La clase trabajadora debe luchar por la Patria, frente a un gobierno que demuestra ser anti Patria, anti pueblo y marcadamente anti trabajador. Desde que asumió el actual gobierno nacional, lo único que hizo fue empeorar todos los indicadores de la economía micro y macro del gobierno nacional anterior.
Aniquiló el poder adquisitivo de los trabajadores y de los jubilados, con una mega devaluación de casi el 120%, ocasionando un aumento geométrico de números de la pobreza. Liberó todos los precios de la economía, para que “El Dios Mercado” maneje nuestras vidas a su antojo, pisoteando nuestros derechos como consumidores. El resultado fue el aumento en un solo día del 38% en el precio de los combustibles, aumentos abusivos e injustificados en precios de alimentos y en medicamentos por encima el 200%, subas desmedidas en el valor del transporte urbano e interurbano de pasajeros, e incrementos descontrolados en el valor de las prepagas, entre muchas otras cosas más.
Dolarizó el precio de todo en la economía argentina, con un país que tiene salarios y jubilaciones en pesos. Esto claramente es adrede, y en contra de todos nosotros. Sus medidas de gobierno, solo benefician a los sectores más concentrados de ricos, exclusivamente.
Impulsó un D.N.U. (70/23), que no solo es inconstitucional por donde se lo mire, sino que entre otras cosas, ese Decreto de Necesidad y Urgencia en varios puntos, entrega hasta la soberanía territorial y de los recursos naturales de la República Argentina a potencias extranjeras. Solo un traidor a la Patria podría promover semejante entrega, pero también solo miserables, y también traidores a la Patria, podrían acompañar a que prospere esto.
Impulsó un Proyecto de Ley Ómnibus, que también es un proyecto basura, en su totalidad.
Ambas iniciativas, tanto el D.N.U. 70/23 y el Proyecto de Ley Ómnibus, son pura basura. Ninguna mejora la vida del pueblo. Ambas, le arruinan la vida a la gente. Parte del D.N.U. sigue vigente, y los resultados del mismo para el pueblo, son contundentemente ruinosos.
Quieren además privatizar empresas del Estado que funcionan bien y que no tienen problemas financieros; desean acabar con la industria nacional; y volver a la Argentina pre-peronista con su intención de reforma laboral regresiva, que solo persigue la finalidad de eliminar derechos y conquistas obreras históricas; y promueven imponer un modelo de esclavitud laboral moderna del siglo XXI en esta Nación.
Están provocando el cierre masivo de pymes, comercios y miles de negocios, producto de la recesión inducida que pusieron en marcha, a base de medidas económicas de ajuste y ajuste a la gente.
Como ciudadano, siento que este gobierno nacional, sumado a todos los funcionales que lo acompañan, quisieran destruir el país, destruir al pueblo argentino y llevarnos a la desintegración nacional.
El pueblo no debe consentir jamás que ningún gobernante de turno (sea quien sea) haga sus caprichos personales y que los mismos signifiquen poner en riesgo la Patria, la vida de las personas, y el futuro de todos nosotros.
Hay tres poderes en esta República. El Ejecutivo, que lo considero el peor gobierno nacional en la historia de la democracia por lejos (peor que el de De La Rúa, aunque tiene varios miembros de la alianza adentro y que fueron parte de quienes nos llevaron al 2001). El Poder Legislativo, que esta semana en el Senado le puso un freno al D.N.U. 70/23, votando la mayoría en contra. Y el Poder Judicial, que también ha cumplido su función de control de constitucionalidad, por ejemplo al declarar en varios Tribunales Inconstitucional el capítulo IV del D.N.U. 70/23, de reforma laboral.
Ahora bien, este gobierno ha demostrado ser quien viene por los derechos laborales, por los Convenios Colectivos de Trabajo, por el salario, y ahora pretende volver a saquear aún más los bolsillos de quienes trabajan poniendo nuevamente el impuesto a las Ganancias.
Este mismo Presidente, cuando fue legislador nacional votó en contra de la aplicación de Ganancias a los trabajadores, es quien lo quiere volver a aplicar, actuando a lo “casta política tradicional”.
Ni un paso atrás. No hay que permitir más ningún tipo de ajuste salarial. No debemos permitir que se discuta ninguna reforma laboral que nos perjudique. No hay que resignar ni un solo derecho laboral. No debemos permitir que se vuelva a aplicar ganancias a quienes trabajan. Ese es un impuesto confiscatorio, regresivo, nefasto y de corte neoliberal. Ni un paso atrás. Llegó hora de que la C.G.T. deje la tibieza que la viene caracterizando y la dirigencia se ponga a la cabeza de un plan de lucha nacional, y si no quieren luchar, que se vayan y dejen esa conducción a dirigentes con sangre en las venas.
No queremos más sindicalistas condicionados, que calladitos observan en silencio, cómo la vida de sus afiliadas y afiliados empeora día a día, sin hacer lo que deben hacer.
El presente y el futuro de la Patria, necesita que todas y todos demostremos estar a la altura de las circunstancias, no solo por nosotros, sino también por las futuras generaciones.
* Carlos Cafure es abogado laboralista.
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