Las acciones más importantes en la vida son aquellas que persiguen un acto de amor hacia el prójimo, una entrega de algo nuestro por algo que está más allá de un interés personal.
Esas acciones pueden verse desarrolladas en la vida diaria, como por ejemplo en la verdadera militancia gremial, que pone como horizonte y objetivo una serie de ideas y sueños colectivos.
En varias páginas de nuestra historia, representada por distintas personas, tenemos testimonios que deben servir de inspiración para cualquier conducta en nuestra vida. Uno de ellos es el valor y entrega de nuestros soldados en la Guerra de Malvinas.
Su valor estuvo por sobre cualquier dificultad. El amor hacia su patria y su gente, sobrepasó cualquier pensamiento individual.
Muchos soldados que han combatido, sostienen que cuando se lucha en una guerra, lo que sostiene y mantiene al soldado combatiendo, es el amor hacia hermano que pelea consigo a su lado; porque si el otro tira y pelea, uno no deja de hacerlo, retroalimentando el coraje por el amor y por la vida del camarada.
Ese ejemplo nos lleva a reflexionar que quizás la vida eso, seguir dando pelea y no mermar en el esfuerzo por ese objetivo colectivo, por ese bienestar de quien está a nuestro lado.
Luchar por algo que esté más allá del deseo propio, es un acto de entrega que nos aleja de la soledad individual y nos da un motivo mayor para desarrollar nuestra vida, porque al fin y al cabo no puede haber felicidad plena, si la misma no es compartida.
En el caso de quienes batallaron en Malvinas, muchos perecieron en el campo de batalla mientras que otras regresaron a sus hogares. El pueblo argentino, felizmente con los años, ha sabido reconocer esa acción, ese acto de amor, esa vida entregada por algo supremo que nos abraza a todos.
Por Máximo Brizuela, secretario General del Sindicato Regional de Luz y Fuerza (SiReLyF).