(Por Máximo Brizuela *) Suele existir una mala costumbre de derrotismo y desprestigio de los propios argentinos para con su país. No digo que sean la mayoría, pero suele retumbar en alguna mesa de café o encuentro con amigos, algunas frases que nos ponen siempre como el “mal ejemplo”; haciendo comparación con otros países.
Esas críticas suelen ser muy parciales y hasta a veces frívolas en su analogía. Poniendo ejemplos de situaciones banales que no suelen ser cuestiones trascendentes que hacen a la cultura, ciencia, educación, etc.
Mi país, el tuyo, el nuestro, es una gran república soberana con hitos que no solo nos enorgullecen o debería enorgullecernos como argentinos, sino que tiene el reconocimiento mundial por ser una cualidad que otras naciones del mundo no poseen o muy pocas de ella lo hacen.
La universidad pública, gratuita y de calidad es una herramienta de ascenso social, de libertad y de igualdad de oportunidades que desde su implementación permitió que todos los hijos de obreros pudieran ir a estudiar a la par de aquellos hijos de las familias aristócratas de su momento.
Esa decisión de la gratuidad de la universidad permitió a lo largo de las décadas que personas de recursos bajos y medios se conviertan en prestigiosos profesionales, que de otra manera, bajo un sistema arancelado les hubiera sido imposible.
Quizás la costumbre de lo que lleva tanto tiempo entre nosotros nos hace olvidar de su importancia. Hoy con la baja presupuestaria que el gobierno nacional destina a las universidades su funcionamiento está en riesgo.
La última actualización del presupuesto no es más que una medida a cuentagotas que brinda un pequeño respiro, pero que sigue teniendo el desinterés de un gobierno, que vale la pena recordar, no cree en la misma y aspira que la misma funcione con un sistema de vouchers.
Nuestras universidades nacionales no solo son espacios académicos en donde nuestro hijos/as y nietos/as pueden estudiar una carrera de grado y postgrado, son espacios de formación profesional, de investigación científica, de cultura e identidad de un país que debería golpearse el pecho por la calidad de sus casas de estudio y accesibilidad para su población y los residentes del mundo.
El martes 23 como Consejo Directivo, junto a jóvenes de la Casa del Estudiante, nos movilizaremos en la gran marcha convocada para la defensa de la Universidad Pública, Gratuita y de Calidad. Es el futuro de nuestros hijos, es el futuro de nuestro país y no debemos permitir que ninguna marea troglodita y circunstancial de nuestros tiempos, la destruya.
* Máximo Brizuela es secretario General del Sindicato Regional de Luz y Fuerza (SiReLyF).
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