Rodrigo Guerrero logra sumergir al espectador junto a Sofía, la protagonista de su película, por los paisajes de Venecia, convirtiéndolo en testigo directo de la tristeza y la incertidumbre con la que recorre la ciudad. Venezia es una sucesión de postales de sus rincones no conocidos y un viaje emocional profundo.
Recién llegado del Festival de Cine Mar del Plata, el director cordobés estuvo presente en el estreno exclusivo de su tercer trabajo, que podrá verse esta semana en el Cineclub Municipal. Una película sin grandes pretensiones, que su pequeñez e intimidad alcanzan para retratar de manera contundente la angustia frente a una pérdida.
El guión también es suyo, aunque la idea inicial comenzó a desarrollarla en conjunto con la actriz Paula Lussi, luego de escuchar una anécdota sobre una pareja, a quienes le había sucedido algo parecido a lo que se cuenta en Venezia. El primer día de luna de miel el esposo se muere y la viuda decide continuar con el viaje que tenían planificado. Rodrigo quedó conmovido por lo irremediable de la muerte y la sensación de enfrentarse con la finitud de las cosas. “Me interesaba esa sensación de quedar desorientada, ese momento más inmediato después de la noticia, donde uno no entiende nada, y solo quiere dejarse ir, abandonarse”, cuenta.
Para eso, lleva al personaje por los márgenes de la ciudad italiana. “Me interesaba reflejar cómo ella necesita escapar, la imposibilidad de no poder disfrutar esa Venecia turística y anhelada. Sofía boya sin rumbo, como si quisiera huir”. Encima el personaje no habla el idioma y las conversaciones que mantiene durante la historia no están subtituladas, remarcando el sentimiento de desolación.
Las decisiones estéticas son acertadas. “Trabajamos con un esquema documental, aunque sea una ficción, todo lo que pasa en el contexto es real. El tono climático de las imágenes tiene que ver con lo que es la ciudad en noviembre y diciembre. En la película está potenciado lo que es realmente, quisimos aprovechar y optimizar lo que ofrecía, esos días nublados, apagados”, explica. Rodar en formato 4:3, es decir con pantalla cuadrada, fue una propuesta del director de fotografía Gustavo Tejeda, lo que colaboró sustancialmente a que sea una película bien lograda.
Guerrero es uno de los realizadores que abrió una nueva etapa del cine local. Su primera película El invierno de los raros se estrenó en simultaneo con otras películas cordobesas que trascendieron, como De Caravana e Hipólito. “Soy uno de los que decidieron no irse, quedarse acá para apostar a generar trabajo y producción en Córdoba. Aporto como cineasta independiente, planteándome ciertas temáticas y poniéndolas en juego en los films”, dice el nacido en Alto Alberdi. Sin embargo, no se considera localista, “si hay gente con más inquietud en reflexionar sobre el entorno concreto, yo he laburado sobre cuestiones más existenciales”.