El Estado sudafricano ha denunciado por genocidio al Estado de Israel ante la Corte Internacional de Justicia. Este Tribunal es el órgano judicial principal de la ONU creado por la Carta de Naciones Unidas de 1945. Su objetivo es reglar conflictos internacionales a fin de mantener la Paz en el mundo.
Sus sentencias son jurídicamente vinculantes para todos los Estados que integran la ONU. Aunque en la realidad no tienen ninguna fuerza ejecutoria. La CIJ carece de fuerzas armadas o policiales para hacer cumplir sus decisiones. El único impacto que tendría una sentencia contra el Estado de Israel seria moral y político.
Hoy tenemos en el mundo cinco guerras activas o en progreso de ejecución: Ucrania, Franja de Gaza, Yemen, Corea y China. Y la CIJ con competencia plena para intervenir en estos conflictos, está ausente.
En el mundo del siglo XXI la fuerza del derecho internacional ha sido reemplazada por la fuerza de las armas nucleares y la fuerza del poder económico.
La demanda de Sudáfrica ante la CIJ es jurídicamente sólida y políticamente valiente. La conducta de Israel en Gaza encuadra en este tipo penal internacional tal como es definido por la “Convención para la Prevención y la Sanción del delito de genocidio” de 1948: “Persecución de un grupo nacional, étnico, racial o religioso con la finalidad de su destrucción total o parcial”. Las víctimas de genocidio hasta hoy se calculan en 25.000 civiles palestinos.
Sudáfrica sostiene con razón que el brutal ataque del terrorismo de Hamas no justifica el genocidio palestino.
Tampoco lo justifica Auschwitz. No es nada fácil denunciar a un Estado por genocidio, cuyo pueblo fue víctima del genocidio más grande de la historia.
Pero allí aparece el legado de Nelson Mandela con sus 26 años de prisión y tortura en pleno Apartheid. El Mandela que, como presidente elegido por el voto popular, decide una inédita etapa de reconciliación del país basada en el perdón de las víctimas a sus victimarios.
Sudáfrica es el único país del mundo que tiene alta autoridad moral para denunciar lo que está pasando con la población civil en la Franja de Gaza sin riesgo alguno de caer en ningún tipo de antisemitismo.
El debate principal que nos plantea esta demanda de Sudáfrica contra Israel ante la CIJ más que jurídico, es moral e histórico: Mandela vs. Auschwitz.
Lo más importante del Caso Sudáfrica vs Israel ante la CIJ es su efecto político internacional. Lo que diga la Corte Internacional y el grado de cumplimiento de sus decisiones mostrara al mundo del siglo XXI la realidad de cuál es la fortaleza o la debilidad del orden jurídico internacional para frenar guerras y buscar la paz.
Soy de los que piensa que, desgraciadamente, en el mundo de hoy prevalecen el poder de las armas nucleares y el poder económico por sobre el Derecho Internacional.
Los países centrales, democracias o autoritarismos, aplican sin disimulo ni vergüenza, políticas de doble estándar en materia de paz, cuidado del ambiente y defensa de DD.HH. No les interesa demasiado la Corte Internacional de Justicia. Y si hay decisiones judiciales internacionales contrarias a los intereses de estos países centrales directamente no las cumplen.
De manera particular esa conducta se ve en el continente americano con los EE.UU. que no reconoce autoridad alguna a la Corte Penal Internacional, ni a la Corte Interamericana de DD.HH., ni tampoco a la Comisión Interamericana de DD.HH. La democracia más grande del mundo niega el valor jurídico vinculante de la Declaración Americana de DD.HH. a pesar de integrar la Carta de la OEA de 1948 y haber sido ratificada por el Senado Americano en 1951.
En el Caso 12.254 ante la CIDH “Víctor Saldaño contra EEUU” el Informe de Fondo de la Comisión Interamericana 76/16, consideró probado el “racismo “en el sistema judicial americano y ordeno la liberación del argentino. Los EE.UU. han declarado que no cumplirán con esta sentencia del más alto Tribunal en DD.HH. de América porque consideran que la Declaración Americana sobre DD.HH. –piedra angular del Sistema americano de DD.HH.- no es un tratado vigente para ese país. La República Argentina con su silencio avala esta indignidad de la democracia más grande del mundo que no acepta ninguna sentencia que condene a sus actos.
Como síntesis y colofón digo:
1- Que la conducta de Sudáfrica es de enorme decencia moral y política. Y con claro encuadre jurídico internacional.
2- Que los actos de terrorismo por más salvajes y crueles que sean no justifican jamás el genocidio. Los argentinos tenemos una larga experiencia en este punto. Los Crímenes de Montoneros y del ERP no justificaron jamás al Terrorismo de Estado.
3- El valor de una Sentencia de la Corte Internacional de Justicia es político y moral y nada más.
4- En el siglo XXI la fuerza de los países centrales y con armas nucleares prevalecen sobre la fuerza del derecho internacional.
Nos queda la esperanza de que Israel acate la medida Cautelar de la CIJ y se logre una tregua o un Alto del fuego y permita ingreso de agua y alimentos a la Franja de Gaza. Eso dependerá en gran medida de los EE.UU. que son su estado protector. Ese sera el valor real de una Sentencia de la CIJ.
* Juan Carlos Vega. UC Córdoba. UC Lovaina. Ex presidente de la Comisión de Legislación Penal de la HCDN.
> VER MÁS ARTÍCULOS DE JUAN CARLOS VEGA.
—
> ENREDACCIÓN trabaja con información de TÉLAM.
SUSCRIBITE A DOSSIER360.
SUSCRIBITE A ENREDACCIÓN.
RECIBÍ EL NEWSLETTER DE NOTICIAS DE ENREDACCIÓN EN TU E-MAIL.
CONTACTO CON LA REDACCIÓN DE ENREDACCIÓN.
Hugo Fridlender
9 febrero, 2024 a 00:15
Excelente artículo ! Estoy totalmente de acuerdo…