El querido y admirado Tabaré Vázquez falleció este domingo 6 de diciembre de 2020, en Montevideo, Uruguay. Intendente de la capital uruguaya entre 1990 y 1994 y presidente del país Oriental en dos períodos, 2005-2010 y 2015-2020, deja un impresionante legado para la izquierda de su Nación y de Latinoamérica.
Su primer gran paso fue en 1990, cuando Tabaré llegó al gobierno Montevideo. El triunfo y la gestión popular y participativa abrieron una esperanza alternativa a la ola neoliberal que arrasaba el mundo en aquel momento.
Eran tiempos de furor de los gobiernos neoconservadores de Ronald Reagan y Margaret Thatcher en el primer mundo, de implosión del socialismo real en el segundo mundo y de caídas y retrocesos en el tercero.
Los Sandinistas perdían las elecciones, y los gobiernos que sucedieron a las Dictaduras en el Cono Sur eran frágiles democracias que aceptaban las imposiciones del capital financiero internacional y garantizaban la impunidad de los genocidas.
La Cuba de Fidel quedaba de pie con su dignidad antiimperialista cercada en lo peor del bloqueo.
En ese momento, cuando nadie lo pensaba ni esperaba, en “el paisito”, el Frente Amplio ganaba Montevideo.
La descentralización y el presupuesto participativo, que había impulsado el PT (Partido de los Trabajadores) en Porto Alegre, Brasil, se convirtieron en referencias de cómo se podía gobernar en un sentido democrático popular, aun cuando las condiciones eran demasiado adversas.
Nosotros, de este lado del rio, empezamos a mirar lo que hacían los uruguayos cada vez con más atención. Por poco no habían llegado a revocar la ley de amnistía en el ’89, en el primer plebiscito. Con mucha militancia, en otra consulta por las privatizaciones de Ancap (Petróleo) y Antel (Teléfonos) en 1992, ganaron y lograron que las empresas siguieran siendo públicas, a pesar de los gobiernos de Blancos y Colorados. Mientras tanto los argentinos teníamos que sufrir lo peor del invierno menemista.
Con constancia y paciencia, el Frente Amplio llevó a Tabaré a la presidencia en el 2004 y comenzó el ciclo progresista compartido con Pepe Mujica, que se inscribió en el intento más profundo de construir la Patria Grande que protagonizamos los latinoamericanos en los primeros quince años del siglo 21.
Las acciones y medidas de sus gobiernos son recientes y más conocidas. Por eso nombramos dos por su significado: el plan Ceibal, que entregó una computadora a cada niña, niño y docente; y el plan Ibirapitá, que entrego una tablet a cada jubilada y jubilado del Uruguay.
Sin duda falta mucho para llevar a la vida real los programas que imaginaron Líber Seregni o Raúl Sendic, por otra vía.
Pero estos planes expresan, en toda su dimensión, como construir la idea de igualdad de Tabaré, tan valiosa hoy ante el individualismo oscurantista neoliberal.
Hasta siempre Tabaré.
* Carlos Vicente es abogado laboralista, ex viceintendente de la Ciudad de Córdoba (2007-2011), ex diputado provincial (1999-2001) y Convencional Constituyente (2000). Autor del libro “La Universidad en la Primavera Democrática” (Enredacción Libros, 2019).
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