La política se organiza alrededor de los que tienen volumen político y ese volumen es fruto del apoyo social. Se trata de un principio estructurante del debate público y de la disputa de poder. La irrupción del libertario neomenemista, Javier Milei, evaporó la grieta clásica y edificó un nuevo escenario en el país. Todos los consultores de opinión pública coinciden en que la sociedad divide en tercios el apoyo electoral rumbo a las PASO del 13 de agosto, entre Juntos por el Cambio (JxC), el Frente de Todos (FdT) y el candidato libertario disfrazado de león hambriento. Sin embargo, el único que supera los 20 puntos porcentuales es Milei. El resto de los aspirantes a la presidencia, incluidos Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich o Sergio Massa, reúne entre 10 y 20 pp.
Esa foto revela que todos los escenarios político-electorales prefabricados desde 2019 hasta hoy son parte del archivo. La consolidación del diputado nacional porteño como referente de la rebeldía anti-sistema político y la decadencia económica generó que las dos fuerzas que pugnan por el poder y la representación social desde 2007 queden igualadas en el polo del “fracaso” y el “privilegio”. Sobre todo para las nuevas generaciones. Ese efecto, por cierto, tiende a diluirse a medida que se escala en el árbol de la vida. Por el momento, nadie puede prever hasta dónde puede llegar, pero está subido a la ruta y en un marco de paridad general.
Milei forzó la salida del ex presidente Mauricio Macri del combo electoral. La sociedad no le perdona su fracaso económico cuando fue presidente entre 2015 y 2019 y con su caudal electoral disminuido, debió dejar su lugar a Patricia Bullrich, la mejor posicionada de la derecha clásica y de la coalición de JxC en ese espacio.
JxC, antes Cambiemos, fue derrotado en 2019 por la alianza del Frente de Todos (FdT) por dos motivos principales: El fracaso de su política económica y la creciente inflación disparada por dos devaluaciones, la de 2018 y la de 2019. En ese marco, en estos cuatro años, la parte mayoritaria de la sociedad argentina siguió sin poder digerir aquel “trago amargo”.
Allí radica el núcleo del rechazo social que se mantuvo hacia su figura y JxC y lo que impulsó su renuncia a pelear por la candidatura presidencial en las PASO de agosto de 2023.
Por cierto, JxC no hizo ninguna autocrítica, ni mandó a la Primera B a los economistas y dirigentes que llevaron al país a la crisis económica, un endeudamiento externo destructivo y a una elevada inflación. Ese comportamiento político es el que la sociedad sancionó a partir de 2019 ¿Cómo? No lo convirtió (a JxC) en destinatario del nuevo descontento social generado por los desaciertos, la elevada inflación -superior a la del gobierno de Cambiemos- y la falta de liderazgo del FdT.
VER El “paso al costado” de Macri: JxC intenta reposicionarse para enfrentar el crecimiento de Milei.
El caso de Cristina Fernández de Kirchner es diferente. Si bien sigue siendo la peronista con mayor potencia electoral ha sido jaqueada judicialmente para evitar un eventual regreso suyo al poder, a la par que sin Macri, su contrafigura, el sector social que representa el peronismo se siente “liberado” de escanear nuevos liderazgos. No hay que olvidar que las representaciones son temporales, fruto de un conjunto de condiciones estructurales -sociales, económicas, políticas y culturales-. El tiempo de CFK con el mismo relato con el que llegó al poder ha comenzado a perder vigencia, tanto porque el peronismo ha encontrado más dificultades de las que imaginaba en esta década, como por el nuevo mapa geopolítico mundial y la globalización financiera que han vuelto obsoletas a parte de las recetas económicas y sociales de los bloques reformistas.
Dentro de ese contexto, el peronismo busca rearmarse para sostener el Gobierno en el proceso y tratar de ingresar en la segunda vuelta. Eso explica la aparición de los gobernadores, que este miércoles plantearon la inviabilidad de una competencia electoral en las PASO por la extrema debilidad del Presidente Alberto Fernández y porque existen posibilidades, pero no certezas para llegar al balotaje. Y una condición para hacerlo, es lograr la mayor unidad posible del PJ. La segunda vuelta será, por lo tanto, un objetivo de sobrevivencia. Nunca antes, una fuerza política salió indemne de un proceso inflacionario y un acuerdo con el FMI. En ese sentido, el peronismo y la historia están a prueba.
Hay que sumarle a este compendio de factores, la existencia de Milei. La crisis producto de la inflación y el acuerdo con el FMI no es sólo responsabilidad de JxC y el ex presidente Mauricio Macri. Para la sociedad, el FdT también tiene una importante porción de la autoría de lo que sucede. Desde 2011, el país ingresó en una meseta y en 2018 se desbarrancó. Los últimos seis años han sido, como dice el tango, “cuesta abajo en la rodada”. Milei es el representante de los que sufren la crisis, de ahí su fortaleza. Su discurso económico es un regreso a los años ’90 y su planteo es identificar el fracaso con “la clase política” que gobierna el país desde el regreso de la democracia. Con razón o sin ella, su eje discursivo caló y disparó un nuevo plano de debate que parece estar superando al anterior. Por eso, su tendencia ascendente convulsiona a los dos bloques que disputaban la hegemonía hasta ahora.
El revuelo que causó en JxC la negociación de Rodríguez Larreta con Schiaretti es producto del choque entre un modelo de coalición pre-Milei y otro, post aparición de Milei. Sintéticamente, el jefe de Gobierno porteño busca incorporar al Gobernador cordobés y a José Luis Espert, para ocupar los casillleros por “izquierda” y por “derecha” de JxC, para darle un ancho suficiente para ingresar a la segunda vuelta. A diferencia de Macri y Bullrich, Rodríguez Larreta interpreta que ese lugar no está asegurado (ni para él ni para la ex ministra de Seguridad) y que, en caso de llegar, deberá batallar con Milei. Por eso, para tratar de “seducir” el “voto peronista” necesita a un peronista en la fórmula, que además le dé un perfil de unidad política, que lo fortalezca ahora, para las PASO -en votos y en discurso-, y también para intentar desembarcar en el balotaje.
Schiaretti inició en enero de 2023 su apuesta para desarrollar un espacio vital para el peronismo moderado y de centro-derecha, con la idea de que se convierta en un actor nacional bajo su liderazgo. Su principal aliada, en ese marco, era la fragmentación política emergente de la crisis macroeconómica. A contar por los resultados de estas últimas dos semanas, tuvo acierto en su proyección.
Desde el volumen electoral, su figura no tiene posibilidades, en soledad, de alcanzar la presidencia, sobre todo porque la debilidad del peronismo no ha sido suficiente, al menos por ahora, para producir su implosión. Si bien ha evolucionado suavemente, ningún escenario le da al Gobernador cordobés más de 5% -en este caso, en una encuesta de Zuban, Córdoba y Asociados de mayo, por fuera de JxC y sin los candidatos radicales en la compulsa con los del Pro-. Por el momento, no ha sido medido como parte de un frente con JxC.
Cuando arrancó, en enero, su plan era ocupar la franja “moderada” para condicionar la expansión del FdT hacia ese lugar. Por eso hizo eje en criticar a Sergio Massa. Ahora, su existencia se vuelve necesaria para Rodríguez Larreta, la UCR y la Coalición Cívica, que intentan enfrentar el crecimiento de Milei y las nuevas reglas que impone, que parecen convertir en un riesgo real a Bullrich en las PASO. Aquí, Schiaretti vale por el voto cordobés y también, por el perfil con el que complementa a la coalición. Esta posibilidad, a la vez, impacta en el escenario cordobés, perjudicando las posibilidades electorales de JxC, Luis Juez y Rodrigo De Loredo.
Sin embargo, su aparición tiene otro costado: Su fracaso en atraer a otros gobernadores y dirigentes del peronismo a una experiencia por fuera del FdT indica que no hay otro peronismo que no sea el del FdT, esto es, el frente entre el kirchnerismo, los gobernadores, los intendentes del Conurbano y el Frente Renovador de Sergio Massa. Eso índica un nivel de fortaleza del oficialismo nacional, que requiere de otros factores para mantenerse en el juego, pero que no puede ser excluido. Los dados de la realidad están en el aire.
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