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[Historias de 64 casillas] Los guardaespaldas cordobeses de Karpov

Karpov a punto de jugar simultáneas en la peatonal Rivera Indarte. (Foto: Gentileza Raúl Grosso).

A esta historia la he contado varias veces, como me hace notar mi colega y amigo Raúl Grosso, pero uno siempre tiene la ilusión de que el público se renueva. Sobre todo, las generaciones más jóvenes, que no tuvieron la posibilidad de estar justo allí, ocupando el mismo espacio con esas leyendas del ajedrez que, en definitiva, alimentan la magia de este juego, un insondable y apasionante cosmos de 64 casillas.

Vamos a situarnos en la ciudad de Córdoba, en el caluroso febrero de 1982. La comunidad ajedrecística cordobesa esperaba con ansias la llegada del entonces duodécimo campeón mundial Anatoly Eugenevich Karpov.

Karpov, “Tolia” para los amigos, había llegado al país para tomar parte del IV Torneo Magistral Internacional de Ajedrez Clarín, que se jugó en el Salón Versailles del Hotel Hermitage, en Mar del Plata, donde terminó en un discreto cuarto puesto.

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En su defensa, vamos a decir que Karpov vino a Argentina en plan de relax. Y no era para menos, ya que un par de meses atrás había logrado sacarse de encima por segunda vez a Víctor Korchoni, al revalidar su título de campeón mundial en la ciudad italiana de Merano.

En aquel momento “Víctor, el Terrible” era la principal amenaza para la joven estrella soviética y el hecho de haber ganado convincentemente el match era esperable que pudiera sobrevenir un tiempo de relajación ajedrecística, y qué mejor que hacerlo en la bella Mar del Plata.

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Karpov había llegado acompañado por el gran maestro soviético Lev Polugaiesvsky, quien en el volumen 5 de Mis geniales Predecesores de Garri Kasparov hace referencia a esta situación: “El mundo del ajedrez está acostumbrado a ver que Karpov siempre finaliza primero. Pero no podemos olvidar que hace apenas dos meses que finalizó el encuentro de Merano y que, durante todo este tiempo, el campeón mundial ha sido, literalmente, ‘bombardeado’ con exigencias públicas, de aficionados y celebraciones de modo que no ha podido descansar debidamente (…)”.

Kasparov añade que hubo otras cosas que distrajeron a Karpov en aquél momento: “Con la bendición de los más altos dirigentes del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética), fue elegido presidente del Fondo Soviético por la Paz”.

Hay que mencionar que luego de que fuera ungido campeón mundial por la incomparecencia de Bobby Fischer, Karpov fue elegido como símbolo para la juventud en la Unión Soviética, donde el ajedrez era una cuestión de Estado. De hecho, cuando Kasparov estaba en franco ascenso hacia la cúspide, un alto político soviético le mandó un claro mensaje a Garri: “Ya tenemos un campeón, no necesitamos otro”.

SIMULTÁNEAS EN LA PEATONAL

El 28 de febrero se hicieron presentes Karpov y Polugaiesvsky en la peatonal de Rivera Indarte, en pleno centro de la ciudad de Córdoba, dispuestos a jugar partidas simultáneas con aficionados y maestros locales. Ciertamente, fue un gran acontecimiento que los más veteranos de la comunidad ajedrecística cordobesa tienen grabado en la memoria.

Los mentores de aquella visita de Karpov fueron Raúl Grosso, entonces presidente de la Unión Cordobesa de Ajedrez (UCA), y un habitué de esta columna: Héctor Luis “El Avión” González, como ya hemos dicho, uno de los máximos dirigentes que ha dado el ajedrez vernáculo.

La información de las partidas simultáneas la aporta Grosso. Karpov perdió una sola partida, frente a Gerardo Bazán e hizo tablas con los jóvenes Fabián Moscovich y Liliana Burijovich, y con Rodolfo Gaete y Omar Méndez.  Venció a Raúl Monier, Aris Yosifides, José Fernández, Miguel Litovicius, Raúl Grosso, Nelson Barsky, Sebastián Brizuela, Raúl Núñez, Miguel y Juan Pablo Rosetti, Osvaldo Buraschi, Horacio Pirozzi, Ariel Alonso, Ricardo Minguillón, Miguel Vivas y Luis Agnolón.

Polugaievsky, por su parte, perdió con Félix Doering e hizo tablas con “El Avión” González, Jorge Hefty y Juan Martínez. Su score fue 21 partidas ganadas, una perdida y tres tablas.

El encargado de hacer la movida inicial de la simultánea fue Rubén Pellanda, quien un mes antes había sido designado gobernador de Córdoba por la Junta Militar.

No pasó desapercibido para la muchedumbre que se agolpó para ver al ídolo, el grueso saco de lana que llevaba puesto Karpov, nada apropiado para el “calorón” cordobés de febrero. Igual, “Tolia” estuvo muy predispuesto y de buen humor.

PRALINEROS, BARRENDEROS, DIARIEROS…

Para Anatoly Karpov, símbolo de la Unión Soviética, no era una cuestión menor la seguridad. Sobre todo, al arribar a un país con un gobierno de facto, enemigo del comunismo internacional.

Cuando la comitiva de dirigentes fue a recibirlo al aeropuerto, según el relato de Héctor Luis González, se encontraron con la reticencia de Karpov de bajar del avión si no aparecían los guardaespaldas.

“¡Claro que no habíamos previsto ningún guardaespaldas!”, me admitió “El Avión” cuando me contó la historia en la sección Deportes de La Voz del Interior, cuando el diario estaba en barrio Alta Córdoba.

Lejos de mostrar sorpresa por la petición, González le explicó a Karpov, traductor mediante, que se había dispuesto un discreto operativo de seguridad, con agentes secretos camuflados de los más diversos oficios, desde diarieros hasta barrenderos.

“Anatoly ¿Ve a ese señor que está pasando el escobillón? Es un agente nuestro”. Y así con un sinfín de operarios del aeropuerto. La cuestión es que Karpov se creyó el cuento de “El Avión” y partieron rumbo a la peatonal.

Por supuesto, tampoco estaba prevista la contratación de personal de seguridad en el centro de Córdoba. Por lo que González, a medida que iban caminando hacia el lugar de las simultáneas, fue señalando a un vendedor de praliné, a un tipo que pasaba en bicicleta, a otro que leía el diario en la parada del colectivo como sus agentes secretos.

Vaya a saber cuántos cordobeses, aquél tórrido 28 de febrero de 1982, sin enterarse, se convirtieron en los guardaespaldas de Karpov.

(*) Juan Carlos Carranza es periodista especializado en ajedrez.

Datos: En febrero de 1982, en el IV Torneo Magistral Internacional Clarín en Mar del Plata un ajedrecista argentino derrotó por primera vez a un campeón mundial en vigencia. Fue Carlos García Palermo quien venció a Karpov.

Bonus track: Las posiciones finales de ese Magistral Clarín de Mar del Plata de 1982 en el que Karpov salió cuarto: Jan Timman, 9,5 (sobre 13); Lajos Portisch, 8; Yasser Seirawan, 7,5; Anatoly Karpov, 7,5; Lev Polugaevsky, 7,5; Ulf Andersson, 7; Bent Larsen, 6,5; Carlos García Palermo, 6; Miguel Najdorf, 6; Fernando Braga,  5,5; Oscar Panno, 5,5; Miguel Quinteros, 5; Zenón Franco Ocampos, 5; Sergio Giardelli, 4,5.

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