-No tiene ninguna multa, no?
-No, no tengo-.
Así comienza el diálogo que fue registrado entre un cabo primero de la Policía Caminera de Córdoba y un desprevenido conductor al que detuvieron.
“Ahí le explico la situación”, le dice el cabo. “Son dos tipos de infracción: una por pasar entre los conos y dos por no poner la luz de giro”, le espeta al conductor.
Con el fin de forzar una situación para el cobro de una coima, le advierte al conductor que a “cada acta de infracción de ésas cuesta 5 mil pesos”.
Continúa diciéndole: “Imagínese si no le estaría arruinando las vacaciones y el paseo”, chicanea el uniformado.
Pero sin que el conductor le pida nada, el policía continúa: “Serán perdonadas esas multas. Vamos a aprovechar que en la licencia de conducir no tiene nada”.
Lo que podía sonar como un aparente acto de compasión no es otra cosa que un anticipo de lo que está por venir: “Fíjese si tiene algo para dejarnos y lo dejamos continuar”.
El muchacho le advierte que no es mucho lo que pueden ofrecerle, a lo cual el policía responde: “No hay problema”.
“Dóblelo chiquitito, por favor”, es la última e insólita orden del uniformado, antes de ingresar su mano en la cabina del vehículo, retirar el dinero, y despedirse con un “gracias”.
Según los datos recabados por ENREDACCIÓN, el uniformado interviniente en este manifiesto acto de corrupción sería el cabo primero Daniel Ludueña, información que no ha podido ser constatada aún por autoridad policial. Tampoco hubo precisiones sobre el lugar donde ocurrió el episodio cuyos pormenores quedaron registrados.
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