Un breve contacto con el herbicida glifosato, uno de los más utilizados en todo el mundo, puede causar daños duraderos en el cerebro. Así lo afirma un estudio publicado este mes, por investigadores de la Universidad de Arizona (EE.UU.), en la revista científica Neuroinflammation.
Según explica el portal Investiga de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), el glifosato es un herbicida de amplio espectro, desarrollado para la eliminación de hierbas y de arbustos. Tiene efecto por contacto con las hojas y algunos estudios proponen su traslocación desde las raíces.
El investigador Ramón Velázquez, de la Universidad Estatal de Arizona (ASU), y el equipo del Translational Genomics Research Institute (TGen, instituto de investigación genómica sin ánimo de lucro con sede en Phoenix, Arizona), en Estados Unidos, “demostraron que los ratones expuestos al glifosato desarrollan una inflamación cerebral significativa, asociada a enfermedades neurodegenerativas”.
Lo que los científicos identificaron fue una asociación entre la exposición de las ratas al herbicida y síntomas de neuroinflamación, así como un empeoramiento de una patología similar a la enfermedad de Alzhéimer, muerte prematura y comportamientos similares a la ansiedad.
Al analizar la presencia del glifosato y el impacto de los derivados del herbicida en el cerebro mucho tiempo después del fin de la exposición, se revelaron “una serie de efectos persistentes y perjudiciales para la salud cerebral”.
La investigación también demostró que un subproducto del glifosato, el ácido aminometilfosfónico, se acumula en el tejido cerebral, lo que plantea serias dudas sobre la seguridad del producto químico para el ser humano.
“Nuestro trabajo contribuye a la creciente literatura que destaca la vulnerabilidad del cerebro al glifosato”, afirma Velázquez, en el comunicado de prensa de la universidad.
“Dada la creciente incidencia del deterioro cognitivo en la población de edad avanzada, en particular en las comunidades rurales donde la exposición al glifosato es más común debido a la agricultura a gran escala, hay una necesidad urgente de más investigación básica sobre los efectos de este herbicida”, añade.
El comunicado de prensa de la Universidad Estatal de Arizona, recuerda que el Centro Internacional de Investigaciones sobre el cáncer de la Organización Mundial de la Salud clasifica el glifosato como “posiblemente cancerígeno para los seres humanos”.
EN ARGENTINA
Según un trabajo publicado en el portal Investiga de la UNLP, los argentinos “tenemos una exposición continua y sostenida a este compuesto y a otros tantos plaguicidas. Existen relevamientos en niños en zonas fumigadas donde se ha demostrado el daño genético respecto a un grupo control, el que ha sido asociado con la exposición a plaguicidas. Particularmente, el glifosato ha sido asociado a Linfoma no Hodgkin, en aplicadores en Estados Unidos”.
Damián Marino, científico del Centro de Investigaciones del Medioambiente (CIM), un organismo de doble dependencia UNLP-Conicet, remarcó en el citado portal, que “el glifosato es una molécula muy pequeña que tiene la función de ser un herbicida generalista porque no discrimina, sino que mata todo aquello que sea verde a excepción de un organismo genéticamente modificado como la soja, el maíz o el algodón. Con el tiempo, algunas especies después de 20 años del uso de este compuesto comenzaron a hacerse resistentes, motivo por el cual debió aumentarse la cantidad del químico por hectárea”.
El glifosato es un contaminante pseudopersistente en suelos, como se puede demostrar en el estudio realizado entre el CIM y el INTA, ello significa que en el ambiente no ha logrado degradar la cantidad que ingresa, y se acumula a razón de un miligramo por kilo por año. Un estudio del CIM a nivel regional demostró que cuando llueve en el centro de la ciudad de La Plata, cae glifosato y otros herbicidas, asociados a la gota de lluvia. Esto se comprobó midiendo la concentración de este compuesto en distintos eventos de lluvia en el caso urbano de la ciudad.
Los investigadores del CIM también comprobaron que el glifosato está en la cuenca del río Paraná – Paraguay, tramo argentino, que es la más importante del país, tanto como fuente de provisión de agua para consumo humano, como asociada a distintas actividades productivas.
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