Desde hace varios años, se viene observando un proceso de manifiesta estigmatización de los trabajadores en distintas partes del país que llevan adelante legítimos reclamos laborales.
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Un claro ejemplo, es lo que sucede con los trabajadores de EPEC (Empresa Provincial de Energía de Córdoba), criticados por tener salarios dignos, y un Convenio Colectivo de Trabajo modelo en el país, entre otras conquistas.
Da realmente la sensación de que se busca desviar la atención de los verdaderos problemas que aquejan al país, a los que hasta ahora evidentemente no les encuentran soluciones los gobernantes de turno (inflación, inseguridad, pobreza, despidos, falta de crecimiento de la economía, endeudamiento externo y avance del narcotráfico, entre otros).
Al igual que hicieron otros gobiernos, se terminó buscando un enemigo, y en este caso parecería que son “los trabajadores”.
Se busca instalar la idea de que existen trabajadores que ganan mucho o son privilegiados, trabajadores que son “peligrosos y muy conflictivos” o trabajadores que “son vagos”, entre otras frases discriminatorias, descabelladas y desafortunadas que se escuchan en algunos medios de prensa.
En primer lugar, no existen trabajadores que ganan mucho. Existen trabajadores que -gracias a la lucha de destacados dirigentes sindicales históricos (a muchos de ellos les costó sangre, sudor y lágrimas, como fue el caso de Agustín Tosco) lograron importantes Convenios de Trabajo; es decir, fueron conquistas sindicales, lo que es absolutamente meritorio por donde se lo vea.
Es lamentable escuchar que se critique a trabajadores con sueldos dignos. ¿Qué mensaje directo o indirecto se busca imponer a la ciudadanía con esta idea? ¿Acaso los trabajadores son más buenos o mejores si tienen sueldos de miseria o por debajo de la línea de la pobreza?
En segundo lugar, no existen trabajadores “peligrosos y muy conflictivos”. Existen trabajadores que con dignidad defienden sus derechos enérgicamente, sin arrodillarse ante ningún gobernante para pedirle migajas.
Parecería que buscar tener un salario digno en este país o buscar mejores condiciones de trabajo, nos transforma en peligrosos o demasiado conflictivos. Un absurdo total.
Habría que preguntarse, por ejemplo, ¿si los trabajadores argentinos tuvieran salarios dignos y mejores condiciones laborales, deberían tener que salir a reclamar por sus derechos? El derecho a huelga es un derecho constitucional que debe ser respetado y garantizado.
En tercer lugar, no existen trabajadores “vagos”. Todos nos levantamos, cumplimos nuestras tareas diarias, horarios de trabajo y nuestras obligaciones. Mediante el trabajo, llevamos el plato diario de comida a nuestras familias.
Parecería que en el fondo, sólo se busca profundizar la grieta entre los propios ciudadanos. Buscar confrontar trabajadores con trabajadores… ¿Divide y reinarás?
Nuestros gobernantes deberían abocarse a hacer mejor su trabajo, para que los argentinos vivamos dignamente, para que dejemos de estar en una mediocridad generalizada, para que tengamos un país que funcione con normalidad, y para que salgamos del pozo en el que estamos inmersos desde hace años, con gobiernos de distinto signo político que han pasado con los mismos problemas sin resolver.
Ningún país serio del mundo funciona sin trabajadores y con salarios de hambre. Ningún país serio del mundo estigmatiza los reclamos laborales o dice que sus trabajadores son vagos. Ningún país serio del mundo ajusta el bolsillo de los trabajadores. Quizás deberíamos preguntarnos finalmente, si algún día seremos un país serio.
* Carlos Emanuel Cafure es abogado laboralista y delegado Gremial del Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba.
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