Después de haber pasado más de un año presa, acusada del asesinato de su beba recién nacida, Dahyana Gorosito, de 21 años, comenzará a ser juzgada el próximo lunes 27 junto a su ex pareja, Luis Oroná. El caso avivó el reclamo de gran parte de la sociedad en apoyo a la joven, quien -según la acusación- fue obligada por el hombre a parir en un descampado, en mayo de 2016. Sin embargo ambos llegan a juicio acusados por homicidio calificado, en el caso de la joven madre la justicia interpretó que fue responsable de “no haber impedido el homicidio” de su hija”.
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El juicio será en la Cámara 12 del Crimen, integrada por jurados populares. Hasta el momento tiene cuatro audiencias previstas y podría terminar el 5 de diciembre. El fiscal de acusación será Mariano Antuña.
En mayo de este año, luego de meses de reclamo, la Cámara de Acusaciones ordenó su libertad y dictaminó que existieron indicios de violencia de género que el Juzgado de Control y la fiscalía pasaron por alto. Desde entonces, Dahyana aguarda el juicio en libertad, junto a su hijo de cuatro años.
“Aquí hay encerradas muchas violencias. Tiene que ver con algo que se espera como madre: que ella, mujer, en ese estado de puerperio, víctima de violencia familiar, debía impedir la muerte de su hija”, dijo Carina Bittar, integrante del colectivo de vecinos de Unquillo que se organizó para apoyar a la joven.
Aunque sus abogados no lograron evitar que sea enviada a juicio, su libertad fue celebrada como un reconocimiento -insuficiente- de su condición de víctima. No es común que este tipo de medidas sean tomadas en casos de delitos cuya pena es la prisión perpetua.
El caso estalló el año pasado cuando la familia Oroná protestó en el Hospital de Unquillo donde, aseguraban, Dahyana había parido un bebé que había sido robado. Luego se comprobó que no había sido así: el cadáver, apareció en un ropero de la los Oroná.
EL CASO
Dahyana habitaba la casa de la familia Oroná desde los 15 años. Llegó allí escapando de la violencia que vivía en su hogar: una compañera de escuela, integrante de la familia Oroná, le ofreció el refugio. Al poco tiempo comenzó una relación con Luis, hermano de su amiga, con quien tuvo a su único hijo. Según testigos, Dahyana no salía de la casa si no era acompañada por su suegra o su marido.
A los 20 años, estaba embarazada de nuevo. La madrugada del 19 de mayo de 2016, Dayana entró en trabajo de parto y pidió que la llevaran al dispensario del barrio. Nadie en la casa accedió a su pedido, entonces salió sola, con la ropa que pensaba ponerle a su beba, a quien nombraría Selene.
Siempre según la versión de Dahyana, transmitida a sus abogados del espacio jurídico Deodoro Roca, Luis (quien dudaba de su paternidad) la alcanzó en el auto, la llevó hasta un descampado detrás del dispensario, que a esa hora, las seis de la madrugada, estaba cerrado, y la obligó a parir ahí. Luego Oroná se llevó a la niña y ordenó a Dahyana que regrese a su hogar, según dijo, le “sugirió” mentir que había parido la niña en el hospital.
No se sabe que habría hecho Oroná con el niña. Dos horas después del parto se presentó a trabajar a la obra en construcción en la que hacía changas. Cuando regresó a su casa, no llevó a la beba.
Allí comenzó la falsa historia del robo de la niña en el hospital de Unquillo. Dahyana no lo desmintió, o quizás no pudo: vivía en un contexto de violencia y era intimidada. Pero la coartada de robo se desmoronó pronto: ese día en el Hospital de Unquillo no hubo partos.
A partir de ese momento comenzó otra seguidilla de situaciones violentas para Dahyana: sin que el cuerpo de su hija haya aparecido, con una infección avanzada, puérpera y alterada por la traumática situación que había vivido, fue imputada por el delito de homicidio agravado por el vínculo.
Fue internada en la Unidad de Terapia Intensiva del Hospital Rawson, de donde se escapó para volver a su casa y asistir al cumpleaños de su hijo. A las pocas horas, la Policía la encontró viajando en un colectivo Interurbano, en Mendiolaza.
El cuerpo de Selene fue encontrado dentro de un bolso oculto en uno de los roperos de la casa de la familia Oroná, un lugar que ya había sido allanado. La autopsia determinó que murió de frío. El 19 de mayo fue uno de los días más helados de 2016.
En el Penal de Bouwer la violencia institucional continuó: durante un año, Dahyana perdió el contacto con su hijo varón. El Servicio Penitenciario negó la posibilidad de que su hijo la visite por “riesgo victimológico”, un artículo del decreto de procesados.
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