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Habla Hugo Cánovas Badra: “Los que tenían cartuchos de plomo el día que mataron a David Moreno eran Caudana, Zarattini, González, y Assolini”

Hugo Cánovas Badra, en una imagen de hace algunos años. (Foto: Gentileza).

“Está tan politizada la Justicia de Córdoba que mi abogado (Marcelo Argañaraz) no quería que dijera esto (quiénes tenían balas de plomo o que se habían alterado pruebas para acusarlo). Él quería que dijera que del cúmulo de testimonios no se había podido probar nada y que yo era inocente”, responde desde el otro lado de la línea telefónica Hugo Cánovas Badra, el único condenado a 12 años y 8 meses de prisión por el crimen del adolescente David Moreno (14), durante la represión policial a las manifestaciones populares de diciembre de 2001. Habla, ahora, años después de su condena y de un extenso proceso judicial.

Cánovas Badra expresa que él no tenía cartuchos con plomo y acusa que los que sí tenían esos cartuchos el día que mataron a David Moreno “eran (los policías Jorge) Caudana, (Carlos) Zarattini, (Gustavo) González, y (Gabriel) Assolini”.

Afirma que fue un “chivo expiatorio” del gobierno del fallecido ex gobernador José Manuel De la Sota y de la Policía, comandada por Jorge Rodríguez para “tapar” con el menor daño posible la represión policial del 19 y 20 de diciembre y el crimen de David en barrio 9 de Julio.

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Denunció una vez más las irregularidades que tuvo el caso, entre ellas que el lugar del asesinato no fue relevado por la Policía Judicial e insistió en que no fue él el que efectuó el disparo mortal al niño: “No, no estuve frente a David Moreno. No disparé cartuchos PG (Propósitos Generales, con perdigones de plomo). Los cartuchos que yo recibí, eran de goma (…) Yo jamás disparé hacia la gente que huía cuando se dio la orden. A mí, me dieron tres cartuchos y disparé hacia el techo de la remisería que estaba enfrente del supermercado Mini Sol, porque nos tiraban escombros (…) y para detener a Ledesma”.

Cabe recordar que el fallo se dictó luego de casi 16 años de dilaciones con el objetivo de encubrir el accionar policial durante la represión de las protestas y saqueos ocurridos el 19 y 20 de diciembre de 2001. En el hecho que terminó con el asesinato de David, la policía utilizó cartuchos con postas de plomo, en lugar de postas de goma, que son los que se utilizan frente a situaciones de este tipo. La Cámara 1° del Crimen, presidida por Susana Beatriz Cordi Moreno como presidenta, concluyó que Cánovas Badra era el autor del crimen.

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David Moreno que había ido a mirar lo que ocurría, recibió un escopetazo desde atrás mientras corría junto con otros vecinos que habían intentado saquear un supermercado en barrio 9 de Julio. Un escuadrón de unos 70 policías reprimió, con balas de goma y plomo. Pese a las descomunales demoras e irregularidades de la investigación, ningún responsable institucional llegó a juicio.

Ahora, en base a un nuevo peritaje, realizado por Federico Baudino, los abogados de Cánovas Badra –que está detenido sin condena firme-, vuelven a plantear que los disparos no salieron de la vereda donde él estaba, sino desde la vereda del supermercado, es decir enfrente. El perito expresa que el disparo final salió desde la vereda contraria, en diagonal a Moreno y a una distancia de 15 metros. La hipótesis contradice la teoría oficial del caso.

VER El crimen de David Moreno: piden la libertad de Cánovas Badra, detenido sin condena firme, y la revisión de la sentencia.

La entrevista se realizó la semana pasada, por teléfono. Duró casi cuatro horas, interrumpida en varias oportunidades por tratarse del teléfono público de la cárcel de Cruz del Eje, en el Norte de la provincia. “Hace un año que no veo a mi mujer, ni a mis hijos, ni a mis padres que viven en Córdoba. Me enfermé de coronavirus como todos aquí. Me trasladaron acá castigado, fue porque hice un reclamo en Bouwer”. A continuación, los principales tramos de la entrevista.

¿Usted disparó y mató a David Moreno?

No, no estuve frente a David Moreno. No disparé cartuchos PG (Propósitos Generales, con perdigones de plomo). Los cartuchos que yo recibí eran de goma. Ninguno controlaba los cartuchos del modo en que los controlé yo. Me había capacitado en custodia presidencial, estaba preparado. Ese día habían repartido cartuchos verdes, similares al PG. Los reconocíamos por el color, los blancos eran con munición de goma; y los verdes con plomo… También había de aluminio, donde los “grises” eran con perdigones de goma; y los “negros” de plomo. Al recibir verdes, era igual a recibir plomo. En mi caso, tiro los cartuchos en una caja de un subinspector y le digo “¿qué me estás dando?” Entonces, el jefe de grupo, el subcomisario (Juan Alberto) Pucheta, me dice: “Gringo, son de goma”. Estaban en contravención con la ley de armas, no tenían ninguna inscripción que dijera AT o PG, eran lisos, y tenían una tapa de plástico. Todos reconocían los cartuchos por su peso, pero si estamos en una situación crítica como la que estábamos, es muy difícil hacerlo. Los que dicen que controlaban están mintiendo, uno tiende a cargar sin mirar. Los dos eran del mismo color, eran verdes. Yo jamás disparé hacia la gente que huía cuando se dio la orden. A mí, me dieron tres cartuchos y disparé hacia el techo de la remisería que estaba enfrente del supermercado Mini Sol, porque nos tiraban escombros. Había una persona que tiraba piedras, por eso lo detuve y es a él a quien le disparé. Cuando regresé nunca disparé y tampoco los pude ver (a las víctimas). No los podía ver. Estaba metido en una construcción que estaba adentro de la calle pública.

¿Dónde estaba cuando el operativo se detiene para ver a David Moreno que había caído de un disparo (Nota de la Redacción: El jefe del operativo grita, según el expediente judicial: “Hombre caído” y se detiene el avance de los policías sobre los manifestantes)?

En el momento que termino la detención de (Mario Sergio) Ledesma, voy hasta la calle Tupac Yupanqui (por la vereda de enfrente al supermercado y por la entonces calle Piedra Labrada hoy David Moreno), lo hago caminando. No corro. De la Remisería del Valle estaban sacando detenidos. En  un primer momento me pongo de espaldas al grupo de Guardia de Infantería (N de la R: marchaba por el centro de la calle). A la misma altura del pilar de luz que fue alcanzado por un disparo. Ahí, el jefe grita hombre caído. Creímos que era un policía. Debió haber dicho: “Civil caído”. Todos los miramos a él. En eso, (el cabo 1°, Juan Pablo) Dragonetti me dice “Vamos gringo”. Entonces, avanzo porque me dicen, no es que quiera avanzar o porque fuera mi voluntad. No se podía ver claramente hacia adelante. Cuando llego a un poste de madera, de alumbrado público, del lado de la Remisería del Valle, aparece una mujer gordita, con vestido floreado, y me dice: “Ayúdelo, es un chico…”. Yo no veía al chico. Le respondo, “por favor señora, retírese, el personal que viene detrás de mí se va a encargar del chico”… Giro, miro y se me representa la imagen del chico cruzado. La primera observación que hice es que no era un chico, observo su tórax y no respiraba. Veo la nuca y veo una lesión, que emanaba sangre… era un goteo. Como tenía que asegurar la esquina, no decido colaborar, avanzo y me resguardo detrás de un transformador de EPEC, que está sobre la calle Tupac Yupanqui. La Guardia de Infantería hace avanzar a dos escuderos para ver el chico. Veo que la llevan a Luciana Parra (una de las heridas) al móvil policial. No recuerdo verlo a Marcelo Fregenal (otro de los heridos) ni a (Ruben Daniel) Fosarrelli. Vuelvo sobre mis pasos y veo dos oficiales señalando la herida del chico. Por eso, insisto en que en ese avance nunca disparé. No había más posibilidad de disparar cuando el jefe gritó “hombre caído”. No había ninguna posibilidad de hacer otro disparo.

Insisto en que en ese avance nunca disparé. No había más posibilidad de disparar cuando el jefe gritó “hombre caído”. No había ninguna posibilidad de hacer otro disparo”.

¿Cómo fue la detención de Ledesma? ¿Recuerda cuánto tiempo demoró en hacerlo (N de la R: se estima que el operativo de represión duró alrededor de dos minutos desde que los policías empezaron a disparar y cae herido de muerte el adolescente)?

Yo había sido enviado a proteger el supermercado. Estaba allí desde antes que llegara la Guardia de Infantería. Ledesma me golpeó, justamente, frente al supermercado, para intentar ingresar al supermercado. Luego, cuando llega la Infantería detecto que desde el techo de la remisería nos estaban tirando piedras. Así que cuando se da la orden avanzar, primero trato que se aleje, entonces apunto y él tira una piedra más. Luego disparo, pero falla. El cartucho explota como si fuera un chasquibun, me llamó la atención que no hubiera retroceso del arma. Eyecto el cartucho disparado y me cae toda la pólvora en el brazo, hombro y cara… cae la perdigonada de goma y todo lo que había quedado dentro del arma. Camino y lo veo correr por un pasillo. Vuelvo a disparar y hace lo mismo: no deflagra el cartucho. Solo en el tercer disparo que le hago, le pega a la derecha de la espalda y en el hombro derecho. Yo le disparé porque mientras lo perseguía le daba la orden que se tire al suelo y no lo hacía y además, hacía una ademán con una mano como de extraer algo de entre sus ropas. A eso, la interpreto como un riesgo. Lo apunto con la escopeta… luego de un forcejeo lo esposo y finalmente, me lo voy llevando trabado.

¿Cuánto le llevó capturarlo?

Cuando uno se pone en un combate cuerpo a cuerpo, no puede medirlo. Sé que hubo una pelea. Me obligó a usar técnicas para reducirlo. Me latía el corazón a mil, no le puedo decir un tiempo exacto, aunque para mí pareció una eternidad.

¿Lo llevó corriendo o caminando?

No se puede llevar corriendo a alguien esposado. El terreno era irregular, Ledesma se me hubiera caído de boca. Por otro lado, no está habilitado hacerlo de ese modo. Cuando se transporta a una persona esposada con las manos atrás, no se lo puede llevar corriendo.

¿Cuántos cartuchos le dieron? ¿Quién se los dio? ¿Y a quién le disparó?

Nos proveen 3 cartuchos color verde a cada efectivo. Llegué con escopeta, pero sin cartuchos. Quedó asentado cuando me entregaron el arma, pero esas constancias desaparecieron o se alteraron los libros. Había entre 50 y 60 efectivos, a razón de tres cartuchos por cada efectivo, son entre 150 y 180 cartuchos. No quedó una sola vaina servida en el suelo de esos cartuchos. Justamente, la Cámara del Crimen le endilga al comisario inspector (Luis Omar) Farías no preservar la escena del hecho. Me los dio (el oficial inspector, Gustavo) González y le hice tres disparos a Ledesma y me quedé sin cartuchos.

Nos proveen 3 cartuchos color verde a cada efectivo. Llegué con escopeta, pero sin cartuchos. Quedó asentado cuando me entregaron el arma, pero esas constancias desaparecieron o se alteraron los libros”.

En el juicio se señaló que la oficial Adán es la que entregaba los cartuchos. ¿Quién se los dio a usted, González o Adán?

Se insistió en que Adán me dio el cartucho. Ella llega después, Pucheta llega primero cuando irradio al 101 que había gente que intentaba entrar al supermercado y, luego, el primero que viene con cartuchos, es el suboficial González. Él me los da.

¿Por qué estaba usted allí, cómo fue que lo destinaron al supermercado?

Me habían destinado a ese supermercado. Estábamos Dragonetti y yo. Llegamos al supermercado y estaba descubierto de seguridad. Nos destinaron a la custodia del lugar, con una escopeta que no tenía cartuchos. Nos mandaron a la buena de Dios.

Su perito de parte, antes, y el perito Federico Baudino, ahora, ubican a las personas que dispararon el tiro que mató a David Moreno, caminando por la vereda de enfrente. ¿Quiénes venían por la vereda de enfrente?

Había bastante personal. Incluso, en un pasaje en la parte de atrás del supermercado, había más efectivos. En ese callejón estaba el cabo (Iván Sergio) Mitelski. En el juicio relata que empieza a escuchar los disparos y se vuelve a la esquina de Piedra Labrada y Tupac Yupanqui. En el inicio de los hechos, frente a una casa con verjas, más adelante del supermercado, había dos árboles y allí se había parapetado (el sargento Jorge Américo) Caudana y (el cabo primero Carlos Alberto) Zarattini. Cuando llueven las piedras, están todas diseminadas en la vereda del súper y la casa de verjas… ahí, por dichos de la gente, los que estaban ahí disparan, la guardia avanza para recuperar a esos dos efectivos. Cuando levantan a Moreno, Caudana estaba shockeado, agarrándose la cabeza y Zarattini es el que lo contiene. En ese momento, no consideré o no relacioné esto con la muerte de Moreno.

Cuando levantan a Moreno, Caudana estaba shockeado, agarrándose la cabeza y Zarattini es el que lo contiene. En ese momento, no consideré o no relacioné esto con la muerte de Moreno”.

¿Por qué cree que si es inocente, usted fue el acusado y condenado en el juicio?

¿Usted sabe el significado de la palabra díscolo? Es una persona que tiene tendencia a desobedecer y rebelarse contra las órdenes. Yo no aceptaba cometer un delito, no aceptaba órdenes en ese sentido. Jamás me presté a golpear a nadie, a poner droga en un operativo. Si observamos los antecedentes penales, tanto Caudana como Zarattini tenían frondosos antecedentes por lesiones y abuso de autoridad. Yo había denunciado a un oficial Mitelsky (que no es el que estuvo en el operativo donde fue asesinado David Moreno) y a otro de apellido Barrionuevo, que usaba el móvil policial para llevar prostitutas a su casa. Se encargó el suboficial González, del área narcotráfico, es el que le dice al fiscal (Raúl Garzón) que yo era irascible, que no obedecía… Hubo complot… Él era amigo de Caudana y Zarattini. Fue el único que declaró que vio al chico correr y caer, usaron delincuentes de azul para acusarme. Mi legajo funcional era impecable, jamás me imputaron un delito.

Se encargó el suboficial González, del área narcotráfico, es el que le dice al fiscal que yo era irascible, que no obedecía… Hubo complot… Él era amigo de Caudana y Zarattini”.

¿Cuándo había ingresado a la Policía?

Ingresé el 1 de enero 1995 y egresé de la escuela el 1 de enero de 1998. Mi primer destino, fue tétrico, fue en robos y hurtos. Y el segundo, en drogas peligrosas. Cuando se produjeron estos hechos tenía casi cuatro años en actividad.

¿A quién quiso proteger la Policía o el gobierno, según su punto de vista, para direccionar la acusación?

Acuso a la Jefatura de ese momento. A la jefatura del comisario (Jorge) Rodríguez (2001 a 2005). A la base de Villa Allende, que pergeñaron la desaparición de pruebas. Nadie va a entregar a nadie sin acuerdo. Se me entregó la escopeta sin cartuchos, hubo constancias, y desaparecieron los libros. Debió haber una orden. Entrego la escopeta en homicidios, voy a dermotest, la prueba da negativo y, pese a ello, el único que quedó imputado fui yo. Los únicos que tenían disponibilidad de tener cartuchos de plomo, eran los móviles policiales. Había 67 efectivos, no todos eran adicionales, eran de la  compañía que estaba trabajando, tenían cartuchos de plomo. Entre ellos, estaban Caudana, Zarattini, González, y (el oficial subinspector) Gustavo Assolini.

¿Cree que fue un “chivo expiatorio” para proteger al gobierno de José Manuel De la Sota y los jefes policiales frente a la represión que se realizó?

No lo creo, lo soy. Lo ratifico a diario, he realizado decenas de pedidos, todos con pruebas. Si me hubieran hecho lugar a los pedidos, hubiera salido de esta situación, pero como fui elegido, se me ha cercenado el derecho de defensa. El mandato político-judicial es que todo lo que presente sea declarado nulo o desechado. Ha sido así en 19 años. Denuncio con pruebas, con hechos, no con palabras. Hubo decenas de irregularidades, hasta las actas de puño y letra de las reconstrucciones desaparecieron sin el control previo de las partes y han aparecido actas sin el debido control de parte. Los vídeos de la reconstrucción están editados. Se han extraído los testimonios que eran contradictorios con los que fueron tomados para la acusación.

¿Por qué no se defendió en el juicio con estos elementos? ¿Fue por consejo de sus abogados en ese momento?

Justamente, el incordio, la bronca que tengo, es esa. Está tan politizada la Justicia de Córdoba que mi abogado (Marcelo Argañaraz) no quería que dijera esto. Él quería que dijera que del cúmulo de testimonios, no se había podido probar nada y que yo era inocente.

COBERTURA

VER El crimen de David Moreno: piden la libertad de Cánovas Badra, detenido sin condena firme, y la revisión de la sentencia.

VER Crimen de David Moreno: Condenaron a un policía a 12 años y ocho meses de prisión.

VER El juicio por David Moreno tendrá sentencia el 25 de julio.

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