Señor director:
Nonnita Santina, ¡te extraño mucho! Y no soy la única. Hoy está de moda tu nombre! El 9 de julio significaba mucho para nuestra familia! Era feriado pues era el día de la Independencia argentina y era tu cumpleaños! Todos celebrábamos ese acontecimiento. Éramos muchos, y eran tiempos difíciles. Aunque la casa era chica, nos divertíamos con la presencia del otro. Ya estás junto a tu marido, a tus hijos, con tus hermanos y tus amigos, ”la furlana”, “la gallega” y todos aquellos que no eran de tu tierra natal (una Italia que te trató muy mal, y que te olvidó) como a tantos emigrantes europeos, con sus herramientas. Hombres simples, honestos, que bajaron de los barcos, perseguidos por el hambre y la miseria. Llegaron a la Argentina, buscando un país que pudiera cobijarlos. No traían dólares, ni armas, sólo honestidad, trabajo y dignidad para construir una familia de amor, solidaridad y altruismo. Desamparados de su tierra, abandonados a su suerte.
Europa tenía valores morales esenciales que hoy carece. Debería responsabilizarse por sus ciudadanos, quienes en el momento en que su patria los requirió, lucharon noblemente, cediendo su vida o parte de ella. Sin embargo hoy, ni siquiera los recuerda.
Nonna Santina nos dejaste como herencia algo que vale más que ese dinero que no hubo el día que te fuiste. Nos enseñaste con el ejemplo, que a sangre y sudor se lograba todo, cumpliendo el mandato bíblico “ganarás el pan con el sudor de tu frente”. Quizás esos valores hoy no sean redituables, y sí, en cambio, escasos. Pero han significado mucho para tus descendientes y son los pilares de esa Patria Grande, que estamos perdiendo.
Adriana C. Lenardon
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