo y las primeras experiencias del teatro naturalista. Un año después el Senado de la Nación lo declara de interés nacional y, junto a la estatuilla de la Asociación, otorga además un diploma de honor.

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