La noche del lunes 6 de mayo de 1984 fue inolvidable para el plantel de Racing de Córdoba. “Sí, ganamos el Prode, y fue con mis dos goles”, contó Roberto Daniel “el Pato” Gasparini a ENREDACCIÓN. El de tiro libre fue espectacular, pero más los abrazos y los gritos que llegaron al cielo de todo el plantel, incluyendo el del técnico Pedro Jorge Marchetta. “El Negro”, como siempre lo hacía, “se hizo el sota” porque le contó el cronista de ATC (Canal 7), intrigado por la efervescencia del festejo, que “hemos ganado un partido muy importante. Ferro es muy difícil”. Le creció la nariz como a Pinocho.
Antes de ingresar a la cancha, la tarjeta del plantel cordobés tenía doce puntos, y sólo faltaba que Racing le ganar a Ferro. En el casillero estaba marcado local.
Con el partido 1 a 1, a los 40 minutos del segundo tiempo, tiro libre para el equipo del Negro Marchetta. ¿Quién lo iba a patear? Gasparini. El Pato la metió en un ángulo y el arquero Fantaguzzi ni la vio.
Y a partir de ese momento, se produjo una explosión en el campo de juego, como si Racing hubiese hecho el gol del campeonato. No, no era eso; era el gol para ganar el Prode.
Pero detrás de ese golazo se esconde una historia. Era domingo y Gasparini era el encargado de escuchar los partidos por radio en la concentración del Hotel Savoy en Alta Córdoba. El plantel merendaba y sintieron un alarido del Pato. “Tenemos doce puntos y si ganamos esta noche ganamos el Prode. Eso sí, recuerden que no puse ni doble ni triple, ganador Racing. Si empatamos estamos en el horno”, contó Gasparini esa noche. La tarjeta la tenía la esposa de Miguel Seronero el volante derecho de la academia cordobesa. La mujer ni enterada que tenían 12 puntos.
Desde su oficialización en 1972, que el Prode no tenía un pozo tan grande. Nada menos que 1.700.000 dólares. Cifra, que, si bien debían repartir entre los cuarenta integrantes del plantel, era muy elevada. Sin embargo, el plantel se llevaría una gran sorpresa porque hubo más de cien ganadores aquella vez. Se terminaron repartiendo menos de 12 mil dólares, unos 300 dólares para cada uno.
Gasparini escuchó la radio al día siguiente y recuerda que ya había “un ganador en el barrio Patricios de Córdoba. Me asusté, dije: ‘debe haber varios más’, pero no imaginé que tantos”, recuerda el 10. “Manuel Serrano, el arquero cuenta que “hubo varios que empezaron a sacar cuentas de que este o aquel crédito iban a cancelar. Uno tenía un plan de auto y lo quería pagar la noche del domingo, Y pensar que después, fue toda desilusión”.
Así fue la historia: El profesor Néstor Pedernera, preparador físico, les pidió a todos jugar una boleta con 4 triples, 4 dobles y 5 fijos. La plata salió de un pozo acumulado porque Pedro Marchetta castigaba las faltas del plantel. El domingo se encontraron con doce puntos y el acierto mayor fue el empate de River con Atlanta 1 a 1. La mayoría había colocado a River. “Fue increible la concentración, porque los resultados se fueron dando. Nadie lo podía creer que estuviera cerca y que todo dependiera de nosotros.
Ese fue, a la postre, el último partido que se jugó a la noche. “Racing apostó a ganador”, recordó Gasparini ante los amigos. El autor de esta nota entró al camarín de la cancha de Instituto, donde se disputó el encuentro, y el Negro Marchetta con una amplia sonrisa me dijo: “Viste el golazo del Pato (por Gasparini), eso era lo que festejábamos”. Y más allá Gasparini, Humberto Bravo y el Colorado Quiñones se abrazaban y gritaban: “Ganamos el Prode, ganamos el Prode”.
El partido fue televisado por ATC y era de poca relevancia porque los dos deambulaban por la mitad de la tabla del aquel torneo Metropolitano del 84. “Para nosotros era como una final”, recordó Atilio Oyola, ahora dirigiendo en el fútbol chino dirigiendo. Fue una noche inolvidable para el plantel de Racing de Córdoba y ellos siguen lamentándose todavía que no pudieron ser los únicos ganadores, como lo fue el paraguayo Negrete, un apostador que se llevó una fortuna.
Aquella noche de domingo se fueron a cenar a una parrilla y brindaron hasta con champaña. Juntaron el dinero y pagaron. Uno de ellos puso más plata que el resto. “Dale, total en estos días te la devolvemos con la plata del Prode”, dijo otro. Cuando la esposa de Seronero fue al Banco Social y tuvo que mostrar el documento y la tarjeta ganadora, hubo sonrisas nerviosas y, después, gestos de decepción. “Pensé que me iba a llevar un montón de guita”, gritó el Colorado Marcelo Quiñones. La realidad fue otra: no les alcanzó ni para pagar la cena del festejo.
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