En una fuerza armada, la verticalidad es una condición de su existencia: todo empieza y termina en sus mandos. El Poder constitucional establece además que el presidente es el jefe de las Fuerzas Armadas, que en términos funcionales delega esa tarea en su ministro de Defensa, en este caso el radical cordobés, Oscar Aguad. La crisis que desató la desaparición del ARA San Juan en aguas del Océano Atlántico puso en evidencia que la Armada no le responde al ministro y, por ende, tampoco al presidente. El tema no adquirió más relevancia por la coraza política y mediática alrededor del gobierno.
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Lo sucedido impactará también en Córdoba, porque Aguad quedará unido al respirador artificial presidencial. En los hechos ya era un armador presidencial en Córdoba, pero podía transmitir las urgencias de la epidermis radical cordobesa hacía el corazón del poder y pararse, a veces, desde ese lugar. Ahora, será sólo armador presidencial, el único rol posible para alguien que le debe su sobrevida política.
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Si bien Aguad llegó al Gabinete por la amistad política forjada con Macri, a partir de ser uno de los primeros impulsores de la alianza con el PRO y por su afinidad ideológica, la crisis del submarino es impactante en todos los espacios, incluido el político. Por eso, será un fusible a medias del desastre. Ni toda el agua del océano apagará el fuego que se desatara al interior de la Armada después de este episodio: al fin, alguien debe pagar los platos rotos y no serán, en principio, ni Aguad ni el presidente.
El otro factor que blinda a ambos -por la obviedad de que Aguad es Macri en Defensa-, es el blindaje mediático: descuartizar a la ley de medios audiovisuales del kirchnerismo, favoreciendo el proceso de concentración de la propiedad es un acto que necesariamente llama al silencio y al “desvío” de responsabilidades.
Sin embargo, también hay un factor hacia adelante: la Armada tendría diferencias con la línea estratégica que al parecer se aprestaba a poner en marcha el gobierno, que es virar las hipótesis de conflicto de las Fuerzas Armadas hacia el terrorismo y el narcotráfico. Sin Malvinas y la protección del litoral marítimo donde intentan pescar barcos de muchas nacionalidades, la Armada se convertiría en una fuerza no relevante o secundaria.
Sin Malvinas y la protección del litoral marítimo donde intentan pescar barcos de muchas nacionalidades, la Armada se convertiría en una fuerza no relevante o secundaria.
Los hechos que dejan al descubierto impericia, negligencia y/o desobediencia y a la vez, no conducción, son los siguientes, según escribió ayer Román Lejtman en Infobae:
-La crisis desatada por la desaparición del submarino ARA San Juan comenzó, en realidad, el martes 14. La última comunicación de la nave con las autoridades en tierra fue en la mañana del miércoles 15, pero recién el jueves 16 por la tarde llegó a oídos del jefe de la Armada Marcelo Srur. El Gobierno se enteró por la noche, cuando fue publicado por Infobae. Aún ahora, tras conocerse que habría sufrido una explosión y con el operativo del rescate en marcha, siguen ocultando la secuencia que llevó a la tragedia a los 44 tripulantes del submarino.
Pasaron dos días hasta que el ministro supo de lo sucedido. Y lo conoció a través de un medio informativo, no por vía de la cadena de mandos.
Pasaron dos días hasta que el ministro supo de lo sucedido. Y lo conoció a través de un medio informativo, no por vía de la cadena de mandos.
El gobierno va a ir derrumbando piezas desde el fondo hacia adelante, según el impacto de los hechos, por eso aceptó la renuncia del jefe de la base naval de Mar del Plata, que comandaba la flota del Atlántico, el contraalmirante Gabriel González. Habrá que observar cuáles seguirán.
La discusión no es si al frente de Defensa debe estar un experto o un político, porque en general, la mayoría de los técnicos, no son buenos políticos, por lo que la conducción puede ser para alguien de cualquiera de los dos espacios en la medida que por sí o por formación de equipo, pueda ser capaz de llevar adelante la función. El tema aquí, es que Aguad no manejó la línea de mandos, ni los profesionales le respondieron, lo cual debe ser resuelto de inmediato. Sea cual fuere el resultado de la búsqueda del ARA San Juan, por la gravedad del acontecimiento, debe tener una sanción política y administrativa ejemplificadora. De lo contrario, el monopolio del uso de la fuerza se convierte en un riesgo de proporciones para la sociedad democrática.
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