Una vez José Omar “Pato” Pastoriza notó algo llamativo en el vestuario: Mario Eduardo Bevilacqua (60) estaba arrodillado rezando. El Pato estaba sorprendido porque miraba al cielo, rezaba y pedía por sus compañeros que entraban a la cancha para que no se lesionaran. Con el tiempo, Bevilacqua, un tremendo goleador, pasó a ser conocido por todo el mundo como “El pastor”.
El goleador que nació en La Banda, provincia de Santiago del Estero, estuvo a punto de dejar al futbol por que sufrió una escoliosis de columna producida por un golpe que recibió en la cadera, lo que le provocó que la cuarta y quinta vertebra lumbar se inclinaran hacia la parte izquierda del cuerpo.
Bevilacua recuerda que le produjo una pubalgia y “empecé a tener dolores en el bajo vientre”. Terminaron colocándole un clavo de 3 centímetros. Tenía 21 años y parecía el final de la carrera futbolística del pastor: “Fueron tres meses de mucho dolor y estaba alejado de las canchas y entrenadores. El dolor era terrible”.
Hacia un año que estaba en Talleres y pasó a River, visitó médicos y masajistas para ver si mejoraba su lesión, pero como no podía recuperarse decidió transformarse en un mensajero de Jesús, por eso el apodo de “El pastor”: “Me aferré a Dios y le pedí un milagro para mejorar mi columna, al cuarto mes volví a entrenar y por eso me convertí en un adorador de Dios y empecé a hablar con él. Les cuento que Dios me salvo la vida hace más de cuarenta años”.
En la actualidad Bevilacqua trabaja en el club Mitre de Santiago del Estero y recuerda con emoción que en Talleres fue el máximo goleador del club en Primera División, donde disputó un total de 269 partidos oficiales y convirtió 75 goles.
Hubo un hecho que me involucra en su historia. Un domingo a la tarde, llegaron a la agencia Clarín, en ese entonces sobre avenida Colón, en el centro de Córdoba, Mario, Raúl Villareal, presidente de Medea, y “Pichi” Fauro, gerente de Talleres. Me rogaron hacer una nota con Bevilacqua para que el día lunes pudiera firmar en el Deportivo Español. Hice levantar una nota de la sección deportes, puse la de Mario y, al otro día, Julio Grondona aprobó el pase del jugador. Meses más tarde, “El pastor” firmaría para River.
El santiagueño nació el 31 de octubre de 1963, disputó 309 partidos. Vistió las camisetas de Talleres, River, Deportivo Español y Filanbanco de Ecuador.
Por diferentes razones no pudo jugar en Boca, San Lorenzo, Independiente y Racing. El representante era Settimio Aloisio, que no tenía buenas relaciones con muchos dirigentes. Dice que “al principio, en River no me animaba a rezar y por eso me escondía en un rincón, pero siempre le pedí a Dios que nadie se lesionara”.
“El Flaco” César Luis Menotti siempre lo tuvo en cuenta y fue quien le pidió a los dirigentes de River que lo contrataran. Al DT de la selección argentina campeona del mundo en 1978, le gustaba su forma de juego, sobre todo la potencia que tenía.
Cuenta que se encuentra bien económicamente (“cuidé y cuido el dinero que gano”), y que se lleva muy bien con Guillermo Raed, presidente de Mitre. “Acepte volver a Santiago para estar junto a mi familia y amigos”, afirma en una charla telefónica.
Una cosa curiosa le ocurrió en Boca, donde ya tenía todo arreglado para jugar: Se hizo la revisión médica y un empresario le tenía que llevarle el dinero a Carlos Heller (dirigente de Boca en ese tiempo) para concretar la operación, pero el empresario nunca llegó. El santiagueño se quedó con las ganas y no pudo firmar con Boca.
Bevilacqua recuerda, en el final de la charla, que una de sus felicidades fue haber ayudado a edificar Medea -el club que se encuentra en Villa Libertador, en Córdoba Capital- junto a Raúl Villareal, Pascual Noriega, Miguel Barrios y otro puñado de jugadores. “Uno de mis orgullos, es haberme puesto la camiseta de Medea”, confiesa.
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