Es un orgullo para muchos trabajadores argentinos disfrutar de derechos y conquistas obreras que tienen desde hace tiempo, fundamentalmente gracias a las históricas luchas obreras emprendidas por muchos de nuestros padres y abuelos, para obtener mejores condiciones de trabajo.
Diera la sensación de que, en aquellas épocas, los sindicatos no estaban tan politizados como en la actualidad.
La lucha de la clase trabajadora, no se condicionaba por la política partidaria.
Se buscaba exclusivamente el beneficio de los trabajadores, y eso a muchos dirigentes gremiales les terminó costando no sólo persecuciones y torturas, sino hasta la propia vida.
Faltan nuevos liderazgos en el sindicalismo argentino, pues los hombres pasan, pero las instituciones deben continuar.
Es necesario replantearse muchas cosas, aprender de los errores para mejorar y, sobre todo, volver a los viejos valores que nos transmitieron quienes nos antecedieron.
El gremialismo de nuestro país, debe empezar a encarar de una vez por todas la lucha para lograr la eliminación de la categoría cuarta del Impuesto a las Ganancias (no basta con pedir la suba del mínimo no imponible, ni las escalas, porque eso sólo deriva en reconocer tácitamente que el salario y la jubilación sí son ganancias, cuando en realidad no lo son).
Se debe reclamar a los gobiernos nacional y provinciales, que inicien planes de vivienda populares para dar solución habitacional a la clase trabajadora que se ha transformado en estos años en la fábrica de inquilinos; fortalecer las obras sociales sindicales, y que las mismas sean administradas de forma adecuada por los propios trabajadores; lograr mejoras salariales reales para el bolsillo de quienes se representa, para impedir así, que la inflación termine devorando las sumas acordadas en las paritarias; formar nuevos cuadros sindicales, “dejando de lado los amiguismos”; capacitar permanentemente a los delegados gremiales (que son la primer línea de defensa del sindicato), para dar respuesta inmediata a problemáticas de los afiliados y afiliadas; y buscar la aprobación de mejores leyes laborales, y exigir que no se apliquen ajustes de cualquier tipo a los haberes de los jubilados.
Siempre es muy bueno recordar los logros obtenidos en el pasado, pero los sindicatos deben volver a recuperar el protagonismo perdido.
La historia ha demostrado que las conquistas obreras en su gran mayoría, sólo se consiguieron a través de la lucha y la unidad de la clase trabajadora.
* Carlos Emanuel Cafure es abogado laboralista y columnista de opinión.
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