El respeto es la consideración de que algo es digno y debe ser tolerado.
Es digno que todas las personas sean libres e independientes de hacer lo que está enmarcado dentro de los límites de los derechos humanos. Por ejemplo, es digno para una persona plena de sus libertades y capacidades, manejarse en transporte público o en su vehículo propio (si fuera el caso) para realizar sus actividades diarias; otro ejemplo es el de elegir y estudiar una carrera universitaria (independientemente de si egrese o no).
Ya que estamos hablando de derechos humanos ¿No parece totalmente contradictorio el hecho de intentar fomentar la inclusión y querer potenciar la diversidad en un entorno meramente inaccesible? Vivimos en una ciudad en donde se construye todos los días, se hacen reparaciones y modificaciones en el entorno urbanístico, repito, todos los días. Y sin embargo la accesibilidad aparece apenas en algunos shoppings y en algún que otro baño adaptado de alguna cadena de comida rápida, dicho sea de paso, internacional. Vale preguntarse entonces ¿Es la accesibilidad algo económicamente inaccesible? ¿Es la accesibilidad algo poco rentable? Ni siquiera, la ley de accesibilidad en el trabajo incluye una serie de créditos para construir o hacer refacciones en pos de que el trabajo sea en un entorno accesible.
Entonces ¿Se trata de una cuestión de ignorancia? ¿Dónde se encuentra el límite entre la ignorancia y la falta de respeto? La expansión de la ciudad debe ser, en una primera instancia, hacia cumplir los derechos de todos, y hasta que nadie se sienta excluido o hasta que los políticos de turno no cumplan con la Convención Internacional de las Personas con Discapacidad, convenio del cual Argentina forma parte y la ley se cumpla (por ejemplo la 24901 – Sistema Integral de Protección de las Personas con Discapacidad, por mencionar una de las tantas que nos protegen), hasta que eso, mínimamente empiece a ser tema de debate, no se podrá hablar de inclusión, de respeto ni de diversidad en este país. Entonces se seguirá hablando de corrupción y de faltas de respeto.
Pero todavía estamos a tiempo de reordenar la ciudad para hacerla inclusiva, de obligar a las empresas de transporte a que todas sus unidades sean de piso bajo, de construir accesible; el Diseño Universal nos puede ayudar a construir la ciudad que todos necesitamos. Mientras tanto, a las Personas con Discapacidad nos toca vivir en la lucha por que se cumplan nuestros derechos. Y no vamos a dar brazo a torcer.
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