A 1700 metros sobre el nivel del mar, con temperaturas que en invierno alcanzan los 4 grados bajo cero, con una gastronomía emparentada a las del centro de Europa y con un paisaje urbano y rural propio de las ciudades alpinas, Campos do Jordao se erige como un destino completamente diferente a lo que Brasil ofrece a los turistas de todo el mundo.
En la década de 1940, los empresarios junto a las autoridades de Gobierno, impulsaron y diseñaron una ciudad con identidad alpina que de alguna manera acompañara al clima y al entorno que mucho se parece al centroeuropeo. Con un estilo propio y, curiosamente, sin inmigrantes del Viejo Mundo, comenzó a ser conocida como “la Suiza brasileña”.
Desde San Pablo se llega a Campos do Jordao, la ciudad más alta de Brasil, por los faldeos de la sierra de la Mantiqueira. Son 230 kilómetros que terminan en el portal de ingreso de este destino invernal que ahora también sale en la búsqueda de visitantes extranjeros.
A este paraíso en las alturas llegamos para participar del Congreso de la Organización Mundial de Periodismo Turístico y conocer de qué se trata este destino turístico en expansión. Según datos proporcionados por André Barbedo, secretario de Turismo de Campos de Jordao (@destinocamposdojordao), esta localidad recibió en la temporada pasada más de 5 millones de visitantes y trabajan para llegar a los 8 millones.
Insistimos: no hay ciudad brasileña que se le parezca. Casas alpinas de madera, flores multicolores en todos los jardines (sobresalen las petunias) y las imponentes y omnipresentes araucarias le dan una identidad exquisita.
Bueno, como ya sabemos a dónde estamos, ahora intentaremos armar una hoja de ruta para ver a fondo este lugar cautivante desde su paisaje.
A la hora del hospedaje elegimos Le Suisse Hotel (IG:@lesuissehotel), de marcado estilo europeo, buen desayuno y a 300 metros del centro de la ciudad lo que nos permitió mucha autonomía para recorrer los principales puntos de interés. Entre estos sobresale el pintoresco centro Vila Capivari. Sus casitas de madera, sus macetas en los portales y ventanas y el estilo tudor le dan un toque alemán. A la noche la calle principal se asemeja a un túnel de estrellas cuando miles de lucecitas se encienden para cambiar su fisonomía.
Como ya dijimos, es difícil asociar el clima frío al Brasil clásico y tratar de entender que, aunque nos encontramos cerca del trópico de Capricornio, hacen falta fogones para calentar los ambientes de los restaurantes. El ambiente es realmente encantador.
La gastronomía ocupa un lugar central en la oferta turística: podríamos decir que es casi una obligación degustar su fondue, su chocolate y su cerveza artesanal y también acercarse a la cocina regional con productos orgánicos directos del campo a la mesa. En este renglón, estuvimos en Dona Chica (IG: @donachicanahorta @donachicarestaurante) y la experiencia fue un mimo para nuestros sentidos. Además, es recomendable cruzar algunos minutos de charla con el chef Anderson Oliveira quien regentea este restaurante agrícola que rinde homenaje a las mujeres de la familia.
Para acompañar la comida, nada mejor que elegir alguna de las cervezas artesanales que producen las siete fábricas de la zona, algunas de ellas con productos premiados a nivel mundial.
No deberíamos dejar de visitar un clásico de la ciudad como lo es Ludwing Restaurant (@ludwigrestauratoficial). Su exquisita ornamentación y su cocina internacional se destacan en la imponente casona de techos negros. Probamos, y recomendamos, Fetuccine con fruto del mar en salsa Pomodoro. Una exquisitez.
La ciudad elegante, bonita y cuidada que el 29 de abril cumplirá 150 años también muestra un costado cultural para quienes, además de la tranquilidad, buscan contacto con algunas manifestaciones artísticas.
El Auditorio Claudio Santoro con capacidad para 800 personas, paredes de vidrios y una acústica impresionante es una de las sedes del Festival Internacional de Música Clásica, el más grande de Latinoamérica y orgullo de la ciudad.
Cerca de este ícono de Campos de Jordao, se ubica el Museo a cielo abierto Felicia Leirner (@museufelicialeirner). Allí pueden verse más de 80 esculturas de la artista polaca-brasileña en un recorrido de dos kilómetros por un bosque de araucarias. Las piezas realizadas en bronce, granito y cemento que se exhiben de manera permanente, compartieron lugar en las cercanías de las Pascuas con gigantescos huevos multicolores pintados por 50 artistas locales.
HISTORIA Y ECOTURISMO
Bautizada Campos de Jordao en memoria de un terrateniente y funcionario del emperador Pedro II que permitía el paso de los mineros por sus campos camino al trabajo, la ciudad dio sus primeros pasos como tal cuando, a fines del siglo pasado, los enfermos de tuberculosis comenzaron a llegar buscando las bondades de su clima. El paso del tiempo y la desaparición de la enfermedad hicieron que aquellos edificios de hospitales y centros médicos dejaran paso a los primeros hoteles (hoy la oferta hotelera supera los 250 establecimientos). En la actualidad, un tren cruza la ciudad de extremo a extremo emulando el recorrido que en otros tiempos hacían los enfermos.
La naturaleza, como ya lo dijimos, muestra sus rastros en cada metro cuadrado de la ciudad y para sumergirse y disfrutar de ella, realizamos dos paseos imperdibles.
Después de una armoniosa degustación de cervezas artesanales en la Cervecería Campos do Jordao (@cervejariacamposdojordao), caminamos unos metros para ver las sierras y el cielo en un balcón escénico vidriado, suspendido entre las copas de los árboles en una sensación absoluta de libertad y contacto con el paisaje.
Después fuimos en dirección al jardín botánico Amantikir (@amantikir) que con 25 jardines inspirados en 14 países se muestra como el auténtico paraíso verde. En sus 40 hectáreas, su creador, Walter Vasconcelos (“Doctor Garden”) cuida con el entusiasmo y la pasión del primer día a sus 700 especies de plantas. Son los jardines más altos de Brasil. El maravilloso lugar propone pasar horas y horas caminando entre los jardines japonés, chino o escocés; las lagunas y observando cerezos, arces y bambúes. Hay un laberinto de 700 metros y 2,5 metros de alto, con 25 entradas y una sola salida que, a decir de Vasconcelos, es “el más grande del mundo”.
Como un destino para muchos gustos, Campos de Jordao combina lujo, naturaleza, gastronomía y aventura y un microclima que lo convierte en favorito para los miles de ciclistas de todo el país que año a año vienen aquí a ponerse a punto aprovechando las bondades del aire puro y las dificultades del terreno.
X: @pepeseguraperez
IG: modoviaje.ok
[DATOS]
Cómo llegar. En avión directo Córdoba-San Pablo. Lo mejor es alquilar un auto en el aeropuerto de Guarulhos. Los ómnibus salen desde la Terminal Rodoviaria Tieté.
Casas de cambio. Cambiar en el aeropuerto. En Campos do Jordao no hay donde cambiar. Reciben tarjeta de crédito en todos lados.
Teleférico y bar de hielo. En el Parque Capivarí (@parquecapivari), el teleférico sube hasta el Morro do Elefante. Cerca de allí está el bar de hielo Iceland, una experiencia a 15 grados bajo cero.
Arborismo y tirolesa. Hay circuitos para caminar en puentes colgantes, tirolesas y redes suspendidas en los árboles. IG: @rsa.ranchosantoantonio y @tarundu
Parque Lagoinha. En este circuito turístico forestal es posible ver una de las nacientes de un río que recorre seis mil kilómetros hasta desembocar en el Rio de la Plata. IG: @parque.da.lagoinha
Artesanía local. La Mãostiqueira (@maostiqueiras) es una cooperativa de artesanos que reúne a productores de la región.
Cachazas y chocolates. La Cachaçaria Danguá (@danguacachacaria) tiene un impresionante tonel de 25 mil litros de cachaza en la entrada. El lugar para comprar chocolates y licores (riquísimo el de milho verde) es Spinassi (IG: @chocolatespinassi)
Estadía. Para conocer la ciudad y sus atractivos naturales, culturales y recreativos se necesitan al menos cuatro días.
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