La muerte de Alexander Alekhine, el cuarto campeón mundial oficial de ajedrez, es uno de los grandes misterios de la historia de este juego. La autopsia indicó que uno de los máximos genios del tablero falleció a los 53 años, atragantado con pedazo de carne mientras cenaba en la habitación de un hotel en Estoril (Portugal).
Esa es la historia oficial, pero hay algunos indicios que invitan a pensar que, en realidad, el verdugo de José Raúl Capablanca fue asesinado. La última foto tomada por la Policía ayuda un poco a sostener esa hipótesis: se lo ve a Alekhine yaciendo sentado frente a una mesa con platos de comida y un infaltable tablero de ajedrez. Su rostro se parece al de un hombre dormido.
De haberse atragantado con un pedazo de carne, dicen quienes abonan la teoría del crimen, habrían quedado signos de un Alekhine tratando de zafar de su asfixia, tal vez tirando los platos de la mesa o volcando la silla. En cambio, se lo ve con el rostro impasible y sin el color característico de una anoxia. La postura médica interviene en este punto especulando que el trozo de carne atragantado pudo haber coincidido con un fulminante ataque al corazón.
Pasen y lean, esta es la triste historia de este gran jugador de ajedrez nacido el 31 de octubre de 1892 en Moscú y muerto, como ya dijimos, en Estoril el 24 de marzo de 1946. Un hombre que, como millones de personas, debieron soportar las penurias de dos grandes guerras mundiales. Si hoy padecemos las consecuencias de una pandemia global, ni remotamente podemos compararlas con el sufrimiento que la humanidad padeció en estas dos catástrofes bélicas.
El interés por la vida de Alekhine surge porque este mes se cumplieron 93 años de su gloriosa e inesperada gesta en Buenos Aires, cuando en 1927 le arrebató el título de campeón mundial al llamado “Mozart del ajedrez”, el genial cubano Capablanca.
COLABORACIONISTA
En uno de sus volúmenes Mis geniales predecesores, Garri Kasparov sostiene lo que algunos biógrafos de Alekhine dicen sobre su colaboración “obligada” con el régimen nazi en la Segunda Guerra Mundial.
Pero no nos anticipemos. Antes, cuando estalla la Primera Guerra Mundial en 1914, Alekhine es sorprendido jugando un torneo en Mannheim (Alemania) y es retenido por la Policía alemana junto a otros maestros rusos como sospechosos de “espionaje”. Uno de estos maestros cuenta que los policías alemanes esgrimieron como pruebas las planillas con las anotaciones de las partidas, ¡como si estas fueran códigos secretos!
El regreso a Moscú, tras ser intercambiado por presos alemanes en Rusia, tampoco le deparó grandes alegrías. Es que unos años más tarde, en 1917, la Revolución Rusa confiscó la fortuna de su familia, amiga del zar Nicolás II. Y en 1919 es detenido en Odesa como sospechoso de espionaje.
Durante este período, el régimen bolchevique le impidió a Alekhine seguir participando en torneos internacionales y cumplir su sueño de ser campeón mundial. A partir de ese momento, en lo único que pensaba Alekhine era en salir de Rusia. Lo que consiguió en 1921, cuando viajó a Francia y nunca más regresó. Allí se casó con la primera de sus cuatro esposas, una periodista suiza 13 años mayor que él, lo que a “la postre” sería una constante en su vida: relacionarse con mujeres mayores.
Seis años después, Alekhine adquirió la nacionalidad francesa y en 1925 homologa sus estudios de leyes en la Universidad de la Sorbona de París. Quizá este fue el tramo más tranquilo en la vida de Alekhine, durante el cual visitó muchos países y llegó a hablar hasta seis idiomas: ruso, francés, alemán, inglés, español y portugués.
Precisamente, el punto más alto de su carrera se da en esta etapa de su vida, cuando en 1927 despoja del título a Capablanca en uno de los encuentros más legendarios en la historia del ajedrez.
OTRA GUERRA
En 1939, Argentina tuvo un protagonismo inusitado en el concierto del ajedrez mundial. Entre el 24 de agosto y el 19 de septiembre nuestro país organizó el Torneo de las Naciones (como se conocía entonces al evento que luego se transformaría en las olimpíadas de ajedrez) en el que participaron 27 equipos y un total de 133 jugadores, entre ellos, Capablanca en el equipo cubano, y Alekhine en el francés.
Durante el torneo estalló la guerra. A diferencia de muchos maestros europeos que tuvieron que quedarse en Argentina, Alekhine regresó a Francia en enero de 1940 para alistarse en el ejército.
Hay quienes sostienen que Alekhine se apresuró en volver a Europa para no darle la revancha a Capablanca. Esto hubiera sido mucho menos tortuoso que volver a Francia y quedar detenido por el alto mando de la Wehrmacht, que conocía la fama del campeón mundial.
Kasparov ofrece una versión de estos hechos: “En la primavera de 1941 los alemanes le permitieron a Alekhine viajar a Lisboa, pero a un alto precio: sin su esposa (la última, Grace Wishaar, millonaria estadounidense de origen judío) y a cambio de una escandalosa serie de artículos antisemitas, “Ajedrez Ario” y “Ajedrez Judío”, publicados en Francia, Holanda y Alemania. Para salvar la vida y lograr la libertad de Grace, el campeón aceptó las condiciones de los nazis. Volvió a Praga y comenzó a jugar en competiciones bajo los auspicios de la Unión Ajedrecística de la Gran Alemania”.
Existen muchas controversias en relación a si realmente Alekhine fue el autor de estos textos. En 1945, el propio maestro admitió haberlos escrito, pero dijo que luego fueron alterados por funcionarios de la Gestapo.
Ya en las postrimerías de la guerra, el gobierno del Tercer Reich le permitió marcharse a la neutral España en 1943. Pese al entusiasmo de los españoles, Alekhine estaba en ese momento física y anímicamente destruido. Además de estar completamente entregado al alcohol. “Me han destruido dos guerras” escribió por entonces.
Por esa época el hígado y la tensión arterial eran los principales riesgos para su salud, pero Alekhine no tenía ni la más mínima intención de dejar de beber.
Ya finalizada la Segunda Guerra Mundial, Alekhine se refugia en Estoril (Portugal), donde vive de sus exhibiciones de simultáneas y la caridad de sus amigos. En 1946, cuando el mundo del ajedrez comienza cobrar nuevamente vida, la federación inglesa asume la reorganización del campeonato mundial y convoca los cinco mejores jugadores del mundo, a excepción de Alekhine, poseedor de la corona mundial, a quien acusaban de colaboracionista nazi.
Mijail Botvinik, el ganador de ese torneo, seguía considerando a Alekhine como campeón mundial y le escribió una carta para invitarlo a jugar un match en Moscú. Esa pequeña luz de esperanza hizo que Alekhine dejara la bebida y comenzara a prepararse para el encuentro.
Sin embargo, la historia nos devuelve al principio, a la habitación de un hotel en Estoril, donde encontraron muerto al gran Alekhine. ¿Cómo murió? Un trozo de carne atragantado, un ataque al corazón o veteranos de la Resistencia Francesa que se la tenían jurada por traidor.
* Juan Carlos Carranza es periodista especializado en ajedrez.
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