El candidato presidencial de Unión por la Patria (UxP), Sergio Massa, desnudó la falta de preparación de Javier Milei (La Libertad Avanza) para gobernar el país e introdujo un nuevo factor de definición rumbo al balotaje del próximo domingo 19 de noviembre. A este cruce clave, que tuvo picos de audiencia de 48 puntos y por el que el país estuvo pendiente, el candidato peronista llegaba con una serie de conceptos como motores de sus posibilidades de triunfo: La construcción de un “gobierno de unidad nacional” para salir de la crisis que vive el país; resaltar que el libertario es un candidato violento que ponía en riesgo la convivencia; y poner en evidencia la “inestabilidad emocional” del hombre que ha puesto en jaque al sistema político tradicional. Desde la noche del domingo, le sumó esta variable central para un potencial presidente, que es su conocimiento y capacidad para administrar el Estado. Milei fue haciendo agua a medida que pasaban los minutos y ni siquiera pudo aprovechar la ventaja de tener enfrente, al ministro de Economía de un gobierno que tiene casi dos tercios de imagen negativa y navega en medio de una critica situación económica, con una inflación anual de tres dígitos.
“Respondé por sí o por no”, fue el hit del primer bloque, con el que le aplicó una llave inmovilizante a la hora de debatir sobre temas económicos. Massa invirtió allí los roles: En lugar de ser atacado, atacó y sorprendió al candidato opositor. Desfilaron en ese capítulo, entre otros, temas como la “dolarización”, “los subsidios”, “las tarifas”, y “la eliminación del Banco Central”, y frente a sus inconsistentes evasivas, volvía a abalanzarse con un “mentiste cuando estuviste con (Eduardo) Feinnman o estás mintiendo ahora”.
En ese contexto, Milei se vio sobrepasado desde el arranque, al punto que sólo atinó a defenderse y se replegó emocionalmente sobre sí mismo y sus inseguridades. Contra las cuerdas, sin respuestas emocionales y argumentales, en un escenario no previsto, se llenó de gestos de preocupación, sonrisas nerviosas, y movimientos tensos de su lengua en el interior de su boca. Trató de recuperarse diciéndole a Massa “sos un mentiroso”, pero aparecían como reacciones fuera de marco. Fue allí, donde el peronista puso en evidencia la “inestabilidad emocional” de su contrincante.
A partir de ese momento, en el resto de los cuatro bloques, donde se abordaron temas como producción y trabajo, defensa y seguridad, educación y salud, o derechos humanos se asistió a la actuación de un solo candidato, a una especie de monologo. Cada intercambio ponía en evidencia a un Milei básico, inconexo, nervioso y con un lenguaje elemental (Por ejemplo, según Chequeado, la palabra que más utilizó fue “digamos”, la dijo 55 veces). Su debilidad en temas por fuera de la economía, que ya se había observado en el primer y segundo debate -realizados en Santiago del Estero y la UBA, respectivamente-, llegó en esta oportunidad a su punto más elevado y puso en escena a un candidato con muy bajo nivel de conocimiento sobre esas materias y sobre administración del Estado.
Justamente, una de las razones que impulsan a los debates, es que los candidatos confronten propuestas y muestren ante el electorado sus dotes para gobernar. Los factores de emocionalidad y conocimiento son constitutivos de esa condición. Milei no pudo superar la prueba.
Desde ese lugar de control del debate, Massa modificó sus tácticas varias veces. Por ejemplo, en lugar de atacarlo siempre, le arrojó señuelos y lo contratacó certeramente. Por ejemplo, cuando el libertario lo acusó de ser parte de los “políticos delincuentes”, el peronista lo invitó a ir juntos a la Justicia este lunes para que hiciera la denuncia correspondiente. Hubo silencio como respuesta. O en el tema Malvinas, cuando Milei terminó admitiendo que admiraba a Margaret Thatcher, la primera ministra británica que en la Guerra de Malvinas de 1982 mandó a hundir al Crucero General Belgrano.
También lo acusó de denunciar a la casta y los empresarios que hacen negocios con el Estado, pero haber trabajado quince años para el empresario Eduardo Eurnekian, que administra Aeropuertos Argentina 2000; y las AFJP que pagan entre 5 y 21.500 pesos a los que se jubilaron en su momento por ese sistema impuesto durante los años ’90 por el gobierno de Carlos Menem.
Otra sacudida ocurrió cuando Massa le disparó que “tu familia (Milei) es la que tiene propiedades en los Estados Unidos y querés convertir a Argentina en una guarida fiscal”.
Cerca del final, volvió a ponerse frente a frente, candidato contra candidato: “Esto no es entre (Mauricio) Macri y Cristina (Fernández de Kirchner), esto entre vos o yo, y uno tiene que demostrar si está preparado”, insistió el aspirante del oficialismo.
Habrá que ver el grado de incidencia de la marcada “desigualdad” entre las dotes de los dos candidatos a presidente, pero todo indica que este factor tendrá un peso relevante dentro de una elección que, según las encuestas conocidas hasta ahora, tendrá una elevada paridad. Por esta cuestión, los últimos días de la campaña ya no serán iguales a todos los anteriores.
MÁS INFORMACIÓN
VER “Respondé por sí o por no”, la pregunta de Massa a Milei que dominó el eje economía del debate.
VER Las frases salientes de Sergio Massa y Javier Milei en el debate presidencial.
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