La Cumbre del Clima COP25 no terminó bien. La COP25 terminó con una débil llamada a controlar el calentamiento global, atender a la ciencia respecto de las soluciones para evitar una catástrofe climática, y deja para 2020 la parte más conflictiva de sus deberes: la regulación de los mercados de carbono.
Desde el viernes por la tarde, día que tendría que haber culminado la cumbre, la decisión final no dejó de posponerse para intentar alcanzar un acuerdo que refuerce la ambición y que termine de regular los mecanismos de mercado en el Acuerdo de París –el primer tratado universal por el clima–, entre otros aspectos relativos a la financiación.
Tras una prórroga de casi dos días, que convierte a esta cumbre en la más larga en sus 25 años de historia, el consenso total entre los 196 países reunidos estas dos semanas en Madrid para terminar de poner en marcha el Acuerdo de París finalmente no ha sido posible del todo.
La mayoría de los países prefería un no-acuerdo antes que un mal-acuerdo. Y así ha sido. Ya lo había advertido Andrés Landerretche, coordinador de la presidencia de la COP25, en una rueda de prensa el sábado por la tarde: “Si no hay consenso, no hay consenso”.
Sin embargo, de Madrid sale un documento llamado “Chile-Madrid, Tiempo de Actuar” que, tras largas e ininterrumpidas horas de negociaciones, ha quedado en un tímido equilibrio para intentar satisfacer a todos en términos de ambición. En este acuerdo, que no incluye el artículo 6 sobre los mercados de carbono, se sientan las bases para que en 2020 los países presenten compromisos de reducción de emisiones (NDCs, por sus siglas en inglés) más ambiciosos para responder a la emergencia climática.
Marcada por las diferencias entre naciones e intereses dispares entre países pobres, más vulnerables al cambio climático, y los industrializados, mayores emisores de CO2 , la COP25, presidida por Chile y que ha contado con la ayuda de España para minimizar los conflictos de las últimas horas de negociación esta madrugada, se ha quedado sobre todo a medio camino de conseguir lo que quería: el desarrollo del artículo 6 del Acuerdo de París que pretende regular los intercambios de unidades de carbono.
La próxima COP26, que se celebrará en Glasgow (Reino Unido), tendrá que asumir el reto de cerrar lo que Madrid no ha conseguido, en un año clave para la puesta en marcha del Acuerdo de París. Los países de la Unión Europea y Japón, entre otros, se han mostrado “profundamente decepcionados” en el plenario final de esta COP25 por la incapacidad colectiva de llegar a una solución en esta cuestión tan importante y que es clave para la reducción eficaz de las emisiones de gases de efecto invernadero.
La ausencia de normas en este artículo no impide que el Acuerdo de París funcione y que las partes tengan mercados de carbono internacionales
Brasil, que pretende utilizar sus antiguos créditos de carbono en este nuevo periodo, ha declarado que el país ha invertido muchas energías en estos últimos años y “es muy frustrante no estar en condiciones de llegar a un acuerdo final”. Pero considera que “el vaso está medio lleno” y se compromete a seguir debatiendo esta cuestión.
“Llevamos 25 años hablando de cambio climático con certezas cada vez más contundentes de responsabilidad humana, pero todavía no hemos logrado superar de alguna forma esta división que impone la economía y los intereses”, declaró a la agencia Sinc Inés Camilloni, científica en el Centro de Investigación del Mar y la Atmósfera de la Universidad de Buenos Aires y autora de informes del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC).
A esto se suman las responsabilidades históricas que siempre están presentes y que no han dejado de aparecer durante esta COP25. En este sentido, ha sorprendido la aparición de países del Este, como la República Checa y Polonia con unas reivindicaciones un poco antiguas, desfasadas.
Los mercados son una importante herramienta para acelerar las reducciones de emisiones, pero se necesitan normas multilaterales robustas
“A la hora de actuar hoy creo que ya no deberían tener peso”, lamenta Camilloni. La ciencia ha hablado: con los objetivos iniciales del Acuerdo de París la temperatura media del planeta alcanzará los 3,2 ºC, muy por encima del límite de 1,5 ºC establecido por la comunidad científica.
“No lo hemos conseguido esta vez, pero hemos avanzado. Destacar que hay flexibilidad más que nunca por parte de los grupos y esperamos que este clima se acompañe hasta Glasgow para garantizar la adaptación y mitigación”, ha manifestado la delegación de Costa Rica en el plenario celebrado esta mañana.
La mayoría de los Estados miembro han señalado que, a pesar de no haber llegado al consenso, sí se ha logrado un mayor conocimiento técnico de lo que implica este artículo 6. Además, “la ausencia de normas en este artículo no impide que el Acuerdo de París funcione y que las partes tengan mercados de carbono internacionales y que se relacionen”, han señalado esta mañana desde la UE.
En 2020, los mercados deberán quedar regulados ya que son una importante herramienta para acelerar las reducciones de emisiones de dióxido de carbono, pero se necesitan normas multilaterales robustas para evitar la doble contabilidad, asegurar la integridad ambiental y proteger los derechos humanos.
La adopción del acuerdo “Chile-Madrid Tiempo de Actuar” manifiesta la “urgente necesidad” de que las nuevas contribuciones determinadas a nivel nacional (NDCs) que deberán presentarse a lo largo de 2020 salven la brecha existente en las actuales con respecto al objetivo de París y así evitar un aumento de temperatura superior a 1,5 ºC.
Los países deberán presentar compromisos climáticos antes de la próxima cumbre del clima de Glasgow para que Naciones Unidas pueda elaborar un Informe de Síntesis previo a la COP26 que indique dónde estamos respecto al objetivo del Acuerdo de París de mantener la temperatura del planeta por debajo de 1,5 ºC. Más de 80 países ya se han comprometido a presentar el próximo año NDCs más ambiciosos.
“El mandato es claro: los países tenemos que presentar contribuciones nacionales más ambiciosas que las actuales en 2020, es importante responder a las demandas de la gente y de la ciencia, y comprometernos a hacer más y más rápido”, ha indicado la ministra para la Transición Ecológica en funciones, Teresa Ribera.
El documento Chile-Madrid Tiempo de Actuar subraya además la contribución esencial de la naturaleza para abordar la crisis climática y sus impactos, así como la necesidad de abordar la pérdida de biodiversidad y el cambio climático de manera integrada para ayudar a cumplir el objetivo de 1,5 ºC.
La Tierra necesita que la recuperemos y la conservemos para que siga prestándonos los servicios ambientales que nos ha prestado siempre
“Las soluciones basadas en la naturaleza son hacia las que tenemos que apuntar porque son las más económicas, las que más se vinculan con las poblaciones vulnerables y son las que el planeta necesita”, declara a Sinc Manuel Marcelo Jaramillo, director general de la Fundación Vida Silvestre de Argentina.
En la COP25 los negociadores han acordado también un nuevo Plan de Acción de Género –que las organizaciones sociales valoran positivamente– que permitirá desarrollar medidas para dar respuesta al efecto desigual del cambio climático en mujeres y niñas, y a promover su papel como agentes del cambio en este proceso hacia un mundo libre de emisiones.
En la cumbre no se ha establecido un nuevo mecanismo de financiación para daños y perjuicios del cambio climático
Este nuevo plan, que estará vigente hasta el año 2025 –cuando se tendrá que revisar–, pretende lograr más participación de las mujeres en la negociación internacional, y asegurarles un papel activo en la toma de decisión a escala nacional.
Aunque en la cumbre no se ha establecido un nuevo mecanismo de financiación para daños y perjuicios, sí se ha acordado dar directrices al Fondo Verde para que amplíe su ámbito de financiación, y que, aparte de dirigirse a mitigación y adaptación, por primera vez destine recursos para las pérdidas y daños que sufren los países más vulnerables y afectados por los impactos de los fenómenos climáticos extremos.
Fuente: Agencia SINC y periodistas Eva Rodríguez Nieto y Adeline Marcos.
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