En estos últimos días hemos visto todos los argentinos una jugada política maestra llevada adelante por el sector mayoritario de la oposición al gobierno del presidente Macri. El anuncio de la fórmula presidencial Fernández – Fernández (Alberto Fernández -candidato a presidente- y Cristina Fernández de Kirchner – candidata a vicepresidente-), pateó el tablero electoral en la República Argentina. Una fórmula ciento por ciento peronista, que ha dejado un oficialismo absolutamente descolocado.
Alberto Fernández ha demostrado ser a lo largo de toda su trayectoria, un excelente cuadro político. Siempre ha defendido su pensamiento y sus ideales. Se ha destacado por su enorme capacidad de diálogo con distintos sectores (gobernadores, empresarios, sindicalistas, e Iglesia, entre otros).
No es menor, el gesto demostrado asimismo por la ex –presidenta Cristina Fernández de Kirchner, de ir segunda en esa fórmula.
Claramente demuestra con esta decisión una autocrítica, una madurez política, y, sobre todo, la necesidad de lograr consensos frente a una grave situación que atraviesa todo el pueblo.
Existen otros sectores que dicen ser justicialistas, pero que se resisten ir a un gran PASO junto a esta inmejorable fórmula presidencial.
¿Será temor a una histórica paliza electoral? ¿Será quizás porque son funcionales a la continuidad del gobierno macrista? El tiempo lo dirá.
Lo que sin dudas podemos decir, es que la fórmula Fernández- Fernández está sumando un contundente respaldo por parte de un número más que importante de intendentes y gobernadores en todo el país.
Asimismo, el grueso del movimiento obrero nacional viene manifestando el apoyo a ésta fórmula peronista. Hasta sectores empresariales están adhiriendo a esta dupla de inigualable peso político.
El actual gobierno nacional se ha caracterizado en su mandato, por incumplir casi todas sus promesas electorales y hasta sus más fervientes votantes ya se han comenzado a sentir decepcionados.
El gobierno macrista devaluó, aumentó la inflación, por sus medidas económicas se perdieron miles de puestos de trabajo, cerraron grandes empresas históricas, quebraron miles de Pymes, y ni hablar la cantidad de pequeños comercios que debieron cerrar definitivamente sus persianas, se destruyó el poder adquisitivo de los ciudadanos y por ende el mercado interno, se endeudó de manera escandalosa y preocupante al país, se recortaron los haberes de los jubilados, se avanzó en una política de flexibilización laboral (anti-obrera), se persiguieron a los dirigentes sindicales, se degradaron ministerios claves a meras secretarías (Trabajo, Salud) y los resultados fueron pésimos para los argentinos, entre muchas otras cosas más.
Analicemos cómo ha sido nuestra vida en estos últimos casi cuatro años, tanto para los trabajadores, como para los jubilados y los sectores más vulnerables.
No basta solo ver la malísima situación que atraviesa cada uno de nosotros. Es necesario mirar la gravísima situación de muchos de quienes nos rodean (familia, amigos, conocidos). Ojalá la ciudadanía no tropiece dos veces con la misma piedra. El futuro de muchas generaciones está en juego. El futuro del país está en juego. Depende de cada uno de nosotros, que futuro queremos.
* Carlos Emanuel Cafure es abogado laboralista.