Al escritor, crítico literario y profesor Noé Jitrik, que murió este jueves a los 94 años años en Colombia tras no haberse recuperado del accidente cerebrovascular que sufrió hace un mes en ese país, la pandemia lo sorprendió en un período de gran vitalidad creativa que derivó en la aparición de dos libros, uno publicado el año pasado y el otro hace apenas unas semanas, y al que no asignaba condiciones especiales.
“Me asombra que para algunos la edad sea objeto de curiosidad -decía a Télam-. Si desde hace 60 años preparo el desayuno todos los días, ¿por qué no seguiría escribiendo todos los días desde hace 70?”, se preguntaba.
Entre las coincidencias que shockean, está sin duda el momento de su muerte, concretada el mismísimo día en que se anunció a la francesa Annie Ernaux como ganadora del Nobel de Literatura, al que había sido postulado a principios de año por un grupo de artistas, escritores e intelectuales que, en una carta enviada a la Academia Sueca, destacaron su “escritura original y sorprendente”. Entre los firmantes de la postulación estaban Mempo Giardinelli, Luisa Valenzuela y Roberto Ferro a la que luego se sumaron nombres como la mexicana Elena Poniatowska, el pintor Luis Felipe Noé y la escritora chilena Diamela Eltit.
La carta para la Academia Sueca resume la escritura y actividad literaria del autor bonaerense, casado con la escritora Tununa Mercado, con quien tuvo dos hijos, el físico Oliverio Jitrik y la artista plástica Magdalena Jitrik. La propuesta decía entre otras cosas: “Junto a Borges, Cortázar o Juan Gelman, por no citar sino sólo algunas referencias del país de los argentinos, Noé Jitrik es, un profeta y precursor en la expresión del espíritu hispanoamericano del siglo XX”.
“En primer lugar, estoy bien, lejos de Buenos Aires y sin haber sido afectado por el perverso Covid. En segundo lugar, estoy al tanto, salió algo en algunos lugares; en tercer lugar, no soy yo quien tiene que opinar sobre la iniciativa, seguramente quienes la tomaron podrán decir algo”, decía con su singular humildad el casi centenario crítico y escritor cuando cuando Télam lo consultó por la postulación al célebre galardón.
Jitrik murió en la mañana del jueves, en la localidad colombiana de Pereira, adonde había llegado para dictar una serie de conferencias que no llegaron a tener lugar porque en el medio sufrió un accidente cerebrovascular que lo fue languideciendo de a poco. Después de una agonía irremontable su cuerpo ya no resistió y se fue en la compañía de su mujer y sus dos hijos, que habían viajado especialmente a Colombia para acompañarlo. Con su partida, queda atrás una vigorosa generación de críticos y pensadores que buscaron tender puentes la literatura, la política y la sociedad del siglo XX.
Poco antes de viajar, había avisado que daría entrevistas para acompañar el lanzamiento de su último libro, “El círculo”, una novela que escapa a las clasificaciones, con la misma ligereza que lo hizo siempre Jitrik. El texto había sido lanzado por Interzona, el mismo sello que el año pasado le publicó la novela “La vuelta incompleta”, un desafío o juego literario con el formato de un policial, donde los mecanismos de escritura quedan a la vista, pero de una forma ornamentada y realmente magistral ligada a la trágica historia de esos vuelos que marcaron a los argentinos en los setenta.
¿Existe algún ritual para dejar de escribir ensayos literarios y empezar a narrar ficción?, le preguntó Télam en una entrevista que tuvo como excusa la presentación de ese libro. Su respuesta llegó sagaz y afable, fiel a su estilo: “Me siento liviano en el ensayo, alegre en el poema y pesado en el relato; pero el sueño que nunca me ha traicionado y siempre me ha traído alguna solución, me depara regalos diferentes, siempre oportunos, una idea, una situación, una frase que, en todos los casos, desata un nudo o me permite empezar o me ayuda a seguir. Eso es escribir para mí”.
Trabajó en las universidades de Buenos Aires, y las Nacionales de Córdoba y Autónoma de México.
Jitrik había nacido en la ciudad de Rivera, del partido bonaerense de Adolfo Alsina, en el límite con La Pampa, el 23 de enero de 1928. En sus 94 años de vida siempre se mostró vital y trabajador, como lo recordaban sus compañeros de Contorno, la revista que había integrado junto a otros grandes intelectuales como David Viñas, Ismael Viñas, León Rozitchner, Oscar Masotta y Carlos Correas.
La primera tarea abordada por el escritor y el resto de los colaboradores asiduos de Contorno fue elaborar una profunda revisión crítica del pasado argentino para ofrecer, dentro del ámbito cultural en el que se movían, una solución a la problemática nacional. Dentro de este planteamiento original, durante los dos primeros años de vida de la revista, Noé Jitrik, los hermanos Viñas y sus compañeros de inquietudes políticas e intelectuales se ocuparon casi exclusivamente de asuntos literarios, siguiendo ese programa de reordenamiento de la tradición cultural argentina que aspiraba a establecer una nueva línea de acción dentro del plano intelectual.
En 1966 escribió el guion de la película “Todo sol es amargo”, protagonizada por Lautaro Murúa, Federico Luppi y Héctor Alterio entre otros. A partir de 1973, luego del golpe de estado de Onganía y de los gobiernos de facto de Levingston y Lanusse, se hace cargo de la cátedra de Literatura Hispanoamericana en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Al poco tiempo viaja a Francia para trabajar en una universidad gala.
En 1974, Jitrik trabaja en México como profesor y a mediados de ese año fue señalado como enemigo de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), y debe exiliarse junto a su familia en México, ciudad en la que continúa su labor de docente e investigador en El Colegio de México, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
En 1987, ya en Argentina, comienza a trabajar como investigador principal en el Consejo de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Conicet). En 1990 dirige la revista de análisis discursivo y semiótica “sYc”.[cita requerida]
En 1987, inicia su retorno a la Argentina, haciéndose cargo de la misma cátedra; como marca distintiva de su modo de concebir la tarea intelectual, reúne un equipo de profesores para encarar la empresa, proponiendo una íntima vinculación entre la conciencia crítica y una ética de circulación del saber que tiene como objetivo la libre disposición de sus resultados.
Su tarea en el ámbito institucional de la Universidad de Buenos Aires es de una fecundidad extraordinaria y ha contribuido decisivamente al desarrollo de las diferentes carreras de postgrado del área de Letras y como Director del Instituto de Literatura Hispanoamericana ha sido el eje sobre el que un notable grupo de investigadores ha ampliado sus actividades formulando proyectos libres de toda imposición, emanada de las exigencias propias de otros ámbitos académicos o, simplemente, de las efímeras promesas de la moda.
A partir de 1997 comienza a trabajar en un proyecto de historia de la literatura argentina que le propone la editorial Emecé; la dirección de los 12 tomos de la colección “Historia Crítica de la Literatura Argentina”, que hace hace posible un vasto campo de reflexión sobre la memoria como una obra en curso, plural y conflictiva.
Desde 1991 es director del Instituto de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Buenos Aires.
En los territorios de la ficción, Jitrik ha publicado “La fisura mayor” (relatos, 1967), “Llamar antes de entrar” (relatos, 1972), “Citas de un día” (novela, 1992), “Mares del sur” (novela, 1997), “Long Beach” (novela, 2006), “Destrucción del edificio de la lógica” (novela, 2009), “Cálculo equivocado” (2009), que reúne su poesía escrita entre 1983 y 2008; “Atardeceres” (2012), “Casa Rosada” (2014), “El río de las terneras atadas” (2014),” La nopalera” (2016), “Terminal” (2016) y “Tercera fuente” (InterZona, 2019), además de los mencionados “La vuelta incompleta” y “Un círculo”.
> Con información de TÉLAM.
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