A Héctor “Pichi” Campana ni con barba candado lo podemos asimilar a un matemático, sin embargo, en la entrevista que le dio el miércoles a este medio, disparó una serie de reflexiones sobre el básquet argentino que merecen el uso de una herramienta de la matemática. Decía, no es matemático, pero en su presentación hay que poner: es el máximo goleador de la Liga Nacional de Básquet. Entonces, como si lanzara su rendidor e infalible tiro de 2 puntos, que todo el mundo sabía que iba a lanzarlo, pero que nadie podía impedírselo, Campana esbozó lo que se puede dar en llamar “El Teorema del Pichi”. Pensamientos que nuestra Liga Nacional, gestora de la Generación Dorada y tantísimos grandes jugadores, parece haber perdido.
Para aquellos que no lo saben, un teorema es una proposición cuya verdad se demuestra. Pues eso es lo que ha hecho. A continuación, la proposición:
-1) “(En la Liga Nacional) podrían ser menos equipos para que aumente un poco más la competitividad del calendario”.
-2) “En este contexto de crisis se hace difícil también mantener aquellos jugadores que se destacan en un equipo, porque inmediatamente se van a jugar al exterior, entonces eso hace que no haya jugadores para pagar una entrada”.
-3) “Se ha hecho un avance con el tema de la televisación de los partidos y hubo un progreso en el producto de La Liga”.
-4) “Es verdad que antes el básquet era otro, pero era una Liga muy desafiante, donde existía una rivalidad marcada entre varios equipos, hacía que la gente se sintiera más identificada con los equipos”.
En la primera proposición, Pichi deja flotando una idea fuerza: la competitividad (medida hacia adentro y respecto de otras Ligas). Y un factor: la cuestión económica. No es posible garantizar lo primero sin lo segundo. Menos equipos, con más recursos, podría generar mayor competencia entre ellos, sería el concepto que deja traslucir. La Liga demostró que cuando hubo competitividad hubo grandes espectáculos, mucha gente en las tribunas y un crecimiento de la calidad de todos.
Hoy, en la Liga existe una fuerte diferencia de billeteras, lo que ha consolidado una elite de clubes, por un lado, y un relleno con el resto, por otro. Puede parecer una idea para la crisis, pero el planteo del ex jugador de Atenas, GEPU, Banco de Córdoba, River y la selección, tiene una poderosa razón: como en cualquier actividad, hay que buscar el número adecuado de equipos para una competencia. ¿Argentina, con los recursos que posee, puede construir una Liga competitiva en el tiempo (independientemente de la crisis) con 20 equipos o hay que acotarla como sucede en otros países? En España, la ACB tiene 18 equipos y allí, los recursos son mayores a los argentinos. Es una Liga que está por encima de la Argentina, hay más equipos en niveles superiores y posee una fuerte competencia y rivalidad. Mientras que, en Brasil, compiten 12 clubes en el formato actual de la Liga.
Sobre la segunda cuestión, Pichi plantea una máxima: no hay jugadores para pagar una entrada.
Por cierto, la base de un producto-espectáculo es la popularidad. Y esta condición está dada por la masividad, que es la penetración del deporte (futbol, básquet, vóley, automovilismo), en términos generales, en la sociedad; a las figuras que lo practiquen (grandes jugadores, sea técnicamente o por popularidad); y a las instituciones que participan y su arraigo (clubes).
Otra vez aparecen los recursos en el medio, que hace que los jugadores que tienen condiciones para convertirse en figuras partan con rapidez a ligas “más ricas”. En este contexto, la relación público-figuras se rompe y se debilita el deporte general. En décadas anteriores, esta cuestión estaba saldada con el propio Campana, Marcelo Milanesio, Miguel Cortijo, Juan Espil, Jorge Racca, Fabricio Oberto, Andrés Nocioni, Leo Gutiérrez, el Colorado Wolkowisky, Paolo Quinteros, o Facundo Campazzo, entre otros jugadores nacionales; o con muchos extranjeros que supo atraer la Liga, que entraban dentro de esa categoría que señala el presidente de la Agencia Córdoba Deportes. En la actualidad, poquísimos clubes poseen protagonistas de ese calado y la mayoría de los “chicos” parten al exterior antes de terminar de construir ese idilio con el público.
Con el tercer factor, el producto Liga y la televisación, se dio un paso adelante de carácter estratégico, fundamental de acuerdo a la experiencia NBA o ACB. ¿Hasta dónde habría llegado la Liga Nacional, en los ’90 o la primera década de este siglo, con los jugadores y rivalidades que había, de la mano de la TV según el esquema actual? Seguramente, mucho más arriba de lo que lo hizo. Sin embargo, no hay tele que valga si la Liga es un cascarón vacío. No hay producto que sólo por salir en TV o estar en redes pueda sobrevivir sin sustancia.
Respecto del último punto que remarca Campana, hay una poderosa verdad. Sólo basta ver cuando se juegan los clásicos entre Instituto y Atenas, en Córdoba; Quimsa y Olímpico, en Santiago del Estero; Peñarol y Quilmes (hasta la Liga pasada), en Mar del Plata; y Regatas y San Martín, en Corrientes. Se moviliza el público del básquet y un poco más allá también.
Se trata de rivalidades deportivas que sostuvieron la pasión por el básquet, que son parte de la identidad barrial, ciudadana o provinciana. Pero no sólo eso, la Liga siempre las supo tener, muy intensas, que le dieron vida, trascendencia y elevaron su calidad (la de los clubes y la de los jugadores).
Por ejemplo, Atenas las tuvo con Ferro, Olimpia de Venado Tuerto, Boca, Estudiantes de Olavarría o Peñarol, por citar algunas de ellas. Hoy, salvo los clásicos, esas rivalidades se han desteñido. Ni siquiera los ingresos de clubes muy grandes como Boca o San Lorenzo, han podido vitalizar ese elemento.
De hecho, Boca pese a sus tres títulos ligueros, llena muy pocas veces “La Bombonerita”, su pequeño estadio. A San Lorenzo le ha ido mejor en cuanto a convocatoria, se nota que el básquet tiene tradición en la institución de Boedo, pero la gran disparidad de “billetera” lo ha puesto en otra dimensión, ajena a la realidad de los otros 19. Ni siquiera hay temperatura de clásico con Boca.
En 35 años de competencia, el torneo más federal de todos, no ha podido “argentinizar” a los clubes de provincia, los porteños han sido reacios a aceptarlos, por eso los dirigentes siempre intentan que algún “grande” del futbol ingrese en la competencia. Se hizo con Racing y con River, sin buenos resultados, primero; hasta que llegó Boca y se afirmó en la Liga y aportó al producto Básquet y a la TV. Con San Lorenzo eso mejoró más aún. Pese a todo ello, la Liga no es más fuerte, y el capítulo “rivalidad”, que es fruto de la competencia entre “clubes parejos” y de las figuras “taquilleras”, está pendiente.
Héctor “Pichi” Campana. Pichi para todos. Cuando lo veías mirar para otro lado era porque iba a ir para el aro, que era algo así como su casa. Ahora dijo lo que todos dicen saber. Habrá que ver si alguno puede resolverlo.
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