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Tympanoctomys barrerae, conocida como rata vizcacha. Foto: gentileza Andrea Tarquino Carbonell / CONICET.

Tympanoctomys barrerae, conocida como rata vizcacha. Foto: gentileza Andrea Tarquino Carbonell / CONICET.

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Las características del ambiente limitan o promueven los desplazamientos de las especies y determinan migraciones que afectan directamente la estructura de su población. Cuando estas especies se dividen en pequeños grupos el contacto entre ellas disminuye o se interrumpe, y se favorece entonces la endogamia y la consecuente pérdida de diversidad genética, base de la diversidad biológica y condición que otorga más chances de adaptarse a los cambios en el ambiente.

Leandro Martín Vélez es becario posdoctoral del CONICET en el Grupo de Investigaciones de la Biodiversidad del Instituto Argentino de Investigaciones de las Zonas Áridas (IADIZA, CONICET-UNCuyo-Gobierno de Mendoza) y bajo la dirección de Ricardo Ojeda, investigador superior del Consejo, estudia los factores ambientales que influyen en la diversidad genética de una población animal para reducir los riesgos de extinción.

“Es importante reconocer cómo el ambiente influye en la forma en que los animales se dispersan, porque cuando lo hacen se aparean con otros grupos. De esta forma se produce una estructuración espacial de la diversidad genética que es importante conocer para evaluar la capacidad de los organismos para afrontar los cambios ambientales. Esa capacidad, a su vez, determinará el riesgo de extinción de una población o especie en particular”, explica Vélez.

“Entre las factores que pueden influir en la dispersión de un determinado grupo pueden encontrarse intervenciones del hombre, como la construcción de una ruta, o algunas propias de la naturaleza, como un río, que en el caso particular del animal que estoy estudiando pueden llegar a ser muy limitantes”, agrega el becario.

Vélez utiliza como modelo de análisis para su investigación un roedor que se encuentra distribuido en diferentes lugares del centro-norte argentino, el Tympanoctomys barrerae, conocido popularmente como rata vizcacha colorada, catalogada como especie casi amenazada y con una tendencia a la reducción de su hábitat.

“El modelo elegido en el estudio que desarrolla Leandro es un roedor endémico de las tierras áridas del desierto del Monte. Se trata de una especie con poblaciones relativamente pequeñas, distribuidas a modo de ’islas’ o parches, altamente adaptada a las condiciones de vida del desierto, con estructuras morfológicas novedosas y especializaciones en su comportamiento, dieta, hábitat y fisiología. El conjunto de estos atributos convierte a la especie en un buen modelo para investigar la diversidad genética de sus poblaciones en relación a su tamaño (poco o muy abundantes) y características del hábitat a distintas escalas geográficas”, amplía Ojeda.

A su vez, según Vélez, su trabajo tiene tres instancias: “La primera consiste en conocer la diversidad genética de esta especie de vizcacha, que es muy particular de las zonas áridas. La segunda, identificar las variables ambientales que podrían llegar a influir en sus movimientos y cuáles son importantes y, por último, poder reconocer qué variables ambientales explican, al menos en parte, la diversidad genética observada en la vizcacha. Esta información sería muy útil para diagramar estrategias de conservación de la especie en particular y del ambiente en general”.

La aplicación de las herramientas proporcionadas por la Genética del Paisaje – disciplina surgida a principios de siglo que permite combinar la genética de poblaciones con la ecología del paisaje-, les ha permitido a los profesionales del área avanzar en sus estudios. “Lo que cambió de veinte años a esta parte es que, gracias a desarrollos informáticos, ahora se puede comparar variación del ambiente con variación genética y también estimar el efecto de una variable ambiental particular sobre la diversidad genética”, argumenta Vélez.

“Este estudio forma parte de un programa de investigación más amplio que incluye la evolución del genoma, filogeografía, fisiología y ecología de este modelo especialista del desierto. La biología integrativa de los organismos nos permite avanzar no sólo en el entendimiento de la historia natural de las especies, sino también para proveer bases más sólidas sobre las cuales sustentar mejor nuestras predicciones y propuestas de conservación de la biodiversidad”, remarca Ojeda.

“Determinar los factores ambientales que impactan en la dinámica y supervivencia de poblaciones animales poco abundantes y aisladas, nos ayuda a identificar áreas prioritarias para la conservación de la biodiversidad de las tierras secas”, concluye Vélez.

Fuente Conicet.

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