El gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, salió en los últimos 30 días de su aislamiento. Por cierto, ese posicionamiento es fruto de una elección, ya que quedó en ese lugar luego de no apoyar las candidaturas del Frente de Todos en 2019 y desarrollar un intenso rol de diferenciación y oposición con el gobierno del presidente Alberto Fernández a partir de ese momento.
Más allá de las posibilidades reales de proyectar o no una candidatura nacional, los movimientos del primer mandatario provincial son alentados, ahora, por la necesidad. Están los temores que produce la prolongación de la crisis económica y sus posibles efectos políticos, y también la urgencia de construir un escenario seguro para las elecciones de 2023 en el territorio propio, a causa de la amenaza que significan Luis Juez y Rodrigo De Loredo para el poder del peronismo cordobés.
A partir de ese contexto, Schiaretti se reunió con los dos presidenciables radicales Gerardo Morales y Facundo Manes, que intentan ensanchar su propio espacio, ya sea de modo mediático o real. La alianza con el Pro en Juntos por el Cambio (JxC) y las características del bloque económico, político y social que representa este espacio político, condicionan el discurso y el curso de acción posible de la UCR. Dicho de otro modo, no pueden agrandar la representación social y cultural desde el discurso económico, porque romperían la alianza de centro derecha; por lo que sólo pueden intentarlo desde el territorio político.
También participó de un acto empresario en CNN Radio, en Buenos Aires, organizado por su “operador” nacional, Guillermo Seita. Allí coincidió con el gobernador santafesino Omar Perotti (PJ) y el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta (Pro, JxC). Esa misma noche participó de un asado en San Isidro, en la casa de Juan Manuel Urtubey. Allí estuvieron el jujeño, Morales, el diputado nacional bonaerense, Florencio Randazzo, la incombustible Graciela Camaño, y el intendente de Rosario, Pablo Javkin, que integra el Frente Progresista con el Partido Socialista, pero viene de la UCR y el ARI de Lilita Carrió.
“El Gringo va a hablar con todo el mundo, menos con Alberto y con Cristina. A eso, la base electoral del PJ cordobés no se lo perdonaría. Su espacio es el de opositor al gobierno nacional”, explicó un dirigente del PJ a ENREDACCIÓN. “Lo van a buscar de los dos lados, del peronismo y de la oposición y va a alimentar esa posibilidad. Eso sucede porque es una referencia política de diálogo y porque gobierna una provincia clave para él país”, apuntó el mismo operador.
La semana pasada, en Santa Fe, se hizo cargo de la presidencia pro-tempore de la Región Centro y se sacó una expresiva foto con Perotti y el peronista entrerriano, Gustavo Bordet. Criticó los subsidios en transporte y energía a la región del AMBA (CABA y Gran Buenos Aires) y logró sumar al mandatario santafesino a sus cuestionamientos al esquema político y económico que gira alrededor del AMBA.
Sin embargo, la reunión más sorpresiva fue la que sostuvo con el gobernador de Chaco, Jorge Capitanich en la Casa de Gobierno de nuestra provincia. El chaqueño es cristinista y un mandatario con conexiones en todo el sistema del peronismo nacional. En un artículo de El Diario, de Buenos Aires, el periodista Pablo Ibañez afirmó que “Coqui”, como le dicen a Capitanich, ya avisó al presidente Fernández como a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, que tiene la intención de jugar en la interna abierta presidencial del FdT el año que viene. Por lo tanto, ese encuentro tiene, como uno de sus componentes, al hecho de ampliar relaciones e imágenes simbólicas por parte del chaqueño.
Igual, no habría sido ese el único motivo de aquella reunión. De acuerdo a las fuentes consultadas, en el PJ cordobés afirman que la reunión fue protocolar, que Capitanich pidió la audiencia y Schiaretti lo recibió. A partir de ahí, cuentan que en la conversación, los dos mandatarios analizaron los ribetes de la crisis económica y el riesgo de que el costo se transfiera al sistema político y ponga en riesgo la gobernabilidad. Por ahora, no trascendió la conclusión.
No es casual el tema, es un reflejo de sobrevivencia, ya que la debilidad política de Fernández y los cuatro años y cuatro meses de crisis –los dos últimos del gobierno de Mauricio Macri y los casi dos años y medio de Alberto- alimentan un escenario social complejo y ponen en jaque, políticamente, a las propias administraciones provinciales. Los gobernadores peronistas, con excepción de Schiaretti, son uno de los sostenes políticos del presidente, pero también evalúan que ante un eventual agravamiento de la situación política, deberán apelar a alianzas mayores que las partidarias.
Así, la crisis se ha convertido en una oportunidad para Scharetti.
El impacto del contexto puede observarse en la siguiente nota: Una encuesta muestra que inflación e ingresos, que no levantan cabeza, condicionan al gobierno.
En esa línea, en el informe Dossier360, Norman Berra, explica que un 55% de los argentinos tiene una imagen negativa del presidente Fernández. El resto de los dirigentes del FdT están inmersos en la misma laguna. Si bien Horacio Rodríguez Larreta tiene una media de 43,4% de imagen negativa, es decir, 12 puntos porcentuales (pp.) menos que Fernández, Macri se encuentra por encima del 60%. Se trata de un dato que manifiesta la tensión social con el sistema político.
Un trabajo de la Consultora Taquión, efectuado a fines de marzo, indica que el 56,6% de los habitantes del país considera que es necesario “un cambio” ahora. Y un 86% expresa que está procupado por el futuro. Se trata, por lo tanto, de un coctel explosivo.
Por eso, más allá de la replicación mediática, la oportunidad para Schiaretti tiene un límite: se trata, al menos por el momento, de una figura con bajo conocimiento público fuera de Córdoba. Esa situación actúa como un condicionante para sus objetivos mayores. Su predicamento es importante en los ámbitos político, institucional y empresarial, pero estos no necesariamente construyen volumen electoral.
Pese a ello, los encuentros con los dirigentes nacionales de la UCR y de la oposición, tienen un fuerte efecto local: Inmovilizan y liman el perfil opositor de Juez y De Loredo para 2023. La mejor figura para definirlo, es la de una tela de araña. Sus rivales tienden a quedar enredados allí, sin poder diferenciarse con claridad. A su vez, lo ayudan a consolidar su imagen de dirigente dialoguista y a darle forma a su espacio electoral en la provincia que, en parte, es el mismo que el de Juntos por el Cambio.
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