Es una paradoja: Juan Schiaretti, el gobernador peronista que ha tenido mejor sintonía con el presidente Mauricio Macri, depende ahora de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner para que su lista corta de diputados tenga éxito.
Si los peronistas votan por ellos y cortan boleta, para poner en el sobre la nómina que encabezan el riocuartense Carlos Gutiérrez y la secretaría de Lucha contra la Violencia a la Mujer y la Trata de Personas, Claudia Martínez, tendrá posibilidades de lograr el objetivo de renovar las dos bancas que el PJ pone en juego. De lo contrario, pasará de ser el macho alfa del peronismo federal a un gobernador que pifió su estrategia que dilapidó en tres meses un enorme capital político.
Schiaretti tiene en Macri no sólo a un interlocutor institucional, sino a un hombre con el que coincide en muchos temas, incluidos los de la economía. Sin embargo, en parte, ese vínculo cercano está teñido por su no relación con Cristina Fernández de Kirchner. El gobernador ya ha señalado a sus propios que lo peor que podría pasarle a Córdoba es que la ex presidenta regresara al poder.
Pero la aparición de Alberto Fernández en escena ha bajado las defensas del PJ cordobés, quizá el más refractario del país al kirchnerismo. Su sector delasotista, siguiendo la estrategia de quien fuera su jefe político hasta su trágica desaparición, José Manuel De la Sota, cree en una estrategia de una unidad peronista. Por eso, el congreso partidario definió una lista corta para todos y libertad de acción en el terreno nacional. Pese a ello, en primera instancia, hubo presión del sistema político oficial en favor de Roberto Lavagna y Juan Manuel Urtubey, pero como el ex ministro de Economía no marca lo suficiente en la provincia, los intendentes se le plantaron al operador político del gobernador, el ministro de Gobierno, Juan Carlos Massei, y le reclamaron que los deje jugar con los Fernández. Los que han jugado a todo o nada por esta opción son el senador Carlos Caserio y el intendente de Villa María, Martín Gill.
Nadie imaginó en ese momento, que la lista corta del PJ, que en las encuestas no levanta cabeza, sería tan dependiente de un destino común con Alberto y Cristina. Todos tienen claro que el aparato partidario traccionará muchos votos, pero parece ser evidente que no alcanzaría para llegar hasta los 17-18 puntos que se necesitan para ganar las bancas que dejarán Adriana Nazario y Juan Brügge. Si hay corte de boleta, será en la del Frente de Todos, nadie imagina que el votante macrista vote por los diputados del peronismo. Y si los hay, no serán demasiados, según analizan los peronistas que trabajan por Schiaretti y Alberto.
La principal evidencia de que el peronismo se vuelca hacía esa opción es la profundidad de la gira que realizarán Alberto y Felipe Sola este viernes y sábado. Villa María y el departamento General San Martín, son territorio de Gill, Nora Bedano y Eduardo Accastello. Leones, del delasotista y ex kirchnerista Fabián Francioni. Pero el resto (Bell Ville, General Deheza, Marcos Juárez, y Río Cuarto) integran el espacio del peronismo ajeno al kirchnerismo. Sin la participación, por acción u omisión, de los jefes territoriales, no podrían llegar con algún grado de impacto hasta allí.
Un dato será, que a más corte de boleta en favor de Schiaretti, menos posibilidades tendrá la lista kirchnerista que encabezan el empresario Pyme, Eduardo Fernández, y la camporista Gabriela Estévez de poner dos diputados en el Congreso. Es uno de los interrogantes de las Primarias y del comicio de octubre.
Schiaretti no irá a Rosario, mantendrá su prescindencia. Pero a esta altura, deberá resignarse a dejar que el peronismo juegue sus fichas con los Fernández, a riesgo de convertirse en uno de los perdedores de las PASO.
