Más allá de la pirotecnia electoral, el gobierno nacional garantizó la gobernabilidad desde su asunción en diciembre de 2015 con ayuda del propio peronismo y sectores dialoguistas de los sindicatos. La reforma laboral no sería la excepción a esta regla, según la afirmación del diputado nacional por Córdoba, Nicolás Massot: “Solamente vamos a avanzar en la medida que haya acuerdo tripartito, no con una gran ley. (…) Por otra parte -dijo-, vamos a impulsar un blanqueo laboral para luchar contra la informalidad que hoy afecta a 4,5 millones de trabajadores”.
Massot manifestó que “ya se está impulsando (una reforma laboral), no es que se va a impulsar. Ya hemos avanzado en varios sectores, como el textil o los petroleros de Neuquén”.
El argumento del gobierno es que el costo laboral es una de las dificultades de la economía argentina. Señala que este factor le resta productividad a la economía y aleja inversiones. El costo laboral se componen de salarios y derechos (indemnización, jubilación, vacaciones, obra social, etc.).
El modelo de negociación elegido, apunta a dividir a los sindicatos, buscando acuerdos con aquellos que tienen posturas más afines y “dialoguistas” y debilitando a los gremios que sostienen posturas más clásicas respecto de la legislación laboral.
Al respecto, contó que “se va a continuar en ese marco donde estén todos en la mesa, donde estén todos de acuerdo y donde todos entiendan que el gobierno pone inversión pública, infraestructura, que las empresas van a invertir para generar más puestos de trabajo y que los gremios también tienen que entender que hay que aggiornarse a las circunstancias globales”.
El diputado oficialista en declaraciones a Radio 10 sostuvo que “la forma que está teniendo ya y que tiene que seguir teniendo tener cualquier reforma de nuestro país es sectorial, y los núcleos básicos de esa reforma son las mesas sectoriales que impulsa el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, con sindicatos y con empresas porque van a ser los más duraderos”.
En ese marco, Massot planteó que “por ley, lo que sí necesitamos es un buen marco de amnistía laboral o de blanqueo laboral para lograr combatir un flagelo que es casi tan importante como la inflación, que es la informalidad laboral”, señaló.
“Una de las tantas palancas de productividad para que la Argentina deje de ser el país más caro del mundo y pueda empezar a competir y volver a ser una potencia exportadora, una de las tantas, no la más fácil, es que se entienda que los costos laborales en Argentina se han disparado a las nubes”.
Aclaró que “eso no significa que seamos neoliberales ni que volvamos al ajuste sino que tenemos que ser inteligentes y saber que para competir en el mercado exportador hay que ser más baratos porque estamos lejos y porque ya partimos de dos grandes desventajas que tiene la Argentina que es la distancia en el costo de los fletes para exportar y la devaluación en su marca país”.
Esas dos cosas, dijo, “hacen que nosotros estemos trabajando muy duro en el acceso a capital, los créditos para que sean más posibles y más baratos para todos porque eso también abarata; y que la infraestructura, las rutas, la energía sean mejores y eventualmente más baratas; eso también ayuda a que se reduzcan los costos y uno sea más competitivo”.
Massot destacó que “muchas de esas palancas ya se están ejecutando y una muy importante es entender, como entendieron los textiles, los petroleros de Neuquén, que hay veces que todos tienen que poner un poco, y hay veces que los gremios también después de años de abundancia caen en híper-regulaciones que no tienen demasiado sentido, que no necesariamente protegen derechos de los trabajadores sino que atentan contra la creación de trabajo en esos lugares. (…) Muchos gremios están a la altura de entenderlo”.
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