“El Negro vino a La Cochera una sola vez y no vino nunca más”, cuenta Paco Giménez, fundador de la sala de teatro independiente. Fue con la obra fundacional Delincuentes comunes en 1985. El actor, director y dramaturgo asegura que su teatro y el de Miguel Iriarte son completamente distintos.
Se conocieron a principios de la década del ´70 en el Teatro de la Cañada, una pequeña sala de Lisandro Selva, maestro de ambos. “Quedé relacionado con él. Hicimos El baile de los ladrones de Jean Anouilh, en el Pabellón Brujas de ciudad universitaria. Después Miguel abrió el Teatro El Boulevard en la zona del puente Avellaneda, y cuando se cierra el Departamento de Teatro y Cine de la UNC (Universidad Nacional de Córdoba), me albergó con mis actores y allí estrené la obra Hombre dramático”.
Montando al Negro Iriarte es una obra de Giménez sobre su colega. “Quería hacer un espectáculo con el grupo Los que dijeron Oh! y se me ocurrió tomar la producción dramatúrgica de Miguel, mixturando las obras sobre costumbrismo de otras épocas de Córdoba”. Dice que fue más bien “una ocurrencia, era un material escénico que le quedaba bien al grupo”. Tiene razón, porque los actores llevan muy bien el popurrí de dramaturgias de Iriarte, algunas con reescrituras de guión con sello Giménez.
No fueron amigos, se veían de vez cuando. “La verdad es que nunca me he sentado a conversar con él. Y menos del teatro, cada uno sabía lo que hacía el otro, no hubiéramos congeniado”, confiesa Paco.
¿Qué pasó cuando le contaste?
Lo hablé por teléfono y se emocionó mucho. En los ´80, cuando se fundó La Cochera nos rivalizamos, éramos un poco opuestos. El nuestro un poco excéntrico, y el de él costumbrista y popular. El murió antes de ver lo que hicimos.
¿Qué hubiera pensado?
Podría haber disfrutado de las soluciones escénicas de las que soy capaz de encontrarle al espectáculo, no sólo a las interpretaciones de los actores, sino los ritmos y escena. Podría haber visto lo suyo desde otra luz, le hubiera gustado. En el espectáculo hago la alegoría de su encuentro con su pareja, la peluquería que compartían, eran los dos peluqueros. En el espectáculo hago aparecer algo parecido al encuentro amoroso de ellos. Son como delitos perpetrados contra su obra, que era lo que podía hacer y que estaba bueno. A lo mejor se conmovía.
Montando al Negro Iriarte. Diferentes obras del dramaturgo son hilvanadas entre sí y resueltas con mucho humor. El absurdo del teatro del “Negro” encuentra asidero en los actores y actrices que van mutando de personajes en el mismo tiempo que se aprecia una estrella fugaz. También tiene sus momentos musicales integrados al desarrollo de la obra. El barrio –San Vicente para Iriarte- sus personajes e historias, pero “con una mirada desde hoy”, dice Giménez. Y agrega: “Es teatro hecho por cordobeses. Todo el equipo: doce actores, dos técnicos y yo”.
Los domingos de abril en La Cochera.
Actúan: Verónica Ripoll; Mario Gorostidi; Karina Juric; Sergio Heredia; Natalia Saez Kohan; Mónica Morea; Ernesto José Salas; Jorge Ismael Juárez; Javier López; Lucas Sole; Paula Lombardinelli; Marcelo Trujillo y Dimas Games. Iluminación: Pablo Chiartta. Dirección: Paco Giménez.
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