Entre los cinco imputados por el asalto trágico a la financiera de Nueva Córdoba, hay una historia familiar. La de los hermanos Miguel Ángel y Teresa Mitre, acusados de ser “los entregadores”, y su sobrino nieto, Diego Tremarchi, el hombre que la noche del 16 de febrero de 2018 hacía de “campana” mientras sus compañeros entraban armados hasta los dientes al departamento del séptimo piso de Rondeau 84, propiedad de Guido Romagnoli. Teresa, era empleada doméstica allí. El robo se frustró y la banda se tiroteó con la Policía. En el lugar murieron el suboficial Franco Ferraro, además de Rolando “el ciego” Hidalgo y Ricardo Serravalle, líderes del grupo comando.
Los “trapitos al sol” de la familia comenzaron a ventilarse apenas comenzó el juicio, el 3 de marzo. Y en la segunda jornada de alegatos realizada ayer, las diferencias volvieron a marcarse. ¿Qué sucedió? ¿Teresa, en complicidad con sus parientes, entregó las llaves para el asalto? ¿O fue engañada y traicionada por su hermano y su sobrino?
El miércoles, el fiscal Hugo Almirón pidió prisión perpetua para Tremarchi, Ariel Murua Rodríguez y Ariel Gramajo, los tres principales acusados de homicidio criminis causae. Y siete años para los hermanos Mitre, por considerarlos cómplices.
Ayer, en cambio, el defensor de Miguel Ángel, Héctor Meli, pidió la absolución y cuestionó duramente al fiscal de instrucción, Rubén Caro, y a su par de Cámara, Almirón.
Silvia Oliva, defensora de oficio de Teresa Mitre, no pudo concluir su exposición ya que, por disposición del COE, la sala debía ser desalojada a las 14. Pero su argumento corre por el carril de la traición familiar: para ella, Teresa fue engañada por su hermano y su sobrino.
Los jurados populares y los jueces de la Cámara 8ª del Crimen tendrán una dura tarea para decidir sobre la culpabilidad o no de estas personas.
ASUNTO DE FAMILIA
En los planes de las autoridades de la Cámara, hay un calendario que ayer se desmoronó: De los cinco abogados defensores que debían alegar, sólo uno terminó su exposición. Por lo tanto, la sentencia prevista para el lunes 22 se pospondrá para el 29 o 30 de junio.
El primero en exponer sus argumentos fue Meli, quien solicitó la “absolución con una sentencia de sobreseimiento” para Miguel Ángel Mitre por considerar que “no hay certezas” para condenarlo. “No hay pruebas de su culpabilidad, no se entiende de dónde surge la acusación del fiscal. Nunca hubo certeza de que el señor Mitre entregó las llaves y la información para el robo, por lo tanto, no se está pidiendo verdadera justicia por parte del fiscal”, dijo.
Hasta ahora, el lazo familiar de los hermanos Mitre con Tremarchi viene siendo usado como prueba para la acusación. El 16 de febrero, a las nueve de la noche (tres horas antes del asalto), Miguel Ángel recibió una llamada a su teléfono fijo de uno de los celulares usados en el robo. Eso fue usado como prueba para acusarlo en la instrucción. “No hay ninguna prueba más que esa llamada, una sola llamada”, dijo el abogado. Meli adelantó que podría denunciar a Caro y Almirón por mal desempeño de sus funciones, al acusar a Mitre “sin ninguna prueba”.
Aunque con estrategias paralelas, los argumentos de Silvia Oliva, defensora de oficio de Teresa Mitre, fueron parecidos: “No se puede condenar en base a indicios que no sean unívocos”, comenzó hablando al jurado popular y les recordó: “el futuro de mi defendida está en sus manos”. Teresa está acusada de entregar las llaves del edificio “sabiendo” de que iban a ser usadas para cometer un robo. Su abogada sostiene que “pudo cometer imprudencias, al hablar del nivel de vida de su patrón con su familia”, pero asegura “que no hay pruebas que indiquen que ella sabía que esa información iba a ser usada para robar”.
“Miren -dijo- todos sabemos que los amigos se eligen, pero los parientes no”. Teresa, que trabajó durante cinco años con buenas referencias en el departamento de Romagnoli, asegura que fue engañada por su hermano y su sobrino. El mismo Tremarchi contó en la audiencia que, meses antes, junto con su tío, pasaron a buscarla por su trabajo y la invitaron a comer. En esa oportunidad, en un “descuido” de Teresa, Tremarchi hizo al menos “diez fotos desde distintos ángulos” a la llave del edificio.
Para los abogados, el fiscal Caro (que realizó la investigación) descartó la posibilidad de que la banda haya hecho una llave en base a esas fotos. En su alegato Oliva trató de demostrar de que es posible, a través de técnicas de impresión 3D. Su exposición fue interrumpida por Marcelo Jaime, presidente de la Cámara. Era hora de desalojar la sala.
El próximo lunes, Oliva debe finalizar su alegato. Ese día y el martes continuarán los defensores de los tres asaltantes que esa noche estuvieron en la escena del crimen.
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