El director de El Príncipe, Sebastián Muñoz, se cuestiona haber demorado en realizar su primera película. Sin embargo, el tiempo, como al vino, le jugó a favor y el resultado de su debut es interesante.
Pasaron nueve años desde que leyó el libro homónimo de Mario Cruz, también chileno, en el que se basó para escribir el guión. “El destino así lo quiso, yo estaba buscando una historia de amor entre dos hombres, que se amaran por sus carencias y la necesidad de afecto”, le cuenta a ENREDACCIÓN desde Santiago de Chile, mientras su ópera prima se proyecta en las salas cordobesas. El estreno mundial fue en el marco del Festival Internacional de Cine de Venecia de 2019, donde ganó el Queer Lion Award, un premio a Mejor película de temática LGBT.
La historia trascurre en una cárcel en la década del ´70 y Muñoz recrea el entorno contundentemente. Eligió filmar en una locación real y no ensayar con los actores hasta estar todos encerrados en el penitenciario para buscar la verdad de cada escena y de los personajes. Juan Carlos Maldonado y Alfredo Castro son los protagonistas, quienes lograron actuaciones precisas y atrapantes. En el elenco también se encuentra el argentino Gastón Pauls.
Entusiasmado en su rol de realizador, ya se encuentra trabajando en su segunda película, Los Pájaros, “que narra la historia de mujeres infértiles, mujeres que roban hijos, mujeres que pierden hijos, mujeres que buscan hijos y mujeres que entregan hijos, atravesadas por la migración haitiana en Chile y la apropiación de hijos en la dictadura Argentina”.
¿Qué querías mostrar con la película?
Me parece muy potente tener a hombres encerrados y abandonados, que solo se tienen a ellos mismos y que buscan ser aceptados por sus pares, pertenecer a una tribu. También la necesidad del ser humano de amar y ser amado más allá del género y poder hablar de la homosexualidad a través de los afectos.
¿Cuáles fueron los principales desafíos?
Construir una puesta en escena coherente a las necesidades afectivas de mi protagonista, ya que la curva dramática de “El Príncipe” es la que lleva el pulso de la historia. No censurar ni prejuiciar el cuerpo desnudo entre dos hombres al momento de amar. Y lo más importante fue darle vida al mundo interior de estos personajes abandonados por la sociedad.
“Busqué actores que fueran valientes, sensibles y que pudieran transmitir sus emociones a través de sus ojos”.
Luego del debut ¿Cómo te calificas cómo director?
Como un ser humano libre y valiente. Y me hubiera gustado haber puesto mi mirada artística y mi discurso político mucho antes.
¿Qué buscaste en los actores?
Busqué actores que fueran valientes, sensibles y que pudieran transmitir sus emociones a través de sus ojos. Tuvimos lecturas donde buscábamos la esencia de cada escena para ponernos de acuerdo en cuál sería el discurso de cada personaje. Nunca ensayamos, ya que sentíamos que el espacio real de la cárcel terminaría por completar al personaje.
¿Creés que marcará un antecedente en cómo retratar al hombre como objeto de deseo?
Siento que no hay una forma específica para retratar el objeto del deseo, creo que cada ser humano tiene su propia forma de vivir y sentir el deseo. Eso me parece fantástico y liberador.
¿Es difícil hacer cine en Chile?
No es un problema de Chile, es de todos los países tercermundistas, donde el arte no es considerado patrimonio de la humanidad, lo cual se refleja en los recursos económicos que el Estado invierte en cultura. En mi país, después de la dictadura militar, nos robaron la educación y un país sin educación no tiene la prioridad de ir al cine, sino solo de poder tener algo que comer.
“A las historias, el universo las pone en tu camino y se transforman en los discursos artísticos y políticos necesarios para cada pueblo”.
¿Se parecen el cine argentino y el chileno?
Las historias de los seres humanos son las mismas en todo el mundo. La riqueza o contrastes de cada una se basa en lo geográfico y en las creencias religiosas de cada país, que te pueden construir como un ser humano más castrado o más libre. En Latinoamérica, por lo general el cine está marcado por las dictaduras que hemos vivido. Y creo que el cine chileno y argentino ha sabido mostrarle al mundo de que estamos hechos.
¿Por qué hacía falta esta película?
No sé si una película haga falta o no. Las historias llegan a uno como una revelación divina, el universo las pone en tu camino y se transforman en los discursos artísticos y políticos que son necesarios para cada pueblo.
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