El gobernador Juan Schiaretti eligió cuidadosamente, este miércoles, empezar su último discurso de 12 aperturas de sesiones legislativas manifestando su rechazo al juicio político que el gobierno nacional impulsa contra los jueces de la Corte Suprema de Justicia, entre los que se encuentra el cordobés Juan Carlos Maqueda. Fue el lanzamiento de una campaña presidencial para la que todavía no formalizó su candidatura, pero en la que ya trabaja y se aventura.
Cuatro de cada diez palabras fueron en esa dirección y tienen como sujeto adversativo al kirchnerismo, una de las tres fuerzas que componen el Frente de Todos en el gobierno nacional (Las otras son el Frente Renovador de Sergio Massa y los gobernadores). Ese discurso le permite posicionarse en términos generales, pero sobre todo cosechar en Córdoba y fortalecer al candidato del oficialismo, Martín Llaryora. El principal problema del PJ cordobés en la elección local, es que comparte electorado con Juntos por el Cambio (JxC). Así, los sectores sociales opositores al gobierno de Alberto Fernández han apostado por JxC en el plano nacional y por Hacemos por Córdoba (HxC) en la provincia. Por ese motivo, Schiaretti, el “receptor” de esas voluntades, necesita jugar de modo activo para transferir ese caudal a Llaryora.
“El país debe tener mayor calidad institucional, debe respetarse la división de poderes, deben respetarse los fallos de la Justicia, ningún poder debe pretender avasallar a otro amenazándolo con juicio político, por eso, quiero ratificar mi más absoluto rechazo al intento de juicio político por parte del actual Gobierno nacional a la Suprema Corte de la Nación”, lanzó apenas recorrió las primeras líneas formales del texto de 8 carillas.
Dijo a continuación que “precisamos un federalismo auténtico donde los gobiernos nacionales dejen de gestionar solo para el puerto de Buenos Aires, en detrimento del interior de la Patria” y agregó que “debemos dejar de ser un país unitario y ser federales en serio. Todas las provincias de nuestra Argentina tienen recursos y condiciones de progreso. Debemos decir también un no rotundo a la grieta”.
Más adelante, Schiaretti planteó que “necesitamos unirnos, ponernos de acuerdo e ir para adelante, la Argentina nos necesita unidos y para adelante. Sé que somos más los que estamos dispuestos a poner el hombro para superar las diferencias que nos dividen, que aquellos que cultivan la grieta”.
Cabe recordar que el mandatario cordobés puso en marcha con el ex gobernador salteño, Juan Manuel Urtubey, un espacio peronista diferenciado del frente peronista en el gobierno nacional. En el camino, sumó al Partido Socialista, cuya presidenta Mónica Fein estuvo en Córdoba la semana pasada para reunirse con Schiaretti. Los socialistas ya conforman la alianza de Hacemos por Córdoba en la provincia. Pese al anuncio de los operadores del oficialismo, el gobernador puntano Alberto Rodríguez Saá vino a Córdoba para conocer de primera mano la aventura política y electoral de Schiaretti, pero también para tratar de despegarse del kirchnerismo nacional en el contexto del comicio del 11 de junio que se desarrollará en San Luis. Según fuentes del PJ, por ahora no participa de este armado.
Schiaretti dijo luego (y se dijo a sí mismo): “Tenemos que atrevernos a dar el salto y poner rumbo hacia una Argentina mejor. Dar el salto significa avanzar con certezas, seriedad y firmeza para enfrentar los problemas que nos aquejan y resolverlos definitivamente. Dar el salto significa que los dirigentes políticos dejen de funcionar solamente alrededor de sus peleas, dejen de ser comentaristas de la realidad y se ocupen de resolver los problemas de la gente”.
Resaltó en esa línea que “(en Argentina) tenemos grandes recursos humanos, naturales y materiales que hoy demanda el mundo. La gestión de esos recursos es el gran desafío de la hora”.
Insistió que “con todo lo que tiene Argentina en cuanto a capacidades humanas, naturales y materiales, no podemos caer siempre en crisis que nos hacen tanto daño a todos. Argentina necesita esa mayor calidad institucional para poder tener, entre otras cosas, la estabilidad económica que la sociedad está reclamando. Que haya reglas claras para quienes producen, para quienes investigan, para quienes hacen desarrollos tecnológicos, para quienes educan, para quiénes sanan… Esta es la única manera para lograr un progreso sostenido del país”.
Hacia el final del tramo nacional de su discurso, señaló que Córdoba no es una isla, pero que pudo sortear “gran parte de las dificultades que sufren todos; logramos avanzar con nuestros planes de gobierno, logramos comercializar con países del mundo que confían en nosotros, y lo hacemos porque trabajamos junto a todos los sectores, proporcionando certezas, gestionando con normalidad, pensando en construir antes que debilitar a nuestros opositores, pensando en concebir una sociedad mejor, antes que detenernos en peleas mezquinas. Acá respetamos a todas las fuerzas políticas. La Argentina debe terminar con los tiempos de revanchas, de justicieros o venganzas. Hace falta que volvamos a la senda de un país normal, eso, nos va a permitir recuperar la confianza como sociedad”.
Cerró con parte de su credo económico. “Acá nos animamos a gobernar junto al sector privado desde un Estado presente, solidario, innovador, sabiendo que cada uno ocupa un lugar clave en el desarrollo de nuestro pueblo”. Y apuntaló su definición particular de progresismo: “No es progresista quien gobierna de manera autocrática y feudal por más que recite consignas, sino que es progresista quien aplica políticas públicas que apuntalen la movilidad social ascendente, respetando la institucionalidad y coordinando con todas las expresiones de la sociedad”.
De izquierda a derecha, el viceintendente de Córdoba, Daniel Passerini; el intendente de Córdoba, Martín Llaryora; el gobernador Juan Schiaretti; la senadora nacional, Alejandra Vigo; y el vicegobernador, Manuel Calvo.
