Cuando sale de viaje, Ana Moglia siempre lleva un libro. Lo guarda en la valija antes que a su ropa. Sin embargo, hace unos años, en una visita a su familia en Buenos Aires, se olvidó por primera vez en su vida de cargar una lectura. Pidió algo para leer y le trajeron una revista sobre temas del campo. No era de su interés, pero en la tapa, unos yerbateros cargando la cosecha, la impactaron. “Fue un flechazo, me dije ésta es la historia. En eso hay un cincuenta por ciento de realidad y la otra mitad es magia, lo que nunca vas a poder explicar”, le dice la escritora a ENREDACCIÓN. Así nació La ruta de los sueños, la novela que escribió en 2014 y que acaba de reeditar la Editorial Planeta.
Entrerriana de nacimiento, vive en Río Cuarto desde adolescente y no conocía Misiones al momento de escribir la novela, hasta ahora la única sobre el mundo de la yerba mate. “Visité la provincia por primera vez con el libro en la mano. Imagínate tener a los yerbateros ahí habiendo estado en la cabeza de ellos por más de un año, fue inexplicable. Y conocer los lugares, no voy a entenderlo nunca, es como si hubiera estado ahí antes”. Asegura que, estando a miles de kilómetros y sin haber pisado la tierra colorada, logró recrear el escenario de su historia gracias a ser una lectora voraz. “La lectura fomenta la imaginación, es es el secreto. Vos podés escribir y es la consecuencia, lo que no podemos nunca es dejar de leer. Es un hábito que al conocerlo, es un viaje de ida, es maravilloso”.
Hay escuelas del país que han incluido la novela en sus currículas. “Es que la puede leer desde un adolescente hasta para una persona mayor, porque el libro tiene la dosis justa de todo. Así me gusta escribir”, sostiene mientras sus muletillas revelan que también es docente.
Aunque se vinculó con las palabras estudiando la Licenciatura en Comunicación Social, de chica no sintió la vocación de convertirse en escritora. Luego de escuchar la frase “y allá dejó un amor”, se sorprendió tipiando en su computadora Capítulo 1 de Al otro lado del océano y con las primeras líneas apareció el oficio. “Me senté y no podía parar, lo tenía adentro, salió solito”, recuerda quien desde 2012 ha publicado ocho títulos y se encuentra abocada a un texto inédito.
Con una editorial internacional se llega a más lectores, ¿cambia tu perspectiva como escritora?
Lo primero que cambia es la gratificación de poder llegar más lejos. Porque la impotencia más grande del escritor es que un lector te escriba para decirte que, donde vive, no está el libro. Por otro lado, a mí me gusta escribir para que quede un mensaje, no escribiría para que dejarlo guardado en un cajón, no lo hice ni lo haría. Con un libro querés transmitir algo, y por tanto, el deseo es que alcance a más personas.
¿Cuál es la clave para avanzar?
Lo primero es trabajar mucho, no es escribir un libro y dejarlo solo. En lo personal, la palabra clave es humildad porque tenés que estar aprendiendo siempre, no podes tener un libro en la calle y no escuchar a quien más sabe. Vos podes tener tu idea, tu rol es el de escritor, pero por algo también está el editor, que no es un mero título, ellos ven otras cosas que vos no podés, y si no estás dispuesto a aprender, te complica. Además, nunca soltarles la mano a los lectores, siempre tienen que tener una respuesta porque gracias a ellos, los escritores somos lo que somos. Esa premisa me ha acompañado desde el primer día y tengo una relación preciosa con ellos. También hay que tener conducta, disciplina de trabajo, que no es sacrifico, es esfuerzo. Ser paciente, una va observando todo en este camino. Por ejemplo, con la pandemia se suspendió la edición del libro, pero no me desesperé, los arrebatos no hacen bien. Mientras tanto, hay que seguir trabajando, con calma, con los pies sobre la tierra.
¿Cómo destacarse en una escena donde las cordobesas en el género son muchas?
En primer lugar, Córdoba es una usina, es una provincia muy emprendedora. Cada uno tiene su estilo y es una característica que no se busca. Tal vez no aparece con el primer libro, pero sí ya con las historias que siguen. A mí me gusta escribir simple, que no significa vulgar, porque quiero que cualquiera lo pueda leer. Busco que aquel que no lee, se acerque a la lectura. En el caso del género romántico histórico, tener tu estilo propio te diferencia, más allá de los lugares comunes, hay cosas personales que no involucra solamente al libro, está tu relación con los lectores, la forma en que lo llevás el oficio.
“No me gusta inventar, tampoco adaptar la historia a lo que necesito. Me gusta usar la historia como el lugar para anclar lo que quiero contar”.
Tu género es la novela histórica romántica, ¿se te genera tensión entre ficción y realidad?
Que sea una ficción no te habilita a que pongas cualquier cosa, podés inventar nombres, pero para enmarcar la historia tenés que recurrir a los hechos de ese momento. Es decir, si quiero que mis personajes estén en tal año, tengo que averiguar y ese camino de investigación es fascinante. Tenés que saber del contexto de la época, por qué era de esa manera y no de otra. A mí no me gusta inventar, tampoco adaptar la historia a lo que necesito, porque no sería verdad. Me gusta usar la historia como el lugar para anclar lo que quiero contar.
Decís que escribís con un mensaje, ¿perseguís un fin educativo?
Trato de escribir como me gusta leer, que siempre se aprenda algo. Si leo un libro que al terminarlo no me enseñó, siento que fue vacío. Si lo termino, y aprendí sobre alguna cosa, me gusta, tampoco te digo que sea un manual. Yo soy la primera que aprendo cuando escribo. En otra de mis novelas, El jardín de los naranjos, me metí en el mundo de los barcos siendo que en Río Cuarto no veo uno ni de casualidad, entonces vuelvo a la importancia de la investigación y a la imaginación. Lo que a mí me costó investigar, espero les guste a los lectores y les quede algo.
“La ruta de los sueños es una historia que le hace honor a los valores, sobre todo a la amistad y a la libertad de dejar cumplir los sueños”.
¿Cómo describís La ruta de los sueños?
Es una historia que le hace honor a los valores, sobre todo a la amistad y a la libertad de dejar cumplir los sueños. Pasa por ahí, cuando hay un padre que deja que su hijo cumpla sus sueños, aunque sepa que no es el camino; que no hay que seguir los mandatos, es el amor a lo que cada uno hace. También a la perseverancia, caer y levantarse, siempre me emocionó eso de este libro. Sobre todo hay un personaje, Pedro, que me llevo de las narices, me enamoró y no es por lo lindo o feo, porque me cuesta describir la fisonomía, voy a la personalidad e intento que sean parecidos a las personas reales, que tengan dudas, que se arrepientan, que tengan que tomar decisiones, porque decidir implica perder, es un momento de confusión y angustia.
Superaste un cáncer, ¿tenés intención de escribir sobre eso?
No. Decidí transitarlo en intimidad porque me parece que hay que salir rápido del lugar de víctima. En 2018, a una semana de la feria del libro donde iba a presentar Los ojos cerrados, me detectan cáncer. A partir de ese momento, fue una vorágine, solo recuerdo que hice todo lo que me dijeron, fue muy shockeante. El mundo se derrumba en un segundo, pero al segundo siguiente ponés el timón para la orilla. Es como sufrir un naufragio y enseguida empezás a nadar aunque no veas la orilla. No pensaba escribir nada después de La ruta de los sueños, porque fue un libro difícil, me demolió el corazón hacerlo. No sabía que me esperaba el destino y cuando después de veintiocho años de salir a trabajar todos los días, me tuve que quedar quieta en casa tras el diagnóstico, imagínate mi cabeza. No me preguntes por qué se me empezaron a hilvanar algunos personajes de La ruta de los sueños, que se iban uniendo con el tornado en San Justo, Santa Fe. Así empecé con Después de la tormenta, transitando el tratamiento del cáncer, mi alegría era sentarme todas las mañanas a escribir el libro. El título fue por el tornado, pero también fue mi propia tormenta. La primera frase de la novela dice “Después de la tormenta también suceden los milagros”, así pasa en el libro y sucedió en mi vida. Es un libro que no iba a escribir y eso es fuerte, por eso, lo adoro. Por otra parte, en aquel momento necesité que alguien que hubiera pasado por la enfermedad me dijera “acá estoy, salí bien”, sé que hay gente que lo necesita, entonces digo que soy la prueba viviente, pero escribir no, porque quise salir rápido, no investigar, no leer sobre el tema, ya demasiado tenía con enfrentarlo. Era parte de la cura no quedarse enroscada ahí.
SINOPSIS
El ucraniano Teodoro Vennik llega en 1897 al pequeño poblado de Apóstoles, en el territorio nacional de Misiones, y se instala en esa tierra colorada, dura, generosa, en la que conviven pobladores originarios, criollos e inmigrantes. Pronto conoce a Janica, una bella y callada joven polaca, con la que se casa. De esa unión nace Pedro, único hijo de la pareja. Pedro crece con el mandato que su padre le dicta casi como una premonición: en la yerba mate está “el secreto y el tesoro”. A puro trabajo y esfuerzo funda Los Lapachos, un pujante establecimiento yerbatero. Para ello cuenta con el apoyo de Ela, su mujer, con la que tiene dos hijos: Amparo y Salvador. Cuenta también con la ayuda de Benicio Acuña, amigo de toda la vida y mano derecha en Los Lapachos, y de su hijo Rafael, nacido de madre indígena en circunstancias dramáticas. Desde pequeños, Amparo y Rafael son inseparables. Los juegos infantiles, los viajes con sus padres al mágico valle del este, el amor por la tierra misionera y por el “oro verde” que esta produce van forjando un vínculo que parece indestructible. Pero, cuando Amparo anuncia que desea ir a Buenos Aires a tomar clases de canto en el Teatro Colón, Rafael comprende que lo que siente por ella se ha ido transformando. Como si se le cayera una venda de los ojos, percibe de pronto que Amparo es ahora una mujer, una bella mujer que lo conmueve hasta lo más íntimo. Y ahora ella se irá… La ruta de los sueños es una historia de amores y desencuentros, éxitos y fracasos, pasiones y traiciones. Esta novela históricoromántica da vida a una serie de personajes inolvidables que no se rinden a la hora de perseguir sus sueños, al tiempo que retrata los comienzos de la industrialización de uno de los cultivos emblemáticos de la Argentina.
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Noni
16 febrero, 2022 a 10:25
Como se compone la trilogía yerbatera… x q hay solo un libro