El océano es un lugar de misterio y serenidad, un espacio que, para muchos, permanece inexplorado. Romi Giorno, con su cámara, ha pasado años inmortalizando estos rincones ocultos, dando al espectador la posibilidad de ver a través de su lente.
Un Día en la Vida de una Fotógrafa Submarina
Para Romi, cada inmersión comienza mucho antes de ingresar al agua. La preparación es clave: preparar el equipo fotográfico, estudiar las condiciones climáticas, y, sobre todo, planificar cómo abordará el entorno submarino ese día. No es solo una cuestión de técnica, es un estado mental. Entrar en el agua no es solo sumergirse físicamente, sino también mentalmente, dejando atrás el ruido del mundo exterior y conectando con un mundo desconocido.
Durante sus inmersiones, Romi ha aprendido a esperar el momento justo para capturar una imagen. En el océano, no se puede apresurar a la naturaleza. Lograr una imagen interesante de un animal es un gran desafío, y depende siempre de las condiciones de ese día. Si la luz se filtra de manera inesperada a través del agua, o un cardumen de peces se mueve en una sincronía perfecta. Esos son los momentos que Romi busca capturar.
La Realidad Detrás de la Imagen
Sin embargo, no todo es calma y perfección. Como en cualquier otro trabajo, hay desafíos. La fotografía submarina conlleva riesgos, desde las corrientes impredecibles hasta los problemas técnicos con el equipo. Romi ha enfrentado estas dificultades más de una vez, y cada sesión de fotos es una lección en adaptación y superación. Lo que más sorprende de sus imágenes es cómo nos muestran lo que habitualmente no vemos: el silencio, la inmensidad, y la vida que sigue su curso lejos de nuestra vista. No se trata de buscar lo extraordinario, sino de apreciar lo que ya está allí, en su estado más natural y auténtico.
Sin dudas imágenes como estas nos ofrecen una ventana a un mundo que, aunque distante, es parte integral de nuestro planeta. Un recordatorio de que hay belleza en lo cotidiano, incluso en los lugares más inesperados.
Romi concluye: “Una de cada dos respiraciones que realizamos proviene del océano, es uno de los mayores generadores de oxígeno. Estamos más conectados al mar de lo que pensamos. Y de su subsistencia depende la nuestra”.
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