(Por Máximo Brizuela). Solemos decir que los tiempos cambian, que el futuro llega cada vez más rápido y debemos adaptarnos a él.
Somos testigos de cambios tecnológicos y comportamientos sociales, contantemente. Las formas de comunicarnos y expresarnos son un claro ejemplo de esa evolución. Lo que antes solo podíamos expresar para un grupo reducido de amistades y familiares, ahora lo podemos hacer para un gran número de seguidores en redes sociales. Ni hablar de la inmediatez del mensaje, que permite mantener una comunicación fluida con personas de todas partes del mundo.
No hay nada de negativo en el alcance masivo de un mensaje, pero estoy convencido que las nuevas formas de comunicación representan una mayor responsabilidad, por parte de quienes emitimos o replicamos un discurso.
Vivimos en tiempos en los que estamos a un “clic” de compartir información de dudosa procedencia, sin chequear y que muchas veces resulta totalmente falsa.
Los motivos de por qué lo hacemos pueden estar en los prejuicios o ideas previas que tenemos sobre algo o alguien, entonces buscamos reafirmas lo que ya creemos, aunque no tenga ningún sustento comprobable.
La era de las denominadas “Fake New” pisan fuerte, no solo en redes sociales sino en medios de comunicación de renombre y en personalidades con una gran responsabilidad social, por el cargo que ocupan.
En muchas de esas situaciones alimentan cierto discurso de odio, con base en una indignación moral que, expresa un descontento extremo. Allí suele nacer el deseo de eliminar al que se considera enemigo bajo argumentos morales.
Es muy difícil que bajo este contexto exista una convivencia democrática y es tarea de todos de que la haya, porque si estas situaciones se acentúan pueden desencadenar en hechos de gravedad, como el que vivimos hace una semana con el intento de asesinato de la vicepresidenta, Cristina Fernández.
Así como al recuperar la democracia construimos pactos sociales con el Nunca Más, hoy debemos replantearnos como actuamos en nuestra vida diaria, para que la violencia no sea un medio de expresión o argumento válido.
Existe una necesidad de que haya una verdadera unión entre nosotros, a pesar de las disidencias. En pleno siglo XXI es necesario que construyamos un nuevo pacto social o reforcemos los que creíamos haber construido. No todo es válido en la disputa de ideas. Creo que podemos vivir en un mismo suelo pensando de manera distinta, sin descalificar ni pretender que el otro sea destruido.
Finalmente quisiera hacer hincapié en los ámbitos de expresión. Si en verdad buscamos ser escuchados para que nuestro aporte sea tenido en cuenta, debemos hacerlo en los lugares que corresponde, más cuando se tiene la oportunidad. Podría citar como ejemplo lo que ocurre en nuestro sindicato que, durante meses el Consejo Directivo del SiReLyF llevó a cabo un gran número de asambleas y visitas a los lugares de trabajo, justamente para que los compañeros y compañeras se expresen libremente.
Debemos asumir nuestra responsabilidad, porque la falta de compromiso no puede ser suplida con mensajes en redes sociales.
El poder del cambio y la paz que pretendemos nos tiene como protagonistas, el odio no nos llevará a ningún lado, recuperemos la discusión política con argumentos, con ideas sólidas, sin chicanas y sin odio, porque este último no construye nada.
* Máximo Brizuela es secretario General del Sindicato Regional de Luz y Fuerza (SiReLyF).
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