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¿Protegido?: una suboficial denunció por acoso y violación a un jefe policial y la Justicia lleva más de una década sin resolver el caso

El denunciado comisario Alejo Muñiz. (Foto: Gentileza).

Melisa Banega tiene 39 años y tres hijos. El 15 de septiembre de 2010 fue violada por uno de sus jefes, Alejo Muñiz, mientras prestaba servicio en Villa Carlos Paz. Desde entonces, su denuncia duerme el sueño de los justos, en el Tribunal de Disciplina policial y en la Justicia provincial.

La mujer que ingresó a la Policía en 2005, tuvo su primera tarea como agente de guardia en el Parque Sarmiento y luego continuó su carrera en Carlos Paz hasta que fue dada de baja en 2017. Mientras que el denunciado ascendió hasta comisario y subjefe de la Departamental Punilla, cargo en el que se retiró en febrero de 2015.

VER “¿Está usted segura que es la cabo Banega? Yo la hacía más rubia”.

Producto de la violación y el acoso que había sufrido, Banega sufrió distintas secuelas psiquiátricas, pese a ello, la fuerza policial la citaba a reintegrarse al trabajo a una dependencia bajo el mando de la persona a la que había denunciado. Banega, que también fue víctima de violencia familiar de parte de su ex marido, el cabo José David Heredia, sobrevive desde entonces trabajando por hora en un negocio y con sus hijos a cargo.

Fue Heredia, que entre otras funciones terminó trabajando como chofer de Muñiz, el que falsificaba su firma en el sumario que el Tribunal de Conducta le hizo por no presentarse a trabajar. Al punto, que según le dijo a ENREDACCIÓN, “fue él quien firmó la baja. Yo nunca me enteré”.

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“Muñiz se retiró con todos los honores, por la puerta grande, con el grado de comisario inspector. Yo me tuve que ir por una puerta chiquita. Necesito que esto se aclare, que se haga justicia. En Carlos Paz me dicen despectivamente, ‘la famosa Banega, la que denunció a Muñiz’. No es justo, tiene que haber Justicia”, reclamó la mujer.

No es la primera denuncia que realiza. En 2018, también reclamó públicamente por la resolución de su caso. “Nunca me citó la Justicia, salvo para ratificar la denuncia. Luego nada. Una vez, el fiscal (Gustavo) Marchetti me mandó a buscar por la denuncia que tenía contra mi ex pareja. Pero fue informalmente, ninguna notificación, nada. Él estaba con un secretario. Me sacó el tema de Muñiz, yo había salido por los medios a denunciar, y él me dijo, ‘acá tengo la causa, no está cajoneada’. Le contesté: ‘Demuestrelo’. Hasta el día de hoy todo sigue igual”.

El fiscal Gustavo Marchetti. (Foto: Gentileza).

Durante una década, la denuncia judicial que se encuentra en instrucción en la fiscalía Marchetti, no ha tenido movimientos significativos. La denuncia penal contra Muñiz fue realizada en la Unidad Judicial de Carlos Paz y lleva el número 4135/10. Fue realizada luego de la violación y también fue radicada una denuncia en la Casa de la Mujer, en la capital cordobesa. Ahora, vuelve a reclamar con el patrocinio de la ONG Asociación Civil de Derechos Humanos y Violencia de Género, que dirige Adriana Rearte.

“El comisario denunciado (Alejo Muñiz) utiliza vindicativamente, poder de superioridad jerárquica para someter a sus subordinadas en forma sexual, sin el consentimiento de las mismas, ejerciendo dentro de sus funciones otorgadas por ley para ejercer función pública, la oportunidad para esconder o camuflar como acción del servicio policial, la acción típica de abuso sexual. Asimismo, se puede reflejar una serie de personas que conscientemente, tienen conocimiento de estas situaciones y se permiten de cierto modo facilitar las circunstancias para que Muñiz sacie sus bajos instintos”, precisa la denuncia realizada oportunamente ante la Justicia.

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Cuando se retiró, Muñiz escribió en su cuenta de Facebook: “Lo triste es que no se pueda ser un buen policía y a la vez poder disfrutar de la vida y de la familia, una reflexión que les dejo por si algún político lee esto, ya que según veo en los medios masivos de comunicación que tanto les preocupa la seguridad, ¿se pusieron a pensar por qué la mayoría de los oficiales jefes y superiores piden su retiró apenas cumplen los años de servicio requeridos? ¿Y por qué si tanto les preocupa, legislan para que cada vez la policía tenga menos leyes para prevenir el delito?”.

Y agregó: “Me voy inmensamente feliz de haber dado lo mejor de mí, ahora comienza una nueva etapa de mi vida, muchas gracias a todos mis compañeros, jefes y subalternos y para los que siguen en actividad a no bajar los brazos que la gente de bien cada día nos necesita más!!!!!! A VIVIR LA VIDA!!!!”.

Según el detalle que se consigna en la denuncia judicial y a la que accedió ENREDACCIÓN, Muñiz comenzó a acosar a Banega en 2010, desde varios meses antes al momento en que concretó la violación dentro un móvil policial.

En el medio, incluso, la mujer había denunciado el primer incidente con Muñiz con un superior, pero eso no detuvo el accionar del victimario.

“No soy la única, otras mujeres policías fueron violadas por Muñiz, pero no se animan a denunciar”, le contó Banega a este medio en la tarde de ayer.

La primera vez ocurrió cuando se le trabó su arma reglamentaria y Muñiz que era jefe de patrulla en Villa Carlos Paz, le dijo que conocía al comisario Valquinta, el jefe de armamento en la Jefatura en ese entonces (2010). “Llegate mañana, tipo 6:30, a mi oficina así me das tus datos. Se los quise dar en ese momento, pero él se negó y dijo que se los diera al otro día”.

Sigue relatando la mujer que “antes de irme, al finalizar mi guardia, cerca de las 6:30 pasé por la oficina del jefe de la patrulla, en el 2°piso en la Departamental de la Policía de Villa Carlos Paz, Punilla, calles Avenida San Martín esquina Saavedra. Muñiz, sentado frente a su escritorio me dice: “Hola Banega te estaba esperando, cerrá la puerta”. Cerré, me doy vuelta y lo tenía parado frente a mí, me puso contra la pared agarrándome de mi chaleco”. Luego, la policía relata todo lo ocurrido allí hasta que logró desprenderse de Muñiz.

La UR 3 de Punilla, donde Muñiz llegó a ser subjefe.

“Mirá Banega, esto no es para casarse, es un gustito nomas yo te pongo donde vos quieras y chasquea sus dedos y señalando su jerarquía me dice: ‘lo que vos quieras, me pedís’, a lo cual yo le respondí, que yo era policía y no importaba en donde me  quisiera poner él, a mí me gusta trabajar en la calle, en los móviles y si él me mandaba a otro lado, no tenía drama, que yo al finalizar la guardia me retiraba a mi casa tranquila. A mi contestación, se rió y me dijo: “-Dale, decí sí”; a lo le contesté que no. Abrí la puerta y salí sin darles mis datos”, sigue relatando la ex policía.

“Al salir, lo hice corriendo, al pasar por, abajo en la departamental entraba mi jefe de compañía, el Principal Mario Martín (el Cóndor), el cual me ve  nerviosa, por lo que me pregunta que me sucedía, y le comente lo que me había pasado con Muñiz, a lo que me dice que lo va a hablar, que me quede tranquila”, recuerda la mujer.

En el escrito presentado a la Justicia, detalla que “pasaron unas guardias y comenzó a llamarme a mi celular desde una triangulación de la Central de la departamental de Carlos Paz. Lo hizo en varias de mis guardias. En una de esas oportunidades tipo 9.30 de la mañana, me preguntaba cosas como, ¿si había habido algo relevante en mi guardia?, o ¿cómo habían sido mis procedimientos? Ante eso le respondía, que se comunicara con el oficial principal Mario Martin ya que él era mi jefe de Patrulla”.

Dice más adelante que “una mañana, recién llegaba a mi casa, cuando me llamó como todas las guardias salientes, ya cansada de su acoso le respondo que el Jefe de la compañía era el Principal Mario Martín, que le preguntara a él como había estado la guardia y que por favor no me molestara más”.

Luego cuenta que pasaron algunas guardias sin nuevos llamados, pero después “en una guardia tipo 21:00 me llama por frecuencia de radio policial pidiendo que “Melisa lo entrevistará” (lo que no es normal en el trato entre policías, lo que siempre se acostumbra nombrar la jerarquía y el apellido del efectivo policial, ese trato tan familiar, seguramente, lo hacía para que quien escuchara el llamado por la frecuencia policial, dado que toda la policía de departamental punilla escucha la misma frecuencia, reflejaría una FALSA AMISTAD O FAMILIARIDAD mía con Muñiz), cansada de las actitudes que demostraba Muñiz, y al no detenerse a pesar de mis contante indiferencia, le pedí a mi jefe de compañía (Ppal. Martín) que si él podía me pusiera en consignas (trabajos fijos para custodiar en forma directa y personal, objetivos físicos como personas ordenado por la Justicia o por directivas de los superiores policiales) aunque sea por un tiempo, para que este comisario me dejara tranquila”.

Recuerda que Martin comenzó a destacarla en diferentes consignas, incluso sin radio para que “no operara y “el Chajá” (Comisario Muñiz) no me escuchara por frecuencia, las consignas eran en distintos lugares ejemplo, en la casa de un taxista que había sido baleada su casa en B° Playa de Oro; en la terminal de colectivo de Carlos Paz, etc.; hasta que una guardia me toca relevar a un efectivo mientras hacia su descanso para comer, en un puesto del Dique, camino Cien Curvas. Pasadas las 23:00 informo que estoy allí por radio. Media hora después aproximadamente veo un móvil que se acerca a  la casilla policial donde yo estaba, era “el Chajá”, rápido informo a la central el control del mismo, (a los fines que todos tomaran conocimiento que Muñiz estaba en el lugar donde yo me encontraba), Muñiz insistentemente quería que ingresáramos adentro de la casilla para escribir en el libro de actas su presencia. Yo inventaba excusas para no entrar con él como que estaba fumando, o como que había recibido una llamada por mi celular.  Pasaron unos 5 minutos o un poco más, y veo otro móvil que se acercaba, era el efectivo y mi dupla me venía a llevar a mí, para ir a comer”.

“¿DÓNDE ESTÁ MELISA?”

El primer intento de violación, del que Banega pudo escapar ocurrió algunas “guardias más tarde” del incidente del dique San Roque. Muñiz preguntó por la frecuencia radial “¿Dónde está Melisa?” “Respondo con respeto por ser un jefe. Me pide que lo entreviste en la rotonda de las calles Libertad esquina Cárcano, una vez en el lugar, me ordena subir a su móvil y aunque no quise obedecer me ordenó nuevamente con énfasis, subo contra mi voluntad  y se puso a patrullar por varias zonas de la Ciudad de Villa Carlos Paz. En eso, agarra la calle Roma y empezó a subir hasta B° Colinas al fondo, donde estaba un barrio en construcción conocido como “las 400”. Este, estaba vacío y sin electricidad, pasamos el puesto de división infantería que estaban de consigna cuidando dicho barrio. Subió por unas calles de tierra, rodeo una futura escuela y se frenó  allí apagando el motor  del móvil  y sin decir palabras prendió un cigarrillo, me ofreció uno con un gesto, ante lo cual le dije que no con la cabeza”.

La mujer logró golpear a Muñiz y bajarse del móvil policial y huir del lugar, seguida por Muñiz. Como no quiso volver a subir al auto policial, la cabo siguió caminando y como se sintió perdida, y no encontraba el puesto de infantería, llamó por celular al Principal. Martín), que después de unos minutos la rescató junto con a su chofer el Cabo 1° Roberto Nieto. “En el camino preguntó el Principal que me había sucedido, le conté, y me dijo que esto tenía que tener un final y que iba a hablar con ‘Lima 3’, (un superior). Nos llegamos a la Departamental, subimos al 2° piso entró a la oficina primero el Cóndor (Ppal Martín) al ratito me hizo pasar a mí, allí me entrevistó Lima 3, (comisario Mayor Burgos) me ofreció asiento y me dijo que le contara, con detalles, todo. Mientras le contaba le mostré mis muñecas rojas. Cuando terminé de contarle me miró y me dijo textualmente: “Mire cabo, la verdad tiene que tener cuidado de ensuciar así a un jefe, yo conozco a Alejo desde ayudante y es incapaz de hacer eso. Capaz Usted se equivoca, pero de todas formas voy a hablar con Alejo y no la va a molestar más”.

A la siguiente guardia, Muñiz cruzó al móvil en el que se desplazaba Banega, la hizo bajar al auto, mientras que a su compañero de móvil, el agente Ontivero, “le dijo que se quedara en el móvil. Luego me dijo textualmente: “Me dijo Burgos que me acusaste con él, eso no se hace, pero bueno vos y el flaco Martín tengan cuidado. Ahora subí al móvil y da mi control a la central. Andá con cuidado”, remarcó. No me molesto más ni se dirijo ni me hablo por unos 6 meses”.

LA VIOLACIÓN

Banega señala en la denuncia judicial, que “el día 15 de septiembre de 2010, me toca la guardia con una dupla nueva, el agente Diego Britos. Iba a cargo como cabo zona Norte. La guardia comenzó a las 13:30. Ya de noche entro en recorrido en la estación de servicio YPF de Avenida San Martin, me bajo del móvil para ir al baño, me saco el chaleco, y me llevo mi mochila, cuando salgo del baño mi compañero y el móvil no estaban, lo llamo por celular y vuelve diciéndome que subiera rápido que tenía que ir a un lugar de Úrsula, (significaba de urgencia y prioridad). Subo rápido sin poderme poner el chaleco, mientras acomodaba mi mochila en mis piernas. Gira por la avenida San Martin y volvemos a la colectora, frenamos delante de una camioneta policial que era el móvil del “Chajá”. Se baja mi compañero y me dice que vaya con Muñiz, que me quiere entrevistar, me dice: “Melisa venite a mi  móvil porque estoy cansado, así me hablas y me despabilo”. En eso, mi compañero va al móvil, arranca y se va. Me niego a acompañarlo y me ordena que suba, a lo que le digo que mi chaleco estaba en mi móvil, este me dice que es por un rato ya que él estaba de superior de turno y cualquier cosa le decía a mi dupla y recuperaba mi chaleco. Subo al vehículo, pues era un lugar en el que no había personas o transito alguno. Era de noche y el miedo que me generaba lo que podía hacer Muñiz, que ya había sido muy bruto y desconsiderado, podía hasta matarme y después inventar cualquier cosa, entonces acato su orden  contra mi voluntad. Salió conduciendo hacia la calle San Martin, pasamos por un control vehicular sin detenerse nos fuimos por Bach, se metió por calle Remedios de Escalada siguió derecho hasta un descampado, estaciono abrió una lata de Speedy, del tablero saco una etiqueta de cigarrillos, sacó uno y me ofreció, le dije que no, que yo tenía, pero que no quería en ese momento. Mientras me hablaba de distintos temas, cuando terminó, tiró la lata y el cigarrillo por la ventanilla y, de repente, sin decir nada, como lo había hecho la vez anterior, se abalanzó sobre mí, sólo que esta vez yo no tenía puesto el chaleco antibalas”. El testimonio se refiere luego a cómo se produjo la violación.

Después, Muñiz la llevó hasta donde estaba el móvil con el agente Britos. “Mientras tanto, él me decía: después, tipo 3:00, te vuelvo a sacar a Cuesta Blanca, así seguimos. Ahora subo a Lourdes, así no sospechan, en mención a otro efectivo policial (Agente Lourdes González). No sé si la subió, yo no decía nada, paramos en el control vehicular de San Martin, donde estaba Britos y el agente Ontivero. Comentaron algo mientras yo me bajaba del móvil de Muñiz, sé que lo insulte a Ontivero, no recuerdo lo que le dije, me subí a mi móvil, mientras desde su móvil Muñiz le grita a Britos que bajara a hacer la carga a la base (comer) mientras (Britos) me hablaba yo me ponía el chaleco para tapar la falta de botones”.

Cuenta, por último, la mujer, que “me senté en un banco y me largué a llorar, me tape la boca y la cara y me quede llorando, después cargue mi arma reglamentaria y volví a guardarla, me largue a llorar de nuevo, me tape la cara con el quepí, al rato cayo mi jefe el principal Mario Martin jefe de compañía, me pregunto qué pasaba, que hacia ahí y que me habían hecho, también me pidió que le diera mi arma, cuando se la di la guardó en su cintura en la parte trasera, traté de decirle, contarle lo sucedido, pero no podía parar de llorar y tiritar”.

A las 2 de la mañana haría la denuncia en la Unidad Judicial y comenzaría su calvario, que no ha terminado hasta hoy.

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