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[Historias de 64 casillas] Fischer y Carlsen, los campeones que abandonaron

El campeón Magnus Carlsen. (Foto: Gentileza IChess).

Hasta la fecha sólo dos campeones del mundo en pleno ejercicio, y al parecer por distintas razones, decidieron no revalidar su condición frente a un legítimo retador: Robert James Fischer en 1975 cuando tenía que enfrentar a Anatoli Karpov, y Sven Magnus Carlsen, casi 50 años después, otra vez contra Ian Nepomniachtchi.

La decisión de Bobby Fischer de no defender su título contra el “hijo de la promesa” soviética todavía es motivo de especulaciones. Muchos se inclinan a pensar que el estadounidense se perdió en los laberintos de su mente infinita, atrapado por sus fobias y por el miedo enorme de perder.

Picadas

Sobre este asunto, el periodista y gran maestro holandés Hans Ree hace referencia al cuento de Jorge Luis Borges La casa de Asterión, una reinterpretación del mito del Minotauro que espera con ansias que algún redentor lo libere de su terrible soledad laberíntica. “El Minotauro apenas se defendió”, dice Teseo en palabras de Borges. Tal vez Fischer haya visto en Karpov al Teseo que venía a liberarlo de la “maldición” de estar en la cima del olimpo ajedrecístico.

El estadounidense Bobby Fischer. (Foto: Gentileza Chess.com).

O, quizá, la explicación sea más prosaica, como la que ensayó el excampeón mundial Tigran Petrosian, la “Boa Soviética”, quien señalaba que la desaparición de Bobby del ajedrez fue porque descubrió que su repertorio de aperturas había sido refutado. Garri Kasparov tiene una visión más amplia y una perspectiva más completa de lo que pudo haber pasado por la mente del gran Bobby en aquél momento.

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EPEC

“(Fischer) Comprendió que tendría que jugar contra el líder de una generación que había crecido a la sombra de la revolución de aperturas y que había absorbido los avances cualitativos del ajedrez. Contra un luchador de sangre fría, que no sólo sabía asimilar las lecciones de sus duelos con Polugaievsky, Spassky y Korchnoi, además de utilizar los análisis de los mejores grandes maestros soviéticos, sino también exhibir su habilidad única para absorber, digerir al instante y poner en práctica todas las ideas estratégicas válidas. Al observar el ciclo de clasificación, comprendió que Karpov resultaría especialmente fuerte en la primera parte del maratón. Bobby, en vista de su inestablidad psicológica, probablemente comenzó a sentir temor ante un mal comienzo. Sin embargo, estos temores se basaban también en la calidad de la preparación de las aperturas. Fischer percibió que en un encuentro con Karpov, su preparación podría no estar a la altura de las exigencias del momento. Angustiado por numerosos complejos, acabó encerrado en un círculo vicioso: temía no estar bien preparado, y esto, a su vez, generaba nuevos temores…”, argumenta Garri Kasparov en el volumen 5 de su saga Mis geniales predecesores.

Río Cuarto

Aunque las circunstancias son distintas, el caso de Kasparov en su momento también puede interpretarse como un renunciamiento al título oficial cuando en 1993 decidió crear su propia organización y romper con la Federación Internacional de Ajedrez (Fide, según sus siglas en francés). Conclusión, el “Ogro de Bakú” fue despojado de su título y Karpov lo recuperó tras ganar un match contra el holandés Jan Timman. Entonces, el mundo del ajedrez tuvo dos campeones: uno oficial reconocido por la Fide, Karpov; y otro oficioso otorgado por la Asociación Profesional de Ajedrez (PCA, según sus siglas en inglés), Kasparov, quien derrotó en un match al inglés Nigel Short.

Fueron momentos de gran confusión para el ajedrez mundial. Nadie dudaba que Kasparov era el número uno (de hecho, nunca dejó de encabezar el ranking), pero el título de campeón mundial recayó en jugadores impensados como Alexander Jalifman, Ruslan Ponomariov, Rustan Kazimdshanov y, un poco menos, Veselin Topalov.

Gary Kasparov y Magnus Carlsen. (Foto; Gentileza Torre 64).

El cisma provocado por Kasparov recién terminó en 2006 cuando se realizó un match de reunificación entre el ruso Vladimir Kramnik y el búlgaro Veselin Topalov, que ganó el primero.

DESMOTIVADO

Con Carlsen la cuestión es diferente, en principio: “Quiero seguir siendo el mejor del mundo sin preocuparme del Mundial”, declaró hace pocos días el noruego al hacer el anuncio de su renuncia a defender el título, justo en el Día Mundial del Ajedrez: el 20 de julio.

A principios de 2021 ya había sembrado dudas sobre su futuro como campeón cuando comentó: “Lo más probable es que juegue el Mundial en 2021 pero si gano no tengo ni idea de si volveré a jugar el próximo”. Finalmente lo jugó, y tras derrotar con facilidad a Nepomniachtchi en Dubái sugirió que sólo un adversario como el joven franco-iraní Alireza Firouzja podría motivarlo a defender la corona. “Si el aspirante es otro distinto de Firouzja es improbable que juegue el próximo Mundial”, señaló Carlsen, y cumplió.

“Lo he meditado mucho tiempo, durante año y medio. He hablado con mi equipo, con la Fide y con Ian (Nepomniachtchi), y la conclusión es que no estoy motivado para jugar otro match, que no tengo ninguna inclinación a jugarlo y que, sencillamente, no voy a jugarlo”, explicó el noruego.

El ajedrecista noruego Magnus Carlsen. (Foto: Gentileza IChess).

Hace tiempo que Carlsen le venía reclamando a la Fide cambiar el formato del campeonato mundial, algo en lo que coincide con Fischer que en su momento también exigió cambiar las reglas. Lo que el noruego pedía era mezclar partidas lentas con rápidas, para que en este último caso exista la posibilidad de que los contendientes cometan más errores y eso se traduzca en más victorias y menos empates. Como un modo de hacer más atractivos los matches. Antes de apalear a “Nepo”, Carlsen ganó sus duelos contra Sergei Karjakin y Fabiano Caruano en los desempates rápidos, ya que las 12 partidas “lentas” terminaron empatadas.

La Fide emitió un comunicado con la firma de su presidente, el ruso Arkady Dvorkovich, en el que respeta la decisión del vigente campeón aunque añade: “Su decisión de no defender el título es sin duda una decepción para los aficionados, y una mala noticia para el espectáculo. Deja un gran vacío. Pero el ajedrez está ahora más fuerte que nunca, en parte gracias a Magnus. Y el duelo por el Campeonato del Mundo, una de las tradiciones más respetadas en el ámbito del deporte, seguirá adelante”.

De cualquier manera, nadie duda que la decisión de Carslen devalúa el título de campeón mundial, como se devaluó cuando Fischer se negó a defenderlo frente a Karpov. Luego este último demostraría que era un ajedrecista fuera de serie al ganar la mayor cantidad de torneos en la historia de este juego.

Ian Nepomniachtchi (Foto: Gentileza).

Ahora, el nuevo campeón mundial saldrá del encuentro entre “Nepo” y el chino Ding Liren, quien salió segundo en el Torneo de Candidatos que terminó recientemente en Madrid. El match se jugará en abril de 2023 y al ganador no le quedará otra alternativa  que vivir bajo la sombra del noruego.

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TÍTULO DE PROPIEDAD

La historia del título de campeón mundial de ajedrez es muy curiosa: le pertenecía al campeón como si se tratara de un título de propiedad. Y normalmente era su poseedor quien dictaba las condiciones para ponerlo en juego, lo cual permitía que ocurrieran ciertas arbitrariedades y que, finalmente, los retadores no fuesen los contendientes más fuertes sino los que lograban conseguir el dinero de la bolsa de premios. Algo de esto le pasó al cubano José Raúl Capablanca, quien perdió su título frente Alexander Alekhine y nunca más pudo arreglar un match de revancha, algo en lo que el ruso-francés también tuvo que ver.

El ajedrecista José Raúl Capablanca.

El primero en reclamar oficialmente el título fue Wilhelm Steinitz, cuando derrotó en un encuentro a Adolf Anderssen en 1866 y tras vencer en el torneo de Londres de 1872. Si bien nadie intentó discutir su condición de campeón mundial, en 1883 Johannes Zukertort, quien ganó el famoso torneo de Londres por delante de Steinitz, se arrogó la condición de titular del firmamento ajedrecístico.

Entonces comenzaron las negociaciones para realizar el duelo, el que se disputó en 1886 en tres ciudades estadounidenses (Nueva York, San Luis y Nueva Orleans). Steinitz ganó el match 12,5 a 7,5 (luego de estar 4 a 1 abajo) y se convirtió en el primer campeón mundial oficial.

El título luego pasó a manos de Emanuel Lasker (este fue quien más años lo retuvo: 21), Capablanca, Alekhine, el holandés Max Euwe y nuevamente Alekhine, quien lo poseyó hasta su muerte en 1946.

A partir de ese momento, el título de campeón mundial pasó a ser una prerrogativa de la Fide, que había sido creada en 1924. En 1948 organizó un torneo en La Haya y en Moscú entre los mejores jugadores del momento: Mijail Botvinnik, Vasili Smyslov, Paul Keres, Max Euwe y Samuel Reshevsky. El ruso Botvinnik fue el ganador, lo que dio inicio al reinado de la escuela soviética. La victoria de Bobby Fischer sobre Boris Spassky en 1972, en Reykjavik (Islandia), fue apenas un sorbo en un oasis, ya que las siguientes décadas fueron dominadas por maestros de la escuela soviética como Karpov y Kasparov.

* Juan Carlos Carranza es periodista especializado en ajedrez y autor del libro “La Guerra Fría de Karpov y Kasparov y otras historias” (Ecoval Ediciones, 2022).

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