(Por Carlos Vicente). El gobernador Juan Schiaretti anunció esta semana un recambio en su equipo de gobierno, dentro del cual figura la designación como presidenta de la Agencia Córdoba Cultura (en los hechos Ministra) de la legisladora Nora Bedano, electa por Córdoba Podemos en las elecciones de 2015. El tema tiene varias aristas, pero nos vamos a detener en una de ellas: el significado de la mudanza de la legisladora de un bloque político a otro.
Mudanza política que por cierto tiene vastos antecedentes y parecen muy fluidos en los últimos tiempos. Nos quieren acostumbrar -y a que lo aceptemos sin cuestionar-, a informaciones que nos hablan de legisladores que fueron electos por un partido, con una propuesta o programa, y luego cambian de lugar y votan en sentido contrario. El voto de Diego Bossio a favor del pago a los fondos buitres o el de Miguel Pichetto hace pocos días por la ley de baja de las jubilaciones, son los casos emblemáticos, pero no los únicos. Esto explica cómo el gobierno de Mauricio Macri ha hecho aprobar sus proyectos, cuando no tiene mayoría propia en ninguna de las dos Cámaras del Congreso, o por lo menos, no obtuvo las mayorías con los votos.
El gobierno de Mauricio Macri ha hecho aprobar sus proyectos, cuando no tiene mayoría propia en ninguna de las dos Cámaras del Congreso, o por lo menos, no obtuvo las mayorías con los votos.
En nuestra Provincia han ocurrido cosas parecidas.
Los candidatos de Córdoba Podemos fueron electos con una propuesta que se posicionaba como la opositora real a Unión por Córdoba. El argumento era que las políticas conservadoras del delasotismo eran de matriz neoliberal y enfrentadas a las políticas que llevó adelante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, aislando a la Provincia del proyecto de ampliación de derechos e inclusión social desplegado durante doce años en el país.
¿Qué ha cambiado en la realidad política y social nacional y provincial que justifique semejante brinco o mudanza de un lado al otro de lo que se denominaban antípodas políticas?
El cambio sin dudas es que Unión por Córdoba, que durante sus gestiones tuvo un sostenido enfrentamiento y diferenciación política con el gobierno de Néstor y Cristina Kirchner desde una posición “cordobesista”, ha cambiado en estos dos años a una relación de cercanía y subordinación al gobierno de Macri. Hoy Schiaretti es una pieza clave en el armado del bloque de gobernadores PJ que firmaron el Pacto Fiscal, y garantizan con sus “nuevos” bloques de Senadores y Diputados (presididos por Pichetto y Bossio, respectivamente) el voto y aprobación (hasta aquí en Senadores) del paquete de leyes que expresan una política de ajuste permanente (Previsional, Laboral y Fiscal).
Lo que se mantiene inalterable en los 18 años de Gobiernos de Unión por Córdoba, es su carácter conservador y neoliberal, hoy acentuado por el alineamiento expreso con las políticas de ese corte ideológico que lleva adelante el gobierno de Macri. Esto se expresa en un tema emblemático como es el apoyo a la ley que modifica el sistema de actualización de jubilaciones y pensiones a la baja continua y –escondida bajo la manta- la armonización del sistema jubilatorio provincial con el nacional antes de 2019 (firmado en el pacto de los Gobernadores con el Presidente).
De esta situación, hay que decir que el momento elegido por la Legisladora de Córdoba Podemos Nora Bedano para saltar de una posición a otra y convertirse en “ministra de Cultura” de Unión por Córdoba, no responde a un acuerdo político programático o convergencia de posiciones. Más bien hay que concluir que ella y su grupo político de Villa María han mudado de lugar y de posiciones, por lo menos desde el punto de vista del compromiso que asumió ante sus votantes, de lo que dijo y propuso representar y sobre todo de su lealtad y representación del proyecto kirchnerista.
Lo de Bedano, se inscribe en la misma línea que el viaje de Ricardo Visani, electo legislador por la lista de Córdoba Podemos que asumió en el bloque de Union por Córdoba, y el pase de los diputados nacionales Ernesto Bernabey y Andrés Guzmán, del Frente para la Victoria a las filas del oficialismo macrista votando nada más y nada menos que la ley que autorizo el pago a los Fondos Buitres y el re-inicio del endeudamiento externo acelerado de estos dos años (2015/17), algo que jamás hubieran imaginado sus votantes cuando metieron su boleta en la urna.
Este modo de actuación tiene consecuencias muy claras sobre la realidad.
En primer lugar porque modifica el sistema de mayorías y minorías, pero no a partir del voto, sino desconociendo la voluntad del votante, y esto rompe el cimiento constitucional de la democracia. Por lo tanto, alimenta el descreimiento de la ciudadanía en la política y en las instituciones democráticas, que tienen como sentido básico el de la re-presentación popular, que se sostiene en el mandato/contrato entre el ciudadano-elector y el diputado elegido, y en el consecuente compromiso de éste en la acción parlamentaria o gestión pública.
En segundo término, tiene consecuencias de carácter negativo en el espacio político al que pertenecen (o pertenecían) estos legisladores, no tanto por la pérdida de representantes, o el arrastre electoral de los mismos, sino por la confusión que estas posiciones generan en la sociedad, y principalmente en todos aquellos sectores que se oponen a las políticas sostenidas por el gobierno de Macri, mas aun en un momento de decisiones cruciales para la vida de sectores enormes del pueblo.
El tema en discusión no es si un individuo puede o no cambiar de posiciones, sino que en la mudanza, ése individuo, no arrastre el cargo para el que fue electo como si fuera de su propiedad, sino que lo deje (o sea renuncie) y sea la ciudadanía la que resuelva nuevamente con su voto.
Es un planteo de sentido común. Pero el deterioro institucional que está provocando la derecha con su restauración conservadora, nos debe llevar a pensar y replantear las cuestiones básicas que hacen a la confianza popular en la representación política y a la existencia de la Democracia.
* Abogado.
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