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Abandonada a su suerte: Es parapléjica, mandó más de 100 cartas al gobierno pidiendo una casa donde vivir, pero nadie le responde

Laura Cisneros, en su casa con Elena, una de sus seis sobrinas. Foto Gentileza Laura Ciseneros) (Enredacción)

Desde hace doce años, Laura Cisneros es parapléjica. No camina ni mueve ninguna parte de su cuerpo, salvo las expresiones de su cara. En 2016, luego de atravesar intervenciones quirúrgicas y asimilar el gran cambio en su vida, comenzó a pedirle al Estado una casa propia. Cuenta que mandó más de cien cartas, pero ni la Nación, ni la Provincia, ni el Municipio, le dieron respuesta. Incluso, una vez, llegó a la oficina del Gobernador Juan Schiaretti: “Estaba dispuesta a entrar y esperarlo en la oficina, pero los guardias me frenaron antes. Me dijeron que no se encontraba y que mi nota ya estaba en su despacho. Por supuesto, jamás se comunicó”, recuerda esta mujer de 41 años.

El día de la entrevista el calor es agobiante. El aire acondicionado y el ventilador no alcanzan para refrescar el ambiente. Con Laura está Karina, su cuñada y también acompañante. Laura no puede estar sola, necesita que alguien esté cerca porque para cualquier cosa, otra persona son sus manos o sus pies. Las suyas son chiquitas y descansan sobre el apoyabrazo de su silla de ruedas.

Una entrada plana de cemento y techada anticipa la entrada a su casa en Barrio Yapeyú, en la ciudad de Córdoba. En ese ingreso, unas plantas dan flores y cubren la ventana en la que un perro caniche ladra desaforado. “Es Tito, es el guardián de Laura, cada vez que viene alguien se pone loco”, cuenta Lilia Leguizamon, la mamá. Santo, el otro perro de la familia, da vueltas a su alrededor.

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Laura alquila con sus padres, quienes se mudaron a Córdoba desde Santiago del Estero en 2012 para acompañarla y los tres viven en la misma casa desde entonces. Antes, Laura compartió casa con amigos y amigas, por diferentes barrios de la ciudad. “Hice catorce mudanzas”, recuerda quien se vino desde Añatuya, a estudiar el profesorado de educación física. Cuando le diagnosticaron un cavernoma en la médula en 2010, compartía un departamento con tres compañeros en la zona del Abasto, trabajaba dando clases a personas mayores y también era bailarina de folclore.

“Nada es fácil, nunca pero nunca en algún trámite se me facilitaron las cosas”.

La enfermedad le afectó la medula ósea, le generó una paraplejía y problemas respiratorios. Hoy tiene marcapasos diafragmático, pero el primer tiempo dependía de un respirador y ni siquiera podía hablar. La operación que le permitió respirar sin estar conectada se realizó en Toledo, España. Fue un interminable papelerío para conseguir autorizaciones y el dinero para poder viajar, que finalmente logró recaudar con una campaña solidaria. Luego de una intervención exitosa, la alegría duró poco, porque otra vez complicaciones y la aerolínea de bandera dificultando su regreso. “Nada es fácil, nunca pero nunca en algún trámite se me facilitaron las cosas. Siempre hay burocracia por delante”, dice con el hilo de voz que se le escurre.

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UN SUEÑO IMPOSIBLE

En Argentina, cumplir el sueño de la casa propia es difícil. Un reciente informe de la revista Anfibia indicó que “hoy se necesitan 180 sueldos para comprar un departamento nuevo de 30 m2, lo que equivale a 13 años de trabajo”.

Laura no trabaja, debió jubilarse anticipadamente por discapacidad, sus padres también son jubilados, su mamá de docente, su papa de policía. “Desde el año 2016 que intentamos acceder a planes de vivienda y desde ese momento, nunca nos aceptaron acceder a nada, porque mis viejos tienen más de 70 años y yo no cumplo con los requisitos por mi jubilación básica que tengo. He presentado reclamos en todos los nivelas estatales y en ningún lado nos quieren dar respuestas, se van pasando de un lado al otro”, explica con una mirada dulce, pero también cansada. 

Intentó conseguir un trabajo, pero tampoco es posible. Solo algunas changuitas como encargada de redes sociales de emprendimientos de amigos. “No pedimos que nos regalen nada, sino que nos den la posibilidad de poder pagar algo accesible. Imagínate que con la crisis de hoy es imposible”, aclara y reconoce que siente impotencia, porque la vivienda es un derecho básico y el Estado debería responsabilizarse.

Laura Cisneros, en su casa con su mamá Lilia, su papá Raimundo y su prima Marilú. Foto Gentileza Laura Ciseneros) (Enredacción)

Laura está preocupada.Mis papás también se van quedando sin energía. A mí me entra una desesperación, porque los veo a ellos que tanto han andado por tantos lados, golpeando puertas y cada vez están más grandes. Y realmente es doloroso, si no están me quedo sin un techo”.

Tiene dos hermanos que también dejaron Santiago del Estero para estar cerca y lo planeado es que uno de ellos viviría con Laura en el futuro. “Pero tengo que tener resuelto el tema de la vivienda. Yo sola no puedo afrontar un alquiler”, explica quien reparte sus horas entre rehabilitaciones motrices y respiratorias, algunas en su habitación, otras en el Neurológico.

No es solo un tema de plata. Cada una de las complicaciones que sufre Laura va en detrimento de su calidad de vida. Su diagnóstico es irreversible, sin las atenciones y medicamentos diarios que requiere, su cuadro empeora.

“Mis papás cada vez están más grandes. Y realmente es doloroso, si no están me quedo sin un techo”.

Quienes no son discapacitados, a veces no dimensionan los que es una jornada cualquiera en la vida de quien si tiene alguna discapacidad. Desde estacionar tapando una rampa, no dar trabajo o diseñar viviendas con escalones y espacios reducidos, lo demuestran. Hasta salir de su casa es un dilema. “Como no tenemos auto, un transporte para ir a cualquier lado que quiera ir me sale 3 mil pesos, por eso es imposible”, explica.

LA VIDA CON OTROS

Laura sigue activa e intentando cumplir sus sueños. Escribió el libro Latidos de Libertad y estrenó la obra de danza “Transmutando”, que dirigió a través de las palabras y coordinando lo que imaginaba con otra coreógrafa. “Siempre necesitamos de otras personas, estando con una discapacidad o no”, expresa. Cuenta que le gusta mucha la docencia y que está estudiando la Licenciatura en Composición Coreográfica.

“Familia y amigos han sido gran sostén. En un punto sigo peleando por ellos, sobre todo mis viejos. Mi cuerpo es un envase que lo visten, lo bañan, lo trasladan, entonces es más que nada hasta que mi sentir y mi cabeza aguanten. Le doy para adelante, por ellos y para mí”.

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