Miguel Najdorf, además de ser uno de los artífices que catapultaron al ajedrez argentino a los primeros planos a nivel mundial, también fue un gran mecenas del juego ciencia sobre todo en la última etapa de su vida.
En estas columnas ya hemos contado la trágica historia de este gran maestro polaco que se quedó a vivir en Argentina tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939, cuando vino a participar del Torneo de las Naciones en Buenos Aires.
En esta oportunidad vamos a reconocer su faceta como organizador de grandes eventos ajedrecísticos. En 1990 Najdorf inauguró su serie de torneos magistrales que llevaban su nombre y que concitaron la presencia de destacados grandes maestros internacionales, entre ellos ex campeones mundiales como Anatoli Karpov y Mijail Tal.
Precisamente este último, conocido como el “Mago de Riga”, estuvo en el país en 1991, un año antes de su muerte. Considerado uno de los grandes genios que ha dado el ajedrez, Mijail Tal fue campeón mundial en 1960, cuando derrotó a otro gran exponente del tablero: el ruso Mijail Botvinnik. Aquél año, con 23 años, rompió la marca de ser el campeón más joven de la historia. Recién en 1985 lo superaría Garri Kasparov, quien con 22 años alcanzó la máxima corona tras superar a Karpov.
Tal, “Misha” para los amigos, fue un maestro muy carismático, dueño de un gran sentido del humor y muy querido por la feligresía ajedrecística. Ese carácter afable hacía que pudiera enfrascarse en partidas rápidas contra cualquiera que lo retase en un café o donde sea.
Su estilo agresivo y audaz alteró para siempre la calma de los jugadores posicionales de su época, que no lograban refutar sobre el tablero los feroces embates de este letón. En uno de los libros de su saga Mis geniales predecesores, Kasparov se deshace en elogios para Tal: “Quizás sólo las hazañas de Morphy pueden compararse con su meteórico ascenso. Su constante disposición a incurrir en riesgos y sus fulgurantes ataques, con imprevisibles cascadas de sacrificios y salvajes complicaciones, han ejercido una enorme influencia en el pensamiento ajedrecístico de la segunda mitad del siglo XX. (…) Con su agudo juego, Tal conquistó a millones de admiradores a lo largo y ancho del mundo. Esto le valió la reputación de poeta incansable que sin esfuerzos abatía los fundamentos de la escuela posicional (cuyos pilares eran entonces Botvinnik y Smyslov). Sin duda personificaba las mayores esperanzas de la sociedad postestanilista, aportando un nivel de libertad sin precedentes”.
El problema de este gran maestro siempre fue su frágil estado de salud. Esto debido, en gran parte, porque no se cuidaba. Podía llegar a fumar hasta 3 paquetes de cigarrillos por día y era conocida su adicción a las bebidas alcohólicas. Incluso, llegó a ser adicto a la morfina.
Es conocida en el mundillo ajedrecístico la historia del botellazo en la cabeza que recibió en un bar de La Habana, tras escaparse con Victor Korchnoi de la delegación soviética que estaba disputando las Olimpíadas de 1966. La marca que le dejó el golpe en la frente lo acompañaría toda la vida.
Producto de sus excesos, el “Mago de Riga” dejó muy pronto este mundo. Murió a los 55 años. Genna Sosonko, un gran maestro ruso nacionalizado holandés, escribió en su libro Siluetas del ajedrez ruso: “La causa de su muerte fue, oficialmente, una hemorragia en el esófago, pero en realidad todo su organismo había dejado de funcionar. Fue enterrado en Riga, la ciudad donde había nacido, en un cementerio judío junto a las tumbas de sus familiares. Tenía 55 años. En sus últimos tiempos parecía tener más edad de la que en realidad tenía, pero nunca lo asocié con un hombre viejo –siempre siguió siendo Misha”.
YENDO DEL BANCO AL HOTEL
La historia ahora se sitúa en Buenos Aires, en abril de 1991. En la segunda edición del Torneo Magistral Miguel Najdorf. Para Córdoba, la competencia tuvo un particular interés porque jugaba el maestro internacional cordobés Carlos Boissonnet.
El joven oriundo de Marcos Juárez tuvo que medirse con grandes maestros de la talla de Michael Adams, Jesús Nogueiras, Julio Granda, el gran “Misha” Tal, entre otros. También se hacía un lugar una joven Claudia Amura, una verdadera prueba de fuego para una de las mejores jugadoras de la historia del ajedrez argentino.
“En mi partida con Tal me pasó algo curioso -cuenta Boissonnet, quien llevaba las piezas negras-. Tenía que hacer una jugada de alfil que me reportaba ventaja, y que había visto en mis cálculos, pero que finalmente no hice. Terminé perdiendo la partida. Sin embargo, en el análisis postmortem, Tal me mostró cómo ganaba, precisamente con ese movimiento de alfil”.
Como consuelo, al “Boiso” le queda la partida rápida que le ganó al excampeón mundial. “Y no le di la revancha porque en ese momento nos llamaron para la ceremonia de clausura del torneo”, aporta.
Claudia Amura relata una situación similar en su partida con el Mago de Riga. “Fue una partida muy reñida, llegamos a un final igualado, pero cometí un error en la jugada 40. En lugar de irme con el Rey para el lado correcto, me fui para el otro. Siempre pensé que iba a perder, por eso me sorprendió haber aguantado tanto”.
Amura tenía “terror” de perder todas las partidas teniendo en cuenta a los “monstruos” que debía enfrentar. Al final, terminó haciendo 2,5 puntos y pudo mostrar sus aptitudes.
Tanto Amura como Boissonnet recuerdan que Tal jugó algunas partidas en la habitación de su hotel a causa de su frágil estado de salud. En aquella época, yo realizaba la cobertura del torneo desde la Redacción de La Voz del Interior en barrio Alta Córdoba.
En una de las rondas, el único resultado que me faltaba era precisamente el de la partida de Misha, quien había jugado en su cuarto. Como nadie en la sala de juego sabía con certeza cómo había sido la suerte del excampeón mundial, me vi obligado a llamar al hotel y pedir que me pasaran a la habitación de Tal.
Debo decir en mi contra que la posibilidad de hablar con un grande del tablero, una leyenda viviente del tablero, me aceleró el corazón. Cuando del otro lado del teléfono una voz ronca dijo: “Hello”, las palpitaciones subieron a mil. Mi inglés no me ayudó en ese momento, pero me presenté como “Juan Carlos Carranza, a journalist of a newspaper from the city of Córdoba”. “Ah ok, ¿how are you?”. “Fine, thanks, mister Tal. I want to know the result of your match with” un rival que ahora no recuerdo. “Ah! It was draw”, dijo arrastrando la erre, típico de aquellos lares. Inmediatamente, un macanudo mister Tal comenzó a contarme cómo había sido la partida y los pormenores del empate. Al parecer el tipo tenía ganas de seguir hablando, pero la emoción y mis nervios ya me habían dominado por completo, de manera que corté la comunicación después de un lacónico “Many thanks, mister Tal”.
Cuando logré recuperarme, miré a mis compañeros de la sección Deportes y triunfante les conté: “Acabo de tener una breve charla telefónica con un excampeón mundial”.
(*) Juan Carlos Carranza es periodista especializado en ajedrez.
Datos:
Mijail Tal nació en Riga el 9 de noviembre de 1936 y murió en Moscú el 28 de junio de 1992. Fue el octavo campeón del mundo de ajedrez. Es considerado por algunos como “el mejor atacante de la historia”.
Bonus track:
Las posiciones finales del Magistral Najdorf 1991: 1°) Granda (Perú), Tal (URSS) y Nogueiras (Cuba), 8,5; 4º) Fedorowicz (EE.UU.), 8; 5º) Milos (Brasil), Dolmatov (URSS) y Adams (Gran Bretaña), 7,5; 8º) Barbero, Panno, Cifuentes (Chile), 6; 11°) Larsen (Dinamarca) y Boissonnet, 5; 13º) Ricardi, 4,5; 14°) Amura, 2,5.
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